ERC se acoge a la ‘doctrina’ Forcadell para gobernar tras el 21-D

ERC recoge la ‘doctrina’ Forcadell, rechaza los cantos de sirena de Puigdemont y se prepara para gobernar tras el 21-D con pactos transversales

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Se acabó el cuento y el juego con lo imposible, aunque las consecuencias judiciales serán duras. ERC se agarra a la ‘doctrina Forcadell’ para gobernar tras el 21-D, y rechaza por completo sumarse a la lista que quiere encabezar Carles Puigdemont, una especie de lista del President, que, en cualquier caso, será la del Pdecat.

Esquerra Republicana lleva tiempo preparándose para gobernar la Generalitat, con un presidente o presidenta republicana. Y le ha venido bien, aunque fuera por una circunstancia no querida, la declaración de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, en el Tribunal Supremo. Su respuesta acatando la Constitución y el 155, con la idea de no reincidir en una vía unilateral al margen de la ley, marca el camino para los republicanos, que, de hecho, es lo que querían desde hace meses, con los ojos puestos en unas elecciones al Parlament donde se demuestre que pueden ser la fuerza política hegemónica en los próximos años.

Oriol Junqueras no quiere saber nada de la lista de Puigdemont, que, finalmente, se pondrá en marcha tras un acuerdo con el Pdecat, y que permitirá la entrada de independientes y de personalidades del soberanismo, pero que será la del partido para aprovechar los espacios electorales. Esquerra quiere seguir el guión que trazó hace meses, al margen de Puigdemont y del Pdecat.

Junto a Carme Forcadell, figura Anna Simó, la miembro de la Mesa del Parlament, y una de las dirigentes clave en el tránsito de la Esquerra de Carod-Rovira y Joan Puigcercós a la Esquerra de Oriol Junqueras. Con ascendencia y respeto en el partido, Simó siguió los pasos de Forcadell y del resto de miembros de la Mesa del Parlament. Las dos no asistieron a la manifestación a favor de los consellers presos del pasado sábado, y se comprometen a seguir la vía constitucional, a riesgo de que se pueda revisar su situación judicial.

Forcadell y Anna Simó han renunciado a la vía unilateral fuera de la Constitución, y a ERC eso le va bien

A la espera de que los consejeros presos, comenzando por Oriol Junqueras, puedan tomar la misma senda que Forcadell, cuando el Tribunal Supremo acumule toda la causa, la tensión aumenta entre el presidente Puigdemont, el Pdecat y la dirección de Esquerra, con Marta Rovira a la cabeza.

Puigdemont cree que existe una última oportunidad, que se puede dar la batalla en las urnas y doblegar a Mariano Rajoy, y que todo eso se puede conseguir con una lista unitaria, o con una lista popular, bajo su liderazgo. Los dirigentes del Pdecat no apostaron por ese camino. Marta Pascal, David Bonvehí, Jordi Xuclà o Carles Campuzano están convencidos de que el Pdecat puede tener una oportunidad para comenzar de nuevo, para recuperar su espacio ideológico, aunque sea desde una posición ahora menor en el Parlament.

Sólo con trabajo y claridad en el ideario político e ideológico se podrá recuperar un espacio central. Pero Puigdemont quiere acelerar, llevar el coche hasta el precipicio y, como enseña la mecánica cuántica –a Junqueras le gusta disertar sobre esta disciplina de la física—puede ocurrir que el coche, en vez de acabar despeñado en el desfiladero, salga rebotado y vuelva a la posición inicial. Es poco probable, pero Puigdemont tiene la fe del independentista de siempre, del activista.

Puigdemont se enfrentará liderando el Pdecat a Junqueras, con ERC

Ante eso, el Pdecat ya no puede resistir más. Ni la figura de Artur Mas, que, a pesar de ser el gran responsable de todo el proceso soberanista, quiere aparecer ahora como el moderado que pide un poco de calma. No ayuda que en ese entorno figuren elementos como el editor Oriol Soler, capaz de idear tres proyectos a la vez, sin que ninguno de ellos tenga la menor viabilidad. ¿Conclusión? Puigdemont liderará una lista propia, pero con las siglas del Pdecat, con toda la ayuda logística del Pdecat, y con la incorporación de independientes y destacados soberanistas de la sociedad civil, aunque enfrente tenga a Oriol Junqueras o a Marta Rovira.

Esquerra, en cambio, no quiere saber nada de esa apuesta. “Podemos gobernar bien, de hecho, lo hemos demostrado”, señala un destacado dirigente republicano. Figuras como Carles Mundó, al frente de Justicia, o el equipo de control de presupuestos del departamento de Economía, se señalan como adalides de un cambio en las prácticas de Esquerra, que hizo la vida imposible a los gobiernos del tripartito, pero que ahora consideran que pueden ser un modelo de gobernabilidad.

El Pdecat camina hacia su autodisolución, de la mano del activista Carles Puigdemont

Con esa premisa, y sin descartar que todo cambie por completo si la situación judicial de Junqueras se agrava o la propia de Puigdemont y de los consejeros que se encuentran en Bruselas, como Toni Comín o Meritxell Serret, de ERC, los republicanos se preparan para gobernar con acuerdos transversales en el Parlament, especialmente con los ojos situados en Catalunya en Comú, el partido de Ada Colau, que acaba de echar al PSC en el Ayuntamiento de Barcelona.

Junqueras nunca ha mostrado prisa para conseguir sus objetivos. Y la prioridad es gobernar, ensanchar el apoyo social y político para la causa independentista, y hacer ver, con la propia gestión, que Cataluña no tendrá futuro si no cuenta con estructuras propias de estado.

Esa es la estrategia de los republicanos, mientras el Pdecat camina hacia su autodisolución  –prácticamente sin haber nacido todavía—de la mano de un activista, de un agitador llamado Carles Puigdemont.

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