Era visto!
Todo este desaguisado al que estamos asistiendo de corrupciones burdas y cohechos graves se nos antoja como un remake, algo ya visto, tanto en la izquierda como en la derecha

El exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados. Alberto Ortega / Europa Press
En esta dinámica de nuevos ricos en la que nos hemos podido instalar gracias a la generosidad de todos los europeos, pero siempre atentos a nuestro espíritu celtibérico, dimos en cantonalizarnos, porque cuando se tienen posibles, lo primero es demostrarlo. En un reciente estudio titulado “Autogoberno e modernización de Galicia durante as catro última décadas”, autoría conjunta de los economistas Xaquín F. Leiceaga y Santiago Lago, se demuestra que en Galicia se redujo a la mitad la brecha de riqueza con respecto a la Unión Europea desde que entramos en el común mercado de la UE. Por cada euro que generábamos los gallegos en 1986, hoy, casi cuarenta años más tarde, producimos cuatro. Si es que arrimarse a un buen árbol, es lo que tiene, que no solo te cobija, sino que, además, va y le da por ayudarte a crecer. Pues, bien, no contentos con haber abrevado nuestras sedes en las fuentes europeas, incluso haber engordado gracias a ellos, vamos y les discutimos nuestra debida aportación a la defensa común. Nada del 5%, no, que nosotros somos más de andar por del 3%. Visto lo visto, quizás mejor, porque para que se lo agencien los Koldos y Ábalos de turno y otras malas hierbas, cuanto menos aportemos, pues mejor.
Tenemos hasta televisiones
Y si, como los nuevos ricos, vamos y nos compramos el máximo de pulgadas, y no una cualquiera, sino una televisión con tres cadenas, la TVGI, la II y la UHD. Ahora que se habla del número de móviles por persona, pues que casi lo mismo sucede con las televisiones, que, en cada casa cada miembro tiene la suya.
Pero hay veces que la providencia alumbra y las televisiones regionales crean programas que, aún siendo autóctonos, nos retratan como pueblo, como estirpe, incluso como objeto de análisis sociológico. En el año 2011 vio la luz en nuestra entrañable telegaita, una serie sobre el rural gallego con vocación universalista, fiel reflejo de las relaciones humanas en el incomparable marco del más clásico agro, ubicado en un Mancondo de aquí llamado Lameiro.
Personajes absolutamente rotundos, por entrañables y propios, como Moncho, el protagonista a su pesar, su realista mujer Elvira, agraciados ambos con la progenie descerebrada de un logradísimo Kevin José, flanqueada la familia por el más ajustado a la realidad elenco de grandes actores para enormes personajes: el cartero Lino, Puskas, el barman de tasca más auténtico con palillo bucal en ristre o el cacique Don Anselmo, el gran empresario de la bisbarra, eso sí, siempre con el permiso de mamá.
Metafísica galaica
Galicia no es tierra que se caracterice por tener grandes pensadores, ni tan siquiera filósofos metafísicos chapoteando en lo inextricable y lo oscuro. Más bien pare pensadores de a pie, de los de una filosofía de andar por casa, pero, sin duda, muy útil para la vida cotidiana. Nada de florituras o términos abstrusos, a poder ser que, además, suenen un poco como alemán, para parecer más profundos, abisales, más bien. Y así, el bueno de Moncho, una de esas testas pensantes orientadas a la más pura utilidad, o eso cree él, hace alarde de la profundidad de un Nietzsche o un Derrida cualesquiera, provocando ideas bomberísticas, pero, al final, con mucho más tino que las propias de la filosofía de la sospecha. Cada vez que urde un plan, como bien sabe de lo que sabe, intuye, ya desde el inicio, el resultado último, para proclamar en su derradeiro soliloquio, concluyendo cada capítulo con un resignado Era visto!. La planificación errada, sin hache o quizás también con ella, hecha calva, respondiendo a ese sentir el futuro previsible tan gallego del “Vas caer!”.
Y todo esto, para qué
Llegar a los créditos últimos de la película implica que haya película; y protagonistas, e, incluso, que alguien se haya molestado en escribir el guion. Todo este desaguisado al que estamos asistiendo de corrupciones burdas y cohechos graves se nos antoja como un remake, algo ya visto, tanto en la izquierda como en la derecha. Los cambios en el modelo de representación política y en el modo de ejecutarla deberán ser mucho más profundos que la mera limpieza superficial gracias a un útil trapo atrapapolvo. No se trata solo de superar el manido modelo de la transición del 78, sino de salir de un proceso surgido a finales del siglo pasado y que sigue vivo cuarenta años más tarde; y no es sin tiempo, no. Parece que la cuarentena no sienta muy bien a los regímenes democráticos. Y sí, sin duda, Era visto!, pero no por ello deja de resultar cada vez más grave y obligada su solución.