El gobierno Torra: qué es «hacer república» y otras preguntas sin respuesta

El arranque de la incierta andadura de Quim Torra como presidente está empedrado de dudas para las que ni el presidente ni JpC y ERC parecen tener respuesta

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Con la investidura de Quim Torra como presidente de la Generalitat, el Parlament cerró ayer el episodio de bloqueo que arrancó el 27 de octubre con aquella presunta declaración de independencia que no tuvo ninguno de los efectos prácticos que proclamaba, sino que, en las antípodas del objetivo buscado –o al menos declarado- por sus impulsores, desencadenó el desmantelamiento inmediato del autogobierno catalán en aplicación del artículo 155.

Ha sido un agujero negro de casi siete meses en la política catalana. Pero el desbloqueo no despeja el horizonte. Al contrario, si atendemos a lo que se ha dicho en las sesiones parlamentarias que han acogido la primera y la segunda ronda de la votación de investidura, hay pocos motivos para pensar en que la situación se aclarará. Los caminos por los que transitará el gobierno de Junts per Catalunya (JpC) y ERC presidido por Torra y tutelado por Carles Puigdemont con el mando a distancia solo pueden calificarse, en el mejor de los casos, de inciertos.

El principal mantra es ese «hacer república» que tiene todos los visos de ser el nuevo «hacer país»

Esa es la sensación que dejan los enormes huecos que parece haber tras los mantras en los que Torra y los suyos se escudan para evitar dar detalles. El principal, ese “hacer república” que tiene todos los visos de ser el nuevo “hacer país”. Para muestra, el montón de preguntas que la oposición le ha lanzado al candidato y que o bien este ha contestado con regateos o subterfugios  o, simplemente, han quedado sin respuesta. Aquí van algunas de las dudas más significadas planteadas a Torra, y lo que el presidente ha dicho al respecto, si es que ha dicho algo.

¿Qué piensa  Quim Torra de los españoles?

Antes de entrar en materia, Torra trató este lunes de hacerse perdonar por sus polémicos textos. Esta vez con algo más de convicción. Si el sábado se limitó a recurrir a la fórmula “lo lamento si alguien se ha sentido ofendido”, dos días después, casi parafraseaba al rey Juan Carlos I cuando se disculpó por su viaje de caza mayor a Botsuana con aquello de: “Me arrepiento. No volverá a pasar”. De los tuits, dijo que se refería “al gobierno del estado”, pese a hablar de “los españoles” en general. Y los excesos de sus artículos los atribuye a “la intensidad que a veces reclama el periodismo”.

Iceta le sacó otro artículo de la hemeroteca, en el que Torra da por “extinguida” la “raza del socialista catalán” por sus «cruces» con el español

Ninguno de sus rivales le compra la moto. Inés Arrimadas (Cs)  le afeó que “compare el periodismo con la xenofobia” y Miquel Iceta (PSC) le sacó otro artículo de la hemeroteca, esta vez, uno en el que Torra da por “extinguida” la “raza del socialista catalán” por culpa de los “cruces con “la raza del socialista español”. Torra lo atribuyó al uso “de la ironía”.

Iceta, Arrimadas y Xavier Domènech (Catalunya En Comú Podem) le insistieron en que, más allá de la hemeroteca, lo que cuenta es qué piensa tanto de los españoles como de los catalanes no catalanistas, o aquellos que también se sienten españoles. A lo primero no respondió. A lo segundo, sí: que hay siete millones y medio de catalanes, dijo. Y que “hacer república” es trabajar por una Cataluña mejor para todos.

¿Y qué significa “hacer república”?

La independencia ha quedado para ser coreada en los partidos del Camp Nou y otras grandes y multitudinarias ocasiones, pero ya no se la nombra en el Parlament, reemplazada por la república. Y si el objetivo declarado hasta el 27 de octubre era obtener la independencia, ahora se trata, se repite por activa y por pasiva, de “hacer república”, un hito mucho más modesto, ni que sea por inconcreto; un mantra lo suficientemente abstracto como para que se le pueda encajar cualquier cosa. Un lema, vamos, un comodín.

Torra dice en todo caso que habrá tres vías de “acción política republicana”

Torra dice en todo caso que habrá tres vías de “acción política republicana”. La primera, un “consejo de la república” en el “espacio libre de Europa”, es decir, el sanedrín liderado por Puigdemont que marcará la pauta al ejecutivo. La segunda, la integrada por la Generalitat, el Parlament y los ayuntamientos en manos independentistas. Y la tercera, la de la movilización ciudadana y una “asamblea de electos” que tendrá como encargo un borrador de constitución catalana.

Suena todo a brindis al sol en medio de una espesa neblina. O a propaganda sin consecuencias diseñada para satisfacer a la parroquia más reticente a hacer esa reflexión que propone Esquerra en su ponencia política. Pero si una cosa nos han enseñado estos años de procés es que conviene no descartar nada. O casi.

¿Desobedecerá?

