Retratos de la Belle Époque

El rehabilitado convento renacentista del Carmen acoge hasta el 26 de junio una muestra seleccionada de los movimientos pictóricos que transcurren entre la guerra franco-prusiana y la primera Guerra Mundial

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No dejen de ver Retratos de la Belle Époque, en el Centro del Carmen. Podrán contemplar uno de mis cuadros favoritos. La Sibila, del modernista y exuberante Anglada-Camarasa. Un catalán que conoció, admiró y pinto Valencia. La novia de Benimàmet y Friso valenciano, son algunos bellos ejemplos. Su obra forma parte de la exposición Retratos de la Belle Époque, que se puede ver en el rehabilitado convento renacentista del Carmen, en el casco antiguo de Valencia, hasta el 26 de junio. Una muestra seleccionada por Tomàs Llorens y su hijo Boye, que recorre los movimientos pictóricos que transcurren entre la guerra franco-prusiana y la primera guerra mundial. 

Un período que se caracteriza por un crecimiento económico sostenido y una agitación política que produjo grandes cambios sociales. El retrato, con una notable demanda comercial, es el género más representativo de la época. Ilustra el nuevo individualismo del hombre moderno y su interés por la imagen que proyecta en su entorno social. Para Llorens, es un género que permite explicar los cambios que se producen tanto en las convenciones estilísticas como en las relaciones entre el artista y su público.

A través de tres generaciones de pintores, la exposición aborda distintos aspectos del retrato que van desde un estado de ánimo triunfal y confiado, propio de los primeros años, hasta la inquietud crítica de los retratos expresionistas de los años finales, que cierran el recorrido de la muestra.

Los retratos de sociedad eran la principal fuente de encargo para los pintores, y tenían la finalidad de representar la posición social de los retratados. Un rasgo característico de la época es el empeño en mostrar la personalidad del retratado, que reflejara aspectos de su carácter como la confianza, la jovialidad, la mundanidad, la sensibilidad o la respetabilidad, explica Tomàs Llorens.

Con los retratos en grupo, los pintores y retratados tratan de emular el paradigma del retrato de grupo del siglo XVII, cultivado por pintores como Velázquez o Rembrandt. La sola descripción física resulta insuficiente. El contexto, la atmósfera del momento en que se pinta aporta una lectura más profunda, que da sentido al retrato y permite vislumbrar el espíritu mismo del retratado. Es lo que hizo Toulouse-Lautrec Toulouse-Lautrec, centrar su interés en captar los gestos y expresiones de los personajes de su tiempo en las noches parisinas que retrataba con afán testimonial, a la manera de la novela naturalista.

Los retratos al aire libre reflejan los nuevos estilos de vida, la espontaneidad y la inmediatez. La crisis, en los años previos a la guerra, la amargura y el desánimo, unidos a una visión trágica de la vida, derivaron hacia temáticas de miseria y soledad. El poeta, de Egon Schiele; El retrato de María Munk en su lecho de muerte, de Klimt, La condesa Mathieu de Noailles, de Zuloaga; Sorolla, Toulouse-Lautrec, Boldini….Una exposición única, y gratuita. No se la pierdan.

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