Tuset, 27, digno sucesor del Reno

Tuset, 27 93 200 91 29 www.restaurantuset.com

Reno fue durante más de tres décadas el restaurante del mundo de los negocios de Barcelona. Por allí desfiló lo más granado de la ciudad y de sus ilustres visitantes, desde empresarios a políticos, pasando por la gente del arte con posibles. Por la razón que fuera, el local no supo adaptarse a los nuevos tiempos y terminó en manos del grupo Paradís, que abrió una nueva etapa –breve- en la que trató de rentabilizar el prestigio acumulado, aunque adaptando su oferta a un público igualmente refinado y dispuesto a gastar menos por una comida. Aquello no funcionó. El grupo Olivé –Barceloneta, L’Olivé, Paco Meralgo- se hizo entonces con el local, en el que invirtió dos millones y medio en ponerlo a punto e iniciar un camino que otros estaban explorando en esos momentos, mediados del 2008. Vuelta a los orígenes de la cocina catalana, pero con los tratamientos de la época y la incorporación de los productos más de moda.


 

Y la verdad es que no les ha salido mal la apuesta. Aprovechando todo el espacio disponible, casi 700 metros, puede dar de comer a más de 120 personas a la vez, distribuidas en distintos salones, incluidas salas reservadas para grupos. Distintos ambientes, desde la mesa corrida de madera rústica donde los comensales comparten espacio con desconocidos, a mesas normales y corrientes; barra delante de la enorme cocina; preciosa y espectacular cava de vinos a la vista, como el cuarto frío. Se nota que ha intervenido gente con gusto y presupuesto.

Por eso, y a pesar de que ya no es aquel mítico establecimiento de los años 60 y 70, es fácil encontrar a empresarios y profesionales en almuerzos de trabajo. En sus salones he visto a Juan Echevarría Puig, expresidente de FECSA y exsuegro de Joan Laporta; a Jorge Lasheras, que despachaba allí reuniones de trabajo cuando estaba al frente de Yamaha España; a Rafael Ortiz, el primer espada de derecho laboral de Garrigues en Catalunya. Recuerdo haberme encontrado un domingo a Isidre Gironés, el propietario de Ca l’Isidre, con su esposa, probando las especialidades de la casa al poco de su reinauguración.

La carta, a pesar de incluir platos de la sobriedad de las tripas de bacalao con garbanzos y la mayoría de los que componen el repertorio clásico de la cocina autóctona, permite comer perfectamente de tapas acompañadas de cerveza bien tirada. La oferta de vinos es muy completa.

Economía Digital

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