ERC prepara el terreno para dejar caer a Quim Torra

Esquerra da por agotada la legislatura catalana y presiona a Torra y Junts per Catalunya para volver a las urnas tras la sentencia del procés

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Que el gobierno de  Quim Torra no da para más no solo lo repite cada vez que tiene ocasión la oposición en pleno, de Cs y PP a los comunes y la CUP, pasando por el PSC, sino que es algo que se admite incluso en el seno del propio ejecutivo catalán. Hace muchos meses que eso es un secreto a voces y que se cuenta con que la legislatura no llegará mucho más allá de la sentencia del juicio del procés en la que, acabada la vista oral, ya trabaja el tribunal presidido por Manuel Marchena

Pero en las últimas semanas, Torra ha tratado de rebajar esa expectativa de elecciones anticipadas. Y en ERC, en cambio, han optado por enfatizar que esa «respuesta de país» que pide sin más concreción el president que se dé a la sentencia —salvo que sea absolutoria, claro—, tiene que pasar sí o sí por una elecciones anticipadas. A finales  de mayo, entrevistado en TV3, el vicepresidente y hombre fuerte de ERC en el govern Torra, Pere Aragonès, abogaba por dar una respuesta «lo más amplia posible a la sentencia», y apuntaba que podría consistir en una nueva cita con las urnas, pero remarcaba también que eso era decisión del president.

Este jueves, el presidente del Parlament, Roger Torrent, una de las figuras más destacadas de ERC, aparcó el perfil institucional y dio cuerda a la advertencia de «movilización permanente» de sus electores previendo que Pedro Sánchez no acceda a abrir la carpeta catalana para acordar un referéndum.

Y antes que Torrent, el pasado miércoles, otro peso pesado de la formación que preside Oriol Junqueras, el exportavoz en el Congreso Joan Tardà, sustituyó cautelas por contundencia y, en un artículo en El Periódico, consideró que, tras la sentencia del Tribunal Supremo (TS), la convocatoria electoral es «insoslayable» e «imprescindible».

Tardà compara en el artículo la relevencia y las consecuencias que aventura que tendrían esos comicios con las de las elecciones generales de febrero de 1936, tras las cuales hubo una amnistía para Lluís Companys y su gobierno, y plantea un «frente amplio» tras esos comicios para contar con un ejecutivo con más apoyos, en lo que es el enésimo guiño de Esquerra a los comunes. Este, ni tres semanas después de que Ada Colau se decantara por pactar con el PSC y contar con el apoyo de Valls y, de paso, dejar a ERC en la oposición y a Ernest Maragall compuesto y sin alcaldía.

Pressing de ERC a Torra

La apelación de Tardà no es un elemento aislado, sino que se enmarca en una estrategia más amplia de pressing a Torra y JpC, que se resisten a una nueva cita con las urnas para la que no cuentan con buenas cartas, pero que cada vez cuentan con menos  argumentos para prolongar la legislatura. Su último gatillazo estratégico, al no conseguir Puigdemont su objetivo declarado de acceder al Parlamento Europeo, no les ayuda en ese sentido.

El artículo coincide con el pistoletazo de salida por parte de Aragonès de los trabajos que deberían cristalizar en la propuesta presupuestaria de 2020, un movimiento que podría interpretarse como una voluntad de continuidad, pero que al fin y al cabo no es más que un trámite que toca a estas alturas del año y no compromete a nada, y que lo que ha comprtado es que el gobierno en pleno admita abierrtamente que no volverá a intentar buscar apoyos para aprobar las cuentas de 2019.

Lo significativo es que esa puerta la abrió Torra a principios de junio, a la hora de hacer balance de su primer año de gobierno, exiguo en términos de gestión y también de cumplimiento de sus promesas en clave independentista. Carles Puigdemont acababa de renunciar a su restitución como president, objetivo que su sucesor en la Generalitat se había fijado como prioritario. Así que, con el retorno de Puigdemont ya descartado, Torra, sin ideas para seguir justificando la prolongación de la legislatura, se aferró de nuevo a la apelación al diálogo dirigida a un Pedro Sánchez que le ignora y a reabrir la negociación presupuestaria, y remarcó que no tiene intención de convocar elecciones anticipadas.

Pero Esquerra dio la callada por respuesta, el departamento de Economía nunca llegó a recibir la orden de sacar del cajón el anteproyecto presupuestario y de reabrir los contactos con los comunes,y y, un mes después, la portavoz del govern, Meritxell Budó, certificaba este miércoles que la de los presupuestos que Torra llegó a califcar como «los más sociales de la historia» es una vía muerta, y Tardà explicitaba la exigencia de elecciones anticipadas tras la sentencia, que se espera en septiembre, aunque el líder del PSC, Miquel Iceta, aventuró que podría darse incluso este mes de julio.

Dos fechas en estudio

Los de Junqueras, de hecho, han preguntado por la disponibilidad del pabellón de la Estació del Nord de Barcelona los domingos 20 y 27 de octubre, tal y como avanzó Economía Digital. Todo cuadra, porque se trata del recinto donde Esquerra celebra las noches electorales. Y la segunda fecha, además, coincide con el segundo aniversario de la simulada declaración de independencia del Parlament y de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. 

Una cita con las urnas en Cataluña completaría el ciclo electoral y, con él, y si hacemos caso de las encuestas, la consolidación de ERC como formación hegemónica entre el independentismo, en detrimento de JpC, pendiente además de una reordenación del espacio posconvergente que sigue posponiendose ante la falta de acuerdo entre el entorno de Puigdemont y los sectores moderados y que más se identifican con los postulados de la antigua Convergència, alineados ahora con los postulados más pragmáticos por los que están apostando los de Junqueras.

Lo que está por ver es hasta qué punto esa carrera electoral se encabalgaría con la que eventualmente podría producirse si Sánchez no consigue su investidura en julio. Investidura para la que ERC también maniobra. Ahora, aplaudiendo el último movimiento de Pablo Iglesias, que se ha abierto a renunciar a integrarse en un gobierno de coalición si esa apuesta no consiguiera apoyos suficientes en el Congreso en la sesión de investidura. «Buen movimiento», le elogiaba el diputado Gabriel Rufián a Iglesias vía Twitter.

Al fin y al cabo, Podemos es más sensible que los socialistas a las reivindicaciones del independentismo sobre presos y autodeterminacion, y los comunes, los socios catalanes de iglesias, las comparten absolutamente. Por lo que un entendimiento entre el PSOE y la formación morada facilitaría una abstención de Esquerra que, en esas circunstancias, equivaldría a dar una definitiva luz verde a la investidura de Sánchez que dejaría el otoño expedito para una sola campaña electoral, la enfocada al Parlament.

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