El ascenso de la extrema derecha en Austria desestabilizaría a Europa

El candidato ultraderechista Norbert Hofer tiene una leve ventaja sobre el ex líder de los Verdes Alexander van der Bellen. El recuento de los votos por correo será determinante

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Austria podría tener al primer presidente de ultraderecha de Europa: Norbert Hofer del Partido por la Libertad (FPÖ) habría logrado entre un 51,9% en la segunda ronda de las elecciones presidenciales de Austria, según precisan diversos sondeos. Su competidor es Alexander Van der Bellen, economista que había sido dirigente del partido Verde. Con un resultado tan ajustado, habrá que esperar qué decide el recuento los votos emitidos por correo, que se realizará este lunes.

Ya Hofer había triunfado en la primera vuelta hace un mes, con más de un tercio de los votos. Los dos partidos tradicionales que han tenido el control del gobierno austríaco por décadas, el ÖVP (democristianos) y el SPÖ (socialdemócratas) quedaron descartados en la primera vuelta de las elecciones.

Los ultras crecen por Europa

Su posible llegada a la presidencia acompaña a la sombra de la ultraderecha que se expande por Europa, potenciada por la crisis de los refugiados, el temor al terrorismo islamista y la crisis económica en diversas zonas de Europa.

De hecho, el FPÖ comparte grupo en el Parlamento Europeo con el Frente Nacional de Marine Le Pen. Este partido, en diciembre, había logrado el primer lugar en las elecciones regionales, pero el frente común entre socialistas y republicanos le quitaron la posibilidad de asumir en gobiernos locales.

En varios países de Europa, las fuerzas de ultraderecha tienen una participación que no supera el 15%, pero el temor es que las elecciones austríacas movilicen a estas fuerzas y creen un efecto dominó, que quizás no llegue a tumbar presidentes, pero sí a formar coaliciones y a imprimir un giro derechista a los gobiernos. Y a desestabilizar la estructura de la Unión Europea, ya amenazada por los británicos con su Brexit.

Discurso xenófobo y anti europeo

El presidente en Austria tiene un rol más bien ceremonial, pero no deja de ser el jefe de Estado, y si quiere, puede disolver el Gobierno, ahora integrado por políticos socialdemócratas y populares.

El discurso xenófobo, contrario a las parejas homosexuales y anti europeo de Hofer ha calado hondo en la población austríaca. El año pasado el país acogió a 90.000 solicitantes de asilo, apenas el 1 por ciento de su población, poco después que Alemania abriera sus fronteras a los refugiados que huían, en su mayoría, de la guerra civil de Siria.

Desde entonces, el gobierno ha endurecido las medidas contra la inmigración, pero esto ha servido de combustible a la extrema derecha, que ya sacaba provecho del descontento generalizado hacia los partidos tradicionales.

Economía Digital

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