Rajoy vislumbra unas terceras elecciones para humillar al PSOE

La segunda votación en la investidura constata su fracaso, y el PP sólo piensa en doblegar a Sánchez en función de lo que ocurra en las elecciones gallegas y vascas para evitar las elecciones aunque les pueda beneficiar

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Todo dispuesto. Acuerdo entre los partidos para que las terceras elecciones se celebren el 18 de diciembre, y no el 25, el día de Navidad, aunque nadie desea que se repitan. Pero apenas queda margen para otra cosa. Mariano Rajoy constató este viernes su fracaso, en la segunda votación en el debate de investidura, y ahora confía en los resultados de las elecciones gallegas y vascas para que el PSOE recapacite y se abstenga en una nueva sesión de investidura, que evitaría los comicios.

Los números se repitieron, y el pacto suscrito con Ciudadanos y Coalición Canaria, que le aportó 170 diputados, fueron insuficientes frente a los 180 escaños en contra. Rajoy mira ahora al 25 de septiembre, pero también vislumbra unas terceras elecciones para humillar al PSOE, convencido, según fuentes de su partido, de que los resultados le dejarían por encima de los 150 escaños.

¿Hay otras fórmulas? El PP sigue pensando en las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre, que serán una especie de terceras elecciones generales. La intención es contar con los cinco diputados del PNV, y mantener la mayoría absoluta en Galicia para no dar alas al PSOE en su posible intento de presentar una alternativa. Si el PSOE gallego se hunde, y no se produce una alternativa a Nuñez Feijóo, el PP cree que el PSOE obligaría a Sánchez a dimitir y a apostar, con otro candidato, por la abstención.

Con el PNV tampoco es suficiente

Los nacionalistas vascos se han mostrado muy críticos con Rajoy, pero, como defendió su portavoz, Aitor Esteban, estarán pendientes de la calculadora. La cuestión es que para Rajoy no será suficiente: serían