El Día del Orgullo Grey

La poca perspicacia de los hacedores de programas políticos les hacen seguir anclados en propuestas propias del siglo veinte, incluso tiznadas por ideologías del diecinueve

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Como ahora inventamos palabras para casi todo, en un estilo muy americano de cercenar los contenidos para que quepan en términos cortitos y hacerlos así más atractivos, más cercanos y accesibles, pues resulta que ahora a la discriminación por edad le llaman “edadismo”. Todavía está por demostrar que dicha situación exista, dado que para que se rechace a alguien para un puesto, un elemento más de decisión y quizás no el más ponderado sea la edad cronológica. Otros países, con un mercado laboral mucho más avanzado que el nuestro, este tema lo han resuelto con una mezcla de ingenio y mero sentido común. Verbigracia, que quiere decir ejemplo, por si alguien de menos edad lee este artículo: si viajan por Europa con cierta asiduidad, por ejemplo, a Alemania, ¿han visto a profesionales de menos de 30 años habitualmente dando servicio en los aeropuertos? Es que no los hay, atender al público o controlar maletas son oficios de mayores; como mirar obras.

Ya que seguimos en pre campaña…

Pues vamos a hacer propuestas, sobre todo si no cuestan más dinero, lo que resultaría raro. Las propuestas para los jóvenes menudean entre todas las opciones políticas. No vale sólo con darles bonos canjeables, aumentar el número de becas, ofrecerles esperanzas a los que vivan en el rural, sino que hemos llegado incluso a ponerles piso, como a las queridas de antes, incluso adelantándoles las herencias. Un vestigio más de un tardofranquismo que no nos damos sacado de encima.

Y son esos vestigios de un pasado para nada glorioso en temas laborales los que todavía y mucho, nos condicionan. Quizás por ello, nunca hemos podido llegar a acuerdos de Estado en materia de educación y de mercado de trabajo. Pues porque seguimos en el siglo veinte, a principios, y todavía no nos hemos acostumbrado al veintiuno. En materia de mercado laboral, seguimos pensando que trabajo y ocupación es lo mismo y que si no tienes un sueldo, a poder ser pagado por otro, el Estado o una empresa, pues es que ya no trabajas. Será por eso que los autónomos no se ponen nunca enfermos … ¡A ver si va a resultar que son un fake!

Reorganizar el mercado de trabajo

Datos del censo electoral de 2023 para utilizar en la campaña electoral: el colectivo de edades comprendidas entre los 18 y los 30 años es de 5.010.827 votantes. Si vamos al final de la tabla que utiliza el INE para concretar el número total de electores españoles residentes en España, pues resulta que en el grupo de los 60 a los 85 y más años hay 12.442.863 votantes posibles. Más del doble.

Dado que la situación es esta, sugerimos a los grandes partidos que se presentan a las elecciones, aquellos que van al mayor número de votantes posibles, que atiendan al colectivo del pelo gris que parece que España sí sea país para viejos.

Por ello, hacemos algunas propuestas para este colectivo que, seguro, seguro, que contentan a un posible electorado que, en un probable 30%, no tenga decidido su voto, según los augures de las encuestas; y son 3.732.859 votantes posibles.

Propuestas en gris

Sugerimos, al menos, tres iniciativas que pudieran ser de interés y beneficio para este olvidado colectivo:

  • Elaborar un minucioso estudio sobre las posibilidades laborales reales de las personas por encima de los sesenta años sin deseos de jubilación que puedan realizar sin menoscabo de su salud. En el mundo digital, el valor está en el talento, no en la edad, y los trabajos físicos cada vez con menores.
  • Retribuir o compensar fiscalmente el trabajo que, como asistentes sociales, incorporándolo al presupuesto para la Ley de Dependencia, realizan los abuelos y abuelas gratuitamente con sus nietos y nietas.
  • Dado que se ha realizado la propuesta de la herencia universal, cada posible receptor deberá presentar un proyecto con, al menos, dos tutores de más de 60 años, hombre y mujer, para el proceso de acompañamiento que, obligadamente precisará su proyecto.

Nada decimos de la compensación por el control visual de las obras realizado por los jubilados, porque sería otro impuesto más a las empresas, en este caso a las constructoras.

Bromas aparte, la poca perspicacia de los hacedores de programas políticos les hacen seguir anclados en propuestas propias del siglo veinte, incluso tiznadas por ideologías del diecinueve.

Una iniciativa más, para finalizar. En homenaje a este colectivo desasistido electoralmente, los de la sesentena en adelante, cambiemos la fecha del 26 de julio, nombrado hasta ahora como Día de los Abuelos, convirtiéndola en el Día del Orgullo Grey. Este año, con fecha de elecciones en el mismo mes, Feijóo podría tener dos cosas que celebrar el mismo mes.

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