De los catalanes que pintaban en Madrid a los que perdieron la república

López de Lerma, Duran i Lleida y Martí Blanch retratan para ED Libros la caída del catalanismo que no supo autogobernar y su mutación al separatismo

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De mandar en Madrid, a perder una república… que duró ocho segundos. Los últimos 40 años de “conllevancia” entre Cataluña y el resto de España se resume en esa frase, la primera de este artículo. Pero las síntesis son crueles: omiten los detalles.

Y para detenerse en esas pinceladas de las últimas cuatro décadas de política catalana, particularmente desmadrada en el último año, debemos echar mano de tres observadores clave. Son Josep López de Lerma, Josep Antoni Duran i Lleida y Josep Martí Blanch.

Los tres joseps escriben para ED Libros sobre los orígenes del conflicto catalán, la maduración y finalmente, los errores. Son textos que nacen en la trastienda de esas distintas fases y, por tanto, únicos y de alto valor documental.

Cuando los catalanes mandaban

Cuando pintabamos algo en madrid

López de Lerma sorprende con Cuando pintábamos algo en Madrid. Y ese “algo” tiene su importancia. Considera el ex diputado de Convergència (CDC) que la cabezonería de Jordi Pujol, entonces ídolo nacional, condenó al nacionalismo moderado y práctico al ostracismo y, más tarde, a la radicalización.

¡Hasta seis veces se le ofreció a Pujol entrar en el gobierno español! No aceptó.

Este libro es, a ratos, un homenaje a los mejores logros de la CDC pragmática y un breviario, otras veces, de relatos sobre cómo el catalanismo se vino abajo porque no supo gestionar un autogobierno de verdad ante la mayor crisis económica del siglo.

Lo que pudo ser y fue

Un pan como unas tortas

En ese punto, en el del hundimiento del “pal de paller”, toma el relevo Duran i Lleida. Un pan como unas tortas  se podría haber titulado Lo que pudo ser y fue: el hundimiento del mapa político catalán tradicional como consecuencia del impulso, por parte de Artur Mas, al proceso soberanista.

Duran explicó en la presentación que Economía Digital organizó en Madrid que el libro es “un acto de justicia con la realidad”. El ex secretario general de Unió escribe unas páginas pesimistas, o realistas, según se mire.

Lo es con la estrategia de la búsqueda de la colisión –“el choque de trenes”— a la que Mas se agarró desde el sínodo de la Generalitat.

Durán también reserva tinta crítica para la actitud de Madrid. Relata, al por menor, cómo se cocinó la insensible, a su juicio, respuesta desde la Moncloa que, justamente, echó más leña al fuego de la confrontación.

En Madrid, cuenta, más de uno esperaba el choque antes de que los trenes, siquiera, hubieran salido de la estación. El político catalán prácticamente presenta sus primeras memorias. 

Un libro que empezó a andar después de que dijera en Catalunya Ràdio “si el proceso rompe CiU y PSC y fortalece ERC y Ciudadanos, habremos hecho un pan como unas tortas”.

¿Cómo se perdió la república?

portada proces

El tercer Josep del trío de autores, Martí Blanch, trabajó para Mas como secretario general de comunicación de la Generalitat. Fue, por tanto, testigo directo de cómo el suflé adquiría volumen.

¿Cómo ganamos el proceso y perdimos la república? es un relato honesto que contempla la intrahistoria sobre el viraje de CDC hacia el separatismo.

Lo explica desde su observación privilegiada y ahonda en escenas que formarán parte de la historia.

En sus capítulos el lector encontrará todas las claves que señalan como, en la intimidad, ningún impulsor del “procés”, excepto, quizá, la CUP, creyó nunca que se llegaría a un escenario de independencia unilateral.

¿Entonces? El objetivo sería sólo sentar al Estado en una mesa de negociación.

Hay momentos del libro que reflejan, con exquisito corte cinematográfico, que cada paso dado ha sido un doblar la apuesta, confiados los de la Generalitat que “Madrid” daría algún paso.

Ojo al compendio de errores independentistas: siempre creyeron que el Estado nunca ‘usaría según qué herramientas en el siglo XXI’. Eso “es no entender lo que es un Estado”, asegura Martí.

Ismael García Villarejo

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