Análisis | España superó el millón de contagiados hace meses

El incremento de las PCR dispara las cifras de infectados de coronavirus, pero no debemos olvidar la ceguera que vivimos las primeras semanas de pandemia

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El titular de este miércoles por la tarde era claro y coincidente en todos los medios: España supera el millón de contagiados por coronavirus. Así lo contó también Economía Digital, que lleva meses explicando los datos oficiales pero también tratando de hurgar en aquello que no sabemos y que evidencia que el impacto de la pandemia, tanto en contagiados como en fallecidos, es mucho peor de lo que nos han contado.

Somos en general ya poco críticos con las cifras de el equipo de Salvador Illa y de Fernando Simón nos ofrecen a diario –bien, a diario no, el fin de semana no las publican pese a la magnitud de los rebrotes, pero ese es otro tema–. Las causas son por un lado cansancio –vivimos inundados por los datos–, por el otro, que hace ya unos meses que se realizan PCR a prácticamente todo el mundo que puede necesitarlo.

Es por ello que en las últimas semanas la cifra ha ido escalando sin parar: porque los test han podido radiografiar lo que está pasando, lo que ha disparado la incidencia acumulada hasta cifras (332,7 este miércoles) que no se vieron en la primera ola pese a que, presumiblemente, estuvimos peor que ahora.

Sanidad nos sometió a la desinformación sobre los datos de contagiados en parte por voluntad y en parte por incapacidad

Pero no podemos ni debemos olvidar que esto no ha sido siempre así. Que las primeras semanas y meses de pandemia, entre marzo y mayo, durante el estado de alarma, los datos que recibíamos tenían poco que ver con la realidad y se cambiaban de un día para otro en función del foco informativo.

En esos meses fuimos sometidos a cierta ceguera en parte de forma voluntaria pero sobre todo, por la incapacidad de respuesta de nuestros gobernantes y de los que debían asegurar que el autoproclamado mejor sistema sanitario del mundo estuviera a la altura de lo que se esperaba.

“Un paracetamol y no se mueva de casa”

21 de marzo. Miguel tiene tos, fiebre y se siente agotado. Llama a su ambulatorio. Nadie descuelga el teléfono. Prueba con el 112. Le atienden y le preguntan por los síntomas. Parece Covid-19. “¿Ha perdido gusto u olfato?”. Así es. El diagnóstico: “Parece bastante claro que tiene coronavirus, pero con síntomas leves, si no va a peor, no vaya al hospital. Tómese un paracetamol cada ocho horas y no se mueva de casa”.

Esta conversación la tuvieron miles y miles de españoles en marzo y abril, una cifra que nunca conoceremos pero que escapa de las del Ministerio de Sanidad. Si estas personas tuvieron suerte y no fue a peor, aunque lo pasaran mal encerrados en su habitación, aislados de su familia, durante dos o tres semanas, nunca se les realizó una PCR. Nunca tuvieron, por tanto, la Covid-19 a ojos de Illa, Simón y las autoridades sanitarias autonómicas.

No hablamos de asintomáticos, que representan aproximadamente un 30% de los infectados y la mayoría de los cuales nunca se ha hecho un test. Si han tenido la suerte de que su empresa los hace, quizá ha descubierto que lo tiene o que lo ha pasado, pero si no, son invisibles. Hablamos de personas que lo han pasado mal y pueden arrastrar secuelas.

Al inicio de la pandemia, solo se hacían test a médicos, famosos y pacientes graves; el resto lo pasaba en casa sin disgnóstico

Las primeras semanas de pandemia solo se realizaba test a tres colectivos: los profesionales sanitarios, políticos y famosos y los pacientes graves que llegaban a los hospitales. Y no siempre, pues en la Comunidad de Madrid, la falta de PCR y el alud de enfermos provocó que durante unos días les diagnosticaran y se les tratara como positivo sin test. Nunca ha quedado claro si a estos se les incluyó en las estadísticas oficiales o no.

A diferencia de con los fallecidos, que hay varias aproximaciones a la realidad, con los contagiados no las hay. Es prácticamente imposible saberlo, según reconoció el propio Fernando Simón. Pero ello no debe relajar la voluntad de los servidores públicos de acercarse lo máximo posible a la foto real, imprescindible para encontrar las soluciones y para servir a sus ciudadanos y su derecho a saber.

Solo sabemos, por los test de seroprevalencia de primavera, que se había contagiado algo más del 5% de la población, lo que daría 2,3 millones de contagiados. Pero estos datos obvian la segunda ola, que por desgracia, empieza a parecerse demasiado a la primera. Por lo tanto, hace meses que superamos el millón de infectados de Covid-19.

El exceso de muertes, otro caso de opacidad

Ya que hablamos de ceguera y de datos oficiales vs. datos reales, no está de más hablar de los fallecidos por coronavirus. Los datos de este miércoles hablan de 34.366 pero durante la primera ola, hasta tres instituciones desmintieron las cifras oficiales: el Instituto Carlos III, el INE y la Seguridad Social.

Según el MoMo, que elabora el Instituto de Salud Carlos III para el Ministerio de Sanidad, fueron entre marzo y junio 48.000 fallecidos. Este estudio se basa en el exceso de muertos con respecto a un año normal. Simón lo desmintió aduciendo que el incremento se puede deber a otras causas, pero no se han detectado. De hecho, hubo menos muertos por accidente de tráfico por el parón de la actividad y la movilidad.

Fernando Simon, médico epidemiólogo español, director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. EFE

Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. EFE

Los datos del INE y los de la caída de pensionistas sufrida por la Seguridad Social arrojaban una desviación todavía mayor, de entre 17.000 y 20.000 fallecidos. Fedea hizo un estudio que hablaba de cifras parecidas. En la segunda ola el exceso podría ser de 11.000 fallecidos, por lo que las víctimas mortales ascenderían a 59.000.

Pero más allá de los datos están las personas. No podemos olvidar los brotes que hubo en residencias de la tercera edad de todo el país y donde difícilmente entraba un test. Fallecieron miles de ancianos en su cama de la residencia y, por orden de Sanidad, las CCAA no los sumaban a los datos diarios que reportaban. Algunas, como Cataluña, sí los incluía en su propia difusión de datos.

La pandemia ha dejado a la vista muchas vergüenzas de los gobernantes y de la clase política en general. La más importante es la incapacidad de gestión de los primeros y de sentido de estado de todos. Pero también hemos visto una opacidad que no debemos ni olvidar ni permitir de ahora en adelante.

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