Iceta le ha preguntado directamente a Torra si respetará el Estatut y la Constitución. “El único al que debo obediencia es al pueblo de Cataluña”, ha respondido vehemente el presidente electo, y el socialista ha replicado que él también. “Pero eso se hace”, ha puntualizado,  “haciendo caso del Estatut, porque si no, en nombre del pueblo se pueden cometer barbaridades”.

El comportamiento de la mayoría independentista en los últimos meses, siempre flirteando con la idea de la desobediencia, y amagando con ella pero sin dar nunca el paso, da una pista de por dónde pueden ir los tiros. Y también la externalización del pretendido borrador constitucional: si se le hiciera el encargo a una comisión parlamentaria, se entraría automáticamente en el terreno del desacato, como reclama la CUP, que ya no se cree la vocación rupturista de JpC y ERC.

Unos y otros son conscientes de que, de volverse a salir de la senda constitucional, todo podría precipitarse otra vez al agujero negro del 155

Los de Oriol Junqueras, además, han virado en clave realista y ya no se plantean la vía unilateral, al menos a corto y medio plazo, sino que ahora admiten al independentismo le falta aún músculo para dar nuevos saltos al vacío. Y unos y otros son conscientes de que, de volverse a salir de la senda constitucional, todo podría precipitarse otra vez al agujero negro del 155, como Xavier García Albiol (PP) se encargó de advertir a Torra en el mismo hemiciclo, y como también había hecho ya también el presidente Mariano Rajoy.

¿Se dedicará a algo más que a “hacer república”?

A Torra le reprocharon el sábado falta de cuerpo programático más allá de las apelaciones a los presos, las críticas a la judicatura y el 155, las llamadas a la comunidad internacional y la gesticulación republicana, y este lunes recuperó el argumentario de la investidura de Jordi Turull y enumeró proyectos por ámbitos.

Habló de reactivar la agencia tributaria catalana, de reforzar el modelo de la escuela catalana, de normalizar el uso del catalán en la judicatura y de explotar el deporte como terreno abonado para la “diplomacia” internacional, asuntos que no se salen de la agenda clásica de los gobiernos procesistas. Pero también de cohesión social, de igualdad sexual, de recortar listas de espera, de avanzar en el peso de las energías renovables, de mantener en manos públicas Aigües Ter-Llobregat  o de impulsar un salario mínimo de 1.100 euros.

Torra advirtió que “todo está relacionado con recursos económicos y poder político”

Fue, eso sí, un surfeo absolutamente falto de concreciones. De hecho, no cuenta con una mayoría que le garantice tirar adelante esas medidas, porque la CUP; pese a la abstención desatascadora, advirtió que ejercerá de oposición. Y además, Torra advirtió que “todo está relacionado con recursos económicos y poder político”. Es decir, que todo depende del margen de maniobra que conceda el gobierno de Rajoy no solo con el levantamiento del 155, sino también respecto de las cuentas de la Generalitat, intervenidas a todos los efectos por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, desde septiembre.

¿Cómo piensa reactivar las leyes bloqueadas por el Constitucional?

Torra anunció que volverá a impulsar 16 leyes que, tras ser aprobadas por el Parlament, fueron recurridas por el gobierno central ante el Tribunal Constitucional, lo que supuso su suspensión cautelar inmediata. La lista incluye la ley contra el cambio climático, la que se impulsó para combatir la pobreza energética o la que promovía la igualdad entre hombres y mujeres. No aclaró si en el pack va también la ley aprobada en el pleno del 6 y el 7 de septiembre y que definía el proceso de desconexión de Cataluña respecto del resto de España.

¿Cómo lo hará? ¿El gobierno catalán propondrá textos que prescindan de los aspectos que el ejecutivo de Rajoy entendía que invadían competencias? ¿O volverá a someter a votación los mismos textos, con lo que solo podrán acabar otra vez en el TC? ¿O es que desobedecerá al alto tribunal? ¿O acaso se refiere a que a medida que el TC vaya resolviendo los casos, acatará sus recortes?  Nada de eso se ha explicado.

Domènech y Arrimadas le recordaron a Torra en la investidura que hay leyes en vigor que nunca se han desplegado

Eso sí, Domènech y Arrimadas le recordaron a Torra en la investidura que hay leyes en vigor que nunca se han desplegado, y la segunda evocó aquellas grabaciones en las que el exsecretario de Hacienda, el republicano Lluís Salvadó, dijo respecto del impuesto catalán a vehículos contaminantes impulsado la legislatura pasada aquello de “Espero que el TC lo suspenda, porque si no, haremos un ridículo espantoso”.

¿Tendrá tiempo?

Torra ha esgrimido en la segunda vuelta programa de gobierno en todos los ámbitos, pero no ha renunciado a la idea de que esta puede ser una legislatura de solo cinco meses, tal y como ya apuntó Puigdemont, marcando territorio, el mismo sábado en que Torra se sometía al primer debate y la primera votación. Así que, ¿cómo se hace todo eso en cinco meses? Ha sido una pregunta recurrente entre la oposición no independentista, pero también se ha quedado sin respuesta.

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