El Pdecat rompe sus promesas a Puigdemont

La dirección del Pdecat, presionada por cuadros intermedios y dirigentes territoriales, enfría la posibilidad de diluirse en la Crida de Puigdemont

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«Cada vez hay más gente hasta las narices de Puigdemont en el partido». La frase procede de los cuarteles del Pdecat y resume a la perfección el estado de ánimo que se ha instalado desde hace varias semanas en la formación neoconvergente.

Tal es el hartazgo con Carles Puigdemont que incluso el presidente del Pdecat, David Bonvehí —un hombre de su cuerda—, ha tenido que marcar distancias con el líder huido.

Bonvehí, a quien le llegan todas las protestas de alcaldes, concejales y cuadros de distintos niveles del partido, se ha encargado de enfriar la disolución del Pdecat en el magma de la Crida Nacional per la República (el partido que promueve Puigdemont), para evitar un mal mayor: la ruptura interna.

La maniobra de Bonvehí no puede pasar inadvertida porque se produce en vísperas de la convención fundacional de la Crida (este sábado, día 27). Después de acumular decenas de protestas internas de voces del Pdecat que no comprenden el sentido de la Crida, Bonvehí ha puesto fin a la época del «sí a todo» a Puigdemont.

Primera advertencia dirigida a Waterloo, refugio de Puigdemont: «El Pdecat no tiene los días contados». Segunda advertencia: «Dos partidos con la misma ideología no tienen sentido, eso fragmentaría el espacio ideológico». Y tercera advertencia: «Si la Crida es lo mismo que el Pdecat, si somos las mismas personas con las mismas ideas, no tiene sentido que haya dos partidos defendiendo lo mismo».

Los mensajes a Waterloo

Los mensajes hechos llegar por la dirección del Pdecat a Puigdemont dan al líder huido un plazo de tan sólo una semana para presentar la Crida como algo verdaderamente distinto al Pdecat.

La dirección del partido neoconvergente no tiene inconveniente en que Puigdemont siga siendo el estandarte de su espacio porque no tienen a su alcance a ninguno otro mejor, pero no ve con buenos ojos que la Crida quiera sustituir de un plumazo al Pdecat.

Lo cierto es que Puigdemont apenas ha conseguido atraer a figuras ajenas al Pdecat. Sus mayores logros se limitan a los fichajes que realizó para su lista electoral (Elsa Artadi, Eduard Pujol, Gemma Geis y Antoni Morral son los más destacados) y a otras figuras, muy amortizadas en términos políticos, como Agustí Colomines, Ferran Mascarell y Marina Geli.

A lo largo de las últimas semanas, el entorno de Puigdemont ha intensificado las presiones sobre el Pdecat para conseguir afiliados y dinero. Pero su éxito ha sido muy relativo. A estas alturas, la Crida no alcanza los 5.000 fundadores (el término que usan para referirse a los afiliados) y ya ha renunciado a dar la batalla de las elecciones municipales.

Su tiempo para presentarse como un verdadero paraguas que cobije al independentismo se agota. Y los partidos soberanistas siguen colocándose sus propios chubasqueros: primero ERC, luego la CUP y, por último, el Pdecat, que ha roto su promesa de integrarse en la Crida sí o sí.

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