Los indignados reinventan el escrache para burlar la ley mordaza

Los colectivos antidesahucios colapsan de forma silenciosa las oficinas bancarias para evitar las multas de la ley de Seguridad Ciudadana

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Adiós a los pitos y los altavoces. El colectivo antidesahucios ha evolucionado sus métodos de protesta contra las entidades que aplican ejecuciones hipotecarias. Se acabaron las acciones bulliciosas, las acampadas en las oficinas bancarias y los cristales cubiertos de pegatinas.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, PAH, el movimiento levantado por Ada Colau, y Stop Desahucios, explican que con la entrada en vigor de la ley de Seguridad Ciudadana, mejor conocida como «ley mordaza» los grupos de protesta han acordado extender una forma de protesta silenciosa, pacífica pero igualmente efectiva y dañina para la imagen de la entidad financiera. Se trata de la protesta del «bloqueo administrativo» y tiene como propósito impedir la actividad en la sucursal.

«Los manifestantes van al banco con 100 monedas de un céntimo y deciden donar un céntimo a diferentes ONG. Es una forma pacífica y legal de colapsar por completo las oficinas bancarias. Los trabajadores están obligados a atender a los usuarios y la policía no puede intervenir», explica Chema Díaz, miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Sevilla.

Multas de hasta 600 euros

Los manifestantes que exigen a las oficinas bancarias la dación en pago o el alquiler social para clientes afectados ensayan los nuevos mecanismos que les permitirán evadir las multas que contempla la ley de Seguridad Ciudadana. La normativa entrará en vigor el próximo 1 de julio y fija sanciones de entre 100 y 600 euros para quienes perturben el trabajo en las oficinas bancarias.

El movimiento Stop Desahucios explica que la nueva fórmula es efectiva para obstaculizar el normal funcionamiento de las sucursales y generar molestia entre los clientes que deben esperar o dirigirse a otra entidad. «Hemos hecho estas acciones en Bankinter por una familia que está a punto de perder su vivienda por una hipoteca multidivisa y en Caja Duero y en Caja de Extremadura», explica Imelda Hernández, activista de Stop Desahucios Salamanca que copió la modalidad de protesta de sus compañeros de Terrassa.

El éxito de la persistencia

La plantilla de las entidades bancarias se suelen irritarse cuando se percatan de que se trata de una acción de boicot. En Caja Duero (hoy banco Ceiss) llamaron hasta a la policía, pero los agentes respondieron que no podían hacer nada. Sólo se trataba de un grupo de personas que quería hacer decenas de ingresos de un céntimo en cuentas bancarias. Algunos de ellos también pedían información de los productos financieros. Una y otra vez hasta agotar la paciencia de los comerciales.

Tras dos años de protestas semanales, ha entidad ha nombrado a un mediador para intentar llegar a una solución con las familias afectadas. Se trata de pequeños comerciantes que están a punto de perder su vivienda por haberla colocado como aval ante pequeños préstamos hipotecarios.

La conocida como ley mordaza contempla multas para quienes ocasionen daños como «el deslucimiento de inmuebles». Para evadirla, los indignados y seguidores del movimiento construido por Ada Colau ya no gritan ni ensucian las paredes del banco con pegatinas. Sólo preguntan y hacen depósitos de un céntimo, una y otra vez con una paciencia infinita. La imagen corporativa también se destroza en silencio. 

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