El conflicto okupa derrumba a la mitad las ventas en Gràcia

Los comerciantes denuncian graves pérdidas económicas y que varios locales incurren en gastos extras por la reparación de escaparates y persianas

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Los vecinos y comerciantes de Gràcia se encuentran atrapados en el conflicto por el banco expropiado. Los desmanes y choques entre okupas y policías del lunes 23 y el miércoles 25, y en menor medida los del domingo 29 de mayo, han causado diversos daños a los comercios del barrio cuyas huellas todavía persisten.

Aunque todavía no hay cifras oficiales de los perjuicios económicos, una serie de consultas por los comercios cercanos al centro okupa estiman que las ventas han caído entre un 40% y un 50% estas semanas. Por un lado, las pérdidas obedecen a que en los días de disturbios han tenido que bajar las persianas antes del horario habitual, y por otro, a que ha disminuido el flujo de clientes habituales.

Rechazo a la ayuda

Esta sensación es compartida por la Fundació Barcelona Comerç, que en un comunicado dice que «los perímetros de seguridad y los graves disturbios han favorecido el poco tránsito de gente por estas calles, rebajando el interés del vecindario para acercarse a la zona para hacer sus compras». Tanto esta organización como la Confederación de Comercio de Cataluña (CCC) apoyaron la acción de los Mossos d’Esquadra.

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El ayuntamiento de Barcelona propuso crear un fondo de 25.000 euros para dinamizar el comercio de Gràcia tras los disturbios, pero varias entidades rechazan la propuesta. «No existe ninguna cantidad pactada por el Ayuntamiento ni se pretende pactar. No queremos ser un instrumento para cualquier campaña», dijeron diversas asociaciones de comercio del distrito, como la de Travessera Centre, de Ramon y Cajal o el Eix Comercial Gran de Gràcia.

Las marcas del vandalismo

Precisamente, el miércoles 25 en varios comercios de Gran de Gràcia se habían producido algunos de los ataques de okupas más fuertes, con rotura de vidrieras y escaparates de varios comercios. Algunos todavía conservan las huellas del vandalismo: en el cruce de esta avenida y Montseny, los vidrios de un local de Orange se sustentan en un frágil equilibrio con cintas adhesivas, mientras que enfrente, la vidriera de Calzedonia presenta diversas roturas producidas por objetos contundentes. «La noche del miércoles rompieron la persiana, y lograron introducir palos para destrozar las luces», describe una empleada del local de trajes de bañador.

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De esa noche, a Patricia (empleada de un comercio cercano) le extrañó que muchos manifestantes iban vestidos de negro, con capuchas y prendas de cuero. «No es para nada la estética okupa, que siempre están de colores, y se muestran alegres. Estos grupos estaban muy organizados, iban directo a los contenedores y contra las vidrieras», dice.

A pocos pasos del banco expropiado, el tradicional comercio Marisol sufrió la rotura de una vidriera y de su persiana. Sólo el vidrio cuesta unos 350 euros, y no hay seguro que cubra los daños por vandalismo. «Nunca hemos tenido problemas con los okupas, siempre han sido muy correctos con el barrio, pero con este conflicto tenemos miedo por nuestras vidrieras cuando comienzan a chocar con la policía», dice una comerciante vecina que pide no ser identificada.

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Pedido de solución

Diversas instituciones históricas de Gràcia, como el Orfeó gracienc, el Centre Moral i Instructiu de Gràcia y la Fundació de Colles de Sant Medir piden que el conflicto se solucione de una vez, y de forma pacífica y dialogada. No rechazan a que haya un espacio «donde se puedan desarrollar actividades y debates», pero puntualizan que «la violencia no aporta nada» y piden que «se busquen fórmulas que aporten una solución a este conflicto».

Los colectivos que apoyan a los okupas anuncian nuevas protestas para los próximos días. Los comerciantes ven con resignación que la escalada de enfrentamientos no cesan, y volverán a bajar sus persianas para evitar males mayores.

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