Podemos se rebela contra Sánchez por cerrar filas con Felipe VI

Ada Colau lidera la ofensiva contra el presidente del Gobierno por poner bajo secreto sus tratos con el Rey. "Es una vergüenza", dice la alcaldesa

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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias viven realidades muy distintas dentro de un mismo gobierno de coalición. El jefe del Ejecutivo apenas ve roces con Unidas Podemos, tolera sus ataques a la Monarquía, incluso está «muy orgulloso» de todos sus ministros y augura una legislatura «larga y fructífera».

A los socios de gobierno de Sánchez, en cambio, les produce ardor de estómago ver al presidente del Gobierno cerrar filas con Felipe VI tras «la huida indigna» de Juan Carlos I. No están conformes con el aplauso que el presidente concedió este martes a la decisión de la Casa Real de «marcar distancias» con el Rey emérito. Y todavía están mucho menos de acuerdo con poner bajo confidencialidad las conversaciones entre Moncloa y Zarzuela, tal y como hizo Sánchez.

Los de Iglesias han sido completamente marginados de los despachos entre el Gobierno y la Casa Real en busca de una salida a Juan Carlos I, cuyo paradero sigue siendo un misterio. Y no piensan callar. La gran duda es hasta dónde están dispuestos a llegar los ministros de Unidas Podemos porque, de momento, han limitado su rebelión a expresar su disconformidad con el cierre de filas de Sánchez con Felipe VI.

Colau ataca a Sánchez

Más allá de los ministros, a nivel de partido, la beligerancia es bastante mayor entre las confluencias de Podemos. Existen incluso codazos por ver quién dice palabras más gruesas y, de momento, la rivalidad está entre Pablo Echenique y Ada Colau.

La alcaldesa de Barcelona incluso tuvo que corregir a su hombre en el Congreso de los Diputados, Jaume Asens, que vio «decepcionantes» las explicaciones del presidente del Gobierno sobre la marcha del Rey emérito. «Decepción es poco. Vergüenza ajena e indignación. Un exjefe de estado presuntamente corrupto ha huido del país y el presidente del Gobierno se limita a decir que qué bien que se ha ido y que las conversaciones son confidenciales. Vergüenza», arremetió contra Sánchez.

Nadie puede decir, en realidad, que el presidente del Gobierno haya dado grandes explicaciones sobre la maniobra de la Casa Real a pesar de tener un exacto conocimiento de la misma.

Sánchez pide desde hace semanas un gesto de ejemplaridad a Felipe VI respecto a su padre, salpicado por un escándalo de presunta corrupción que incluye millonarias comisiones opacas por mediar en la adjudicación del AVE en La Meca. Y esa ejemplaridad ha consistido en desterrar Juan Carlos I. Con el emérito fuera de España, Sánchez defiende sin fisuras a la Corona permitiendo, eso sí, que Unidas Podemos diga lo que le venga en gana sobre la institución y pida un referéndum sobre la república en España.

Sánchez enmudece

Situado ya Juan Carlos I en algún punto del mapa que no es España, el presidente del Gobierno no tuvo inconveniente en poner bajo confidencialidad todo lo que ha negociado con Felipe VI ni en evitar cualquier detalle sobre sus conversaciones.

No piensa aclarar dónde está el antiguo jefe de Estado mientras siguen las informaciones contradictorias que lo sitúan o bien en República Dominicana o bien en Portugal; no piensa explicar si el Rey emérito cuenta con personal de seguridad a cargo del Estado; y no va a dar ningún detalle sobre el papel que ha jugado personalmente en esta crisis.

El presidente del Gobierno no parece dispuesto a forzar más a Felipe VI. Se especuló con que Juan Carlos I fuera despojado del título de Rey emérito, pero ningún mensaje de Sánchez fue en esa dirección. 

Querrían bastante más sus socios de Unidas Podemos, que piensan usar su fuerza en el mundo local para que ayuntamientos de toda España quiten placas y honores a Juan Carlos I, pero Sánchez mirará hacia otro lado por mucho que haya concejales socialistas participando en el asunto.

«Culturas distintas»

El argumento de Sánchez es que PSOE y Unidas Podemos representan «culturas políticas distintas», con opiniones diferentes e incluso con una forma distinta de afrontar los retos.

Las culturas políticas distintas se traducirán en divisiones continuas, tanto a nivel parlamentario como municipal y gubernamental.

Está convencido Podemos de que este es el viento que necesita para remontar el vuelo tras los últimos deprimentes resultados obtenidos en País Vasco y Galicia. De que es el instante de agitar y atraer a los antimonárquicos y ya han comenzado uno de sus duelos favoritos: el de librar un duelo con fuerzas soberanistas para dilucidar quién ataca con mayor crudeza a la Casa Real. De momento, va ganando Colau.

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