Libentia, no hay que perdérselo
Córcega, 537 www.restaurantelibentiabarcelona.com 93 435 80 48
Una sorpresa agradable nada más sentarse en este local es que el camarero coloca en la mesa el menú, a 15 euros. Dan por hecho que la clientela se siente atraída por su espléndida oferta y, lo que es más importante, no lo ponen como gancho. Están dispuestos a trabajarlo, un detalle que no es ni mucho menos menor cuando se trata de un restaurante de pocas mesas y sin servicio de barra. Bastante clientela del barrio de Sagrada Familia y empresas de la zona, aunque la buena prensa del local atrae a personajes de otras zonas de la ciudad en busca de novedades. Para los panarras, que sepan que Triticum, el proveedor de los estrellas Michelin, es quien le sirve el pan.
Libentia nació en 2009 en el mismo espacio donde había estado el OT y donde anteriormente el Yaya Amelia había intentado una segunda marca con cocina sin horario, de calidad, que lamentablemente no funcionó. Cuatro jóvenes con experiencia y el premio al mejor cocinero joven del Madrid Fusión se lanzaron con esta fórmula de bistronómic. Un año después pasaron una breve crisis de la que se han recuperado de forma clara.
Como decía, creen en el menú, que es muy decente, y que tal como está demostrando la experiencia en estos tiempos duros es la fórmula que se impone. Tienen una carta no demasiado amplia, aunque atractiva, que ronda un precio de 40 euros de media, con ocho entrantes imaginativos, cuatro pescados, otras tantas carnes y postres. Me gustó mucho la ensalada de sardina ahumada con fruta y queso, un contraste que no hacía perder de vista el sabor del pescado, la estrella del plato. También encontré acertado el arroz dedicado a la memoria de Josep Pla en el que el suquet de pescado no anula la base de cebolla ennegrecida a fuego lento típica de los arroces de Palafrugell. El suquet de rape, bueno, aunque algo contundente. La cocina, en general, es catalana, mediterránea, con aportaciones personales y con la presencia de elementos imprescindibles como el foie. La casa ofrece un menú degustación, a 42 euros, para el que hay ir preparado porque es un banquete: aperitivo, entrante frío y caliente, pescado y carne –a elegir de los que figuran en la carta- y dos porciones de postre.
Un detalle acertado del local es la carta de vinos. No es muy extensa pero más que suficiente incluso para paladares exigentes. Hay que pagar 3,5 euros por el descorche de la botella, pero el precio del vino es de bodega. O sea, de los pocos lugares en los que no se pasan con el recargo porque sencillamente no existe. Di cuenta de un Emilio Moro del 2007 al mismo precio que lo tiene Vila Viniteca en su catálogo. Y otro detalle, buen café.