Pedro Sánchez y Casado polarizan la campaña en busca del desbloqueo

Los candidatos de PSOE y de PP intentan desdibujar al resto de adversarios para concentrar el voto en dos opciones y clarificar el resultado del 10-N

Pedro Sánchez y Pablo Casado durante un debate electoral.

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A los candidatos a las elecciones generales comienzan a pesarles las piernas cuando faltan tres días para el fin de la campaña. Pedro Sánchez y Pablo Casado quemaron casi todas sus energías en el debate televisivo del lunes. Pese al agotamiento, ambos intentan un penúltimo golpe de riñón para llegar con más opciones a la meta de este domingo.

A estas alturas, el golpe de riñón tiene que ser tremendo porque el problema no es que Sánchez tenga serias dificultades para conservar los 123 escaños que logró en abril, ni que Casado esté en apuros para cruzar la cifra de 100 diputados. La verdadera complicación es que las sumas entre los bloques políticos (izquierda y derecha) invitan a pesar en un nuevo bloqueo y, por tanto, en unas terceras elecciones.

En los tres días de campaña que faltan es prácticamente imposible resolver lo que no se ha resuelto en los dos últimos meses. Pero hay estrategias que nunca caducan, que siempre se pueden intentar aunque su eficacia no es la de una fórmula científica. 

Una de esas estrategias, tan antigua como los primeros manuales electorales, consiste en polarizar la campaña. Sánchez y Casado ya buscaron el cuerpo a cuerpo durante el debate televisivo. Basta con contabilizar las menciones que intercambiaron para comprobarlo: el candidato del PSOE se dirigió en 16 ocasiones al del PP (más que a ningún otro), mientras que Casado buscó las cosquillas a Sánchez 24 veces (más que a ningún otro).

Pero un debate a cinco, por mucho que lo quieran dos de sus protagonistas, no puede convertirse en un cara a cara. Y, de hecho, el duelo entre las derechas y las izquierdas estuvo muy presente a lo largo de la interminable retransimisión televisiva.

Sánchez, Casado… y Abascal

Pasado el debate y proclamado ganador Santiago Abascal (Vox) —según la mayoría de encuestas digitales y de analistas—, Sánchez y Casado se dedicaron a simplificar sus mensajes para reducir las dudas de los electores.

Lo hicieron, eso sí, de forma muy distinta. El líder del PP buscó mañana, mediodía y noche a Sánchez e ignoró casi por completo al resto de sus adversarios, salvo a Cs, para quien guarda un regalo (Rosa Díez estará en el acto central de campaña del PP en Barcelona) .

Casado comenzó el día valorando el debate en un solo sentido: Sánchez lo perdió por «sus silencios» (porque no descartó los pactos con los independentistas). Luego atacó al presidente en funciones por su gestión económica, ya que los datos de paro continúan empeorando. Y, finalmente, advirtió de que el líder socialista sólo persigue la división del centro derecha.

Sánchez siguió un guion muy distinto. Más perverso, sin duda. Sus mensajes, prácticamente todos, se centraron también en polarizar la campaña, pero llevándose a la boca, una y otra vez, a Vox. La peligrosa «ultraderecha» centró todas las intervenciones del candidato del PSOE, cuya principal —¿y única?— estrategia a estas alturas es concentrar todo el voto del miedo a Vox.

El presidente en funciones lanzó toda la artillería contra Vox por representar «una España y blanco y negro», por  querer «acabar con las autonomías, con la ley de violencia de género e ilegalizar los partidos que no piensan como ellos». Y, a continuación, simplemente vinculó a PP y a Cs a «la ultraderecha».

La hora de quemar las naves

Anunciadas las principales medidas del programa electoral, presentados los principales baluartes de cada equipo, conocidas las encuestas y celebrado el debate televisivo, a los candidatos a la presidencia del Gobierno ya sólo les queda repetir sus argumentos con algún otro acento.

Nadie puede esperar que en estos tres últimos días haya pistas sobre cómo se puede desbloquear la investidura porque los partidos se dedican ahora a apretar los dientes y apurar los votos. 

Quien espere en esta recta final de campaña soluciones mágicas al bloqueo, que pierda la esperanza. Quien espere las últimas coces, que disfrute. Las va a haber.

 

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