El proyecto ‘vintage’ de Ada Colau  

La última aventura de una Ada Colau preside la Fundación Sentit Comú que “nace con el objetivo de dar sentido a aquello que hacemos y al camino hacia dónde vamos en este cambio de época marcado por las crisis y las incertidumbres”

No es fácil saber de qué hablamos cuando hablamos del sentido común. A ello, hay que añadir que el sentido común de una época o un lugar es distinto al de otra época y otro lugar. Más: hay que tener en cuenta que el sentido común de una época o lugar tiene sus disidencias y herejías que acaban agrietándolo. Puestos a definir, podríamos concluir que el sentido común es el conjunto de ideas, creencias, aspiraciones, actitudes y comportamientos -una concepción del mundo, del presente y del futuro, si se prefiere- mediante las cuales se pretende administrar razonablemente la sociedad.

La izquierda rancia

Lo que ustedes acaban de leer conecta con la última aventura de una Ada Colau que, inasequible al desaliento, preside la Fundación Sentit Comú que “nace con el objetivo de dar sentido a aquello que hacemos y al camino hacia dónde vamos en este cambio de época marcado por las crisis y las incertidumbres”. Concluye: “ante la complejidad del momento, surge la necesidad de un proyecto colectivo y común que fomente la construcción de un nuevo sentido común”. Esto es, la Fundación que preside Ada Colau pretende impulsar un movimiento o proyecto colectivo común que nos brinde un nuevo sentido común. Ada Colau se empeña en capitanear una disidencia/herejía que rompa con el sentido común hoy vigente en Occidente que gira alrededor de la Ilustración y la democracia liberal.

No es difícil saber por dónde va la nueva/vieja aventura de Ada Colau si tenemos en cuenta que la Fundación Sentit Comú, en su presentación, nos habla de la participación ciudadana, del espacio de la izquierda, de las políticas feministas, de la ecología, de la justicia social, del municipalismo, de la realidad democrática, de las expresiones artísticas y culturales, de la recuperación de la memoria histórica y democrática. También nos habla de las alianzas necesarias –la unión estratégica de las izquierdas– para dar respuesta a los retos sociales, ambientales y económicos. Lo de siempre. La izquierda rancia.

Hay que adoctrinar al personal

La Fundación Sentit Comú marca/señala –es decir, instruye– las directrices del proyecto colectivo del nuevo sentido común por vías diversas como la Investigación, las Oficinas de Ciudades sin miedo y la Formación. Al respecto, la Fundación elabora estudios, evaluaciones y diagnósticos, fortalece la cooperación entre movimientos sociales y gobiernos locales y proyectos municipales de todo el mundo, y articula cursos, talleres y espacios de debate orientados a fortalecer las capacidades colectivas para la política desde una perspectiva feminista, ecologista, municipalista y democrática. Una suerte de Internacional Progresista –una viejuna Internacional Progresista– cuyo fin es el proselitismo y adiestramiento del personal progresista.

Un proselitismo y adiestramiento que se complementan con un espacio de pensamiento y reflexión, titulado La Pública Digital, en donde aparecen artículos como El entramado comunitario es la única alternativa a la derrota completa y a la muerte, Omnia sunt communia: del capitalismo a la vida, La huelga feminista: una experiencia de comunidad en las calles, Noticias de ninguna parte: las comunas en Venezuela o Una transición verde con perspectiva de clase y de género.

El ‘merchandising’ de Ada Colau

Una camiseta de color negro en donde se lee “La culpa de todo la tiene Ada Colau” (tallas S, M, L, XL y 2XL, algodón 100% ecológico y fabricado con criterios de producción ética) al precio de oferta de 17,90 euros. Hay que añadir que la Fundación del Sentit Comú también vende otra camiseta semejante en donde puede leerse “Deseo de revuelta, revuelta del deseo”. Finalmente, ustedes pueden comprar también un par de objetos más: una taza blanca con el mismo texto de la camiseta de Ada Colau al precio de 9 euros y un adhesivo con el mismo texto al precio de 3 euros. Para los más cafeteros hay una camiseta con el texto “BCN VS Lobbies”, también a precio de oferta de 17,90 euros. En la tienda del sentido común se paga con PayPal. Así se popularizan los populistas progresistas.

Hay que añadir que la Fundación del Sentit Comú también vende otra camiseta semejante en donde puede leerse “Deseo de revuelta, revuelta del deseo”

De segunda mano

El merchandising de la Fundación Sentit Comú, más allá de las camisetas, las tazas y los adhesivos, pone a disposición de la ciudadanía un proyecto y una persona: por un lado, los Comunes; por otro lado, Ada Colau. Un par de “productos” de segunda mano que se intenta revender. Si quieren una mercancía política vintage, se trata, empero, de un vintage devaluado. La Fundación Sentit Comú, es decir, la Fundación Ada Colau, aprovecha la oleada vintage que ha favorecido la venta de la ropa anticuada, o de libros y objetos de segunda mano, para distribuir de nuevo en el mercado de la política la figura de Ada Colau y sus ideas.

Comercialmente hablando hay que reconocer que la Fundación Sentit Comú y Ada Colau –por mejor decir, la Fundación Sentit Comú de/con Ada Colau– han hecho un buen trabajo. En primer lugar, porque se ha sabido empaquetar muy bien –como si se tratara de una nueva mercancía– el producto ecofeminista. En segundo lugar, porque se ha logrado modernizar la imagen de una Ada Colau –corte pixie y pelo rubio platino que remite a la feminista Judith Butler que no distingue entre género y sexo– que ya se está preparando para competir en las elecciones municipales de 2027 en Barcelona.

A la manera del calzado deportivo, las chaquetas de cuadros, el tatuaje o los coches eléctricos, la nueva Ada Colau no es sino una marca/reclamo del progresismo superprogresista –movimientos sociales, proyectos municipales, justicia social, vivienda casi regalada, ecología, feminismo, superislas y lo que se tercie– que pide el voto al ciudadano para alcanzar un mundo nuevo en donde se perciba, en el horizonte, la vida feliz. O casi. Ada Colau se publicita a sí misma como ejemplo de buen tono progresista y toque de distinción democrática.

La fecha de caducidad

Al respecto de lo leído, conviene recordar que la marca Ada Colau nos remite a un proyecto vintage. Tengan cuidado con las marcas caducadas del pasado. Conviene mirar la etiqueta en donde aparece la fecha de caducidad del producto. La salud, primero.

Y a quién –después de haber leído el primer párrafo de este artículo– se pregunte dónde está el sentido común de la Fundación del Sentit Comú, le contesto que, como dijo Hegel en la Enciclopedia de la Ciencias Filosóficas, para filosofar no se necesita nada.

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