Màxim Huerta: balance de un suspiro

Huerta, el ministro más fugaz de la democracia, no ha tenido tiempo ni de anunciar la nueva Secretaria de Estado para el Deporte, pero sí de acumular polémicas

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Màxim Huerta fue el último y el más imprevisto de los nombramientos de Pedro Sánchez, el que completaba su gabinete. Y también el más mediático y el más cuestionado. Apenas una semana después, se ha convertido además en el ministro más fugaz de la democracia. Su gestión, que aquí se disecciona, no ha pasado de un suspiro.

Huerta, periodista y novelista, cayó como un cierre en falso de un ejecutivo diseñado con escuadra y cartabón, y, como un presagio, su pasado se abalanzó sobre él ya desde el minuto menos uno de su fugacísimo paso por la cosa pública. Su pasado tuitero, en primera instancia, que siempre es el que resulta más fácil de escrutar.

Tuits regurgitados

La red empezó a regurgitar los viejos mensajes del nuevo ministro, entre ellos, unos cuantos boomerangs dirigidos a su cabeza. Así, a Huerta le afearon ya desde antes de tomar posesión tanto sus choteos respecto de ese deporte de pronto convertido en responsabilidad suya y que años atrás decía odiar y se jactaba de no practicar, como un tremebundo y añejo «me cago en el puto indepedentista» que propició que Junts per Catalunya pidiera su renuncia antes incluso de que tomara posesión.

El tuit escatológico, por cierto, estaba dedicado a Jimmy Jump, saboteador profesional de actos públicos, por haber rebentado la actuación del representante de España en la cita eurovisiva de 2010, cuando el independentismo, por cierto, todavía no era trendy

Huerta dedicó su primer tuit como ministro a zurcir el viejo desgarro con su nuevo negociado

Sabedor de que las redes sociales, y muy especialmente Twitter, se han convertido en un frente más que cubrir para casi cualquier dirigente político, Huerta dedicó su primer tuit como ministro a zurcir el viejo desgarro con su nuevo negociado (el desgarro con el independentismo le dió igual).

«Sabéis que no lo practico y que no solía seguirlo, pero pienso mimarlo y amarlo. El deporte también es educación y cultura. El deporte es respeto, superación, humildad, perseverancia… Todo eso pienso ejercitarlo con tesón y esfuerzo», inmortalizó en su cuenta, la mar de activa, y de políticamente correcta, mientras ha durado en el cargo.

La Roja y Nadal

Si ese fue su primer mensaje en las redes, su primer acto oficial fue despedir a la selección antes de que la Roja tomara el vuelo a Rusia. En la foto estaban Huerta, el seleccionador Julen Lopetegui y el rey Felipe VI. Se puede imaginar el lector por donde van los tiros republicanos de las coñas en las redes una semana después de aquel encuentro.

Al día siguiente, tras formalizar el traspaso de carteras con su antecesor, Íñigo Méndez de Vigo, al que acudió del brazo de su madre, pronunció su primer discurso como ministro. Inclusivo y lírico, dijo que la cultura «somos nosotros»; contrito, insistió en que no le gusta «practicar deporte, pero el deporte sí», y afrancesado como se jacta de ser, cerró citando a André Malraux: «Hay que permitir a los ciudadanos cultivar su capacidad de inventar». 

Huerta acudió el domingo a París para asistir a la final que enfrentó a Nadal y Thiem, que presenció tocado por un llamativo sombrero

Horas después, animaba al tenista Nadal en Twitter de cara a Roland Garros, que en la etiqueta se convertia en «Rolland». Y la errata, claro, suscitaba nuevas burlas de amplio espectro: abarcaban desde su interés por el deporte a su afrancesamiento. En todo caso, Huerta acudió el domingo a París para asistir a la final que enfrentó a Nadal y Thiem, que presenció tocado por un llamativo sombrero. 

Libros, teatro y la SGAE

Antes de ese viaje dio pistas sobre quién ocuparía la Secretaría de Estado para el Deporte. Primero anunció en una entrevista en El programa de Ana Rosa, en el que había trabajado 10 años que le convirtieron en una estrella de la tele, que el cargo sería ocupado por «un nombre incontestable» que sería anunciado de forma inmediata. Circularon nombres como los de Vicente del Bosque (que se autodescartó) o Pepu Hernández, pero al día siguiente Huerta añadió otra pista: sería una mujer.

La lanzó durante una visita a la Feria del Libro de Madrid, a la que, hasta que fue nombrado ministro, estaba previsto que asistiera en concepto de autor, y a firmar su última novela, Firmamento, y en la que acabó desfilando en clave institucional. Y sin firmar.

La SGAE está envuelta en una grave crisis interna y el ministerio ya anunció que fiscalizaría al detalle el proceso de renovación de la entidad

Tras la Feria del Libro y Roland Garros, el ministro asistió el martes al estreno en el Teatro María Guerrero de Islandia, escrita por Lluïsa Cunillé, dirigida por Xavier Albertí y producida por el Teatre Nacional de Catalunya.  

Ese mismo día, el ministerio de Cultura solicitaba a la Sociedad General de Autores de España (SGAE) información sobre la asamblea que piensa celebrar el día 21. La SGAE está envuelta en una grave crisis interna y el ministerio ya anunció que fiscalizaría al detalle el proceso de renovación de la entidad. El mismo Huerta lo reafirmó, cómo no, vía Twitter.

El pasado, otra vez

No hubo tiempo para más. El pasado, otra  vez, no lo concedió. Las informaciones sobre los 218.322 euros que Huerta defraudó a Hacienda entre 2006 y 2008 resultaron letales. Cuando, horas después de que El Confidencial dejara caer la bomba, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, anunció el cese de Lopetegui tras conocerse su fichaje por el Real Madrid, la orfandad de la Roja en el Mundial de Rusia ya era el menor de los problemas de Huerta.

Huerta insistió en que lo que él hizo lo hacían muchos otros, y que entonces no era ilegal. Aunque sí lo era

En su despedida, insistió en que lo que él hizo hace más de una década, crear una sociedad limitada para pagar menos impuestos por ingresos que tendría que haber declarado como rendimientos del trabajo, lo hacían muchos otros, y que entonces no era ilegal. Aunque sí lo era: sobre ese asunto la ley era la misma antes y después de su fraude, solo que, a finales de la década pasada, Hacienda endureció los criterios a la hora de fiscalizar a los contribuyentes.

También repitió que fue objeto de inspecciones «retroactivas», como si no lo fueran siempre, y se hizo eco de viejas acusaciones que señalaban que esa rueda de chequeos fiscales a famosos que operaron como él, usando sociedades pantalla para ahorrarse impuestos, fue «una caza de brujas contra los críticos contra aquel gobierno» del Partido Popular. Pero no solo Huerta nunca se había significado como un azote mediático de los populares, sino que su inspección se llevó a cabo antes de la llegada al gobierno del PP.

El ministro más fugaz se fue haciendo un alegato a favor de la transparencia pero sin aceptar preguntas

El ministro más fugaz desde la Transición se fue haciendo un alegato a favor de la transparencia pero sin aceptar preguntas. En Twitter e Instagram colgó una foto suya con su madre de espaldas el día que Méndez de Vigo le cedió el testigo, acompañada con una cita que también dejó en su rueda de prensa: «Para defender aquello que más amas, a veces es necesario retirarte». No le ha dado tiempo a desvelar la incógnita sobre la mujer que iba a ser su mano derecha y la máxima autoridad del deporte en España.

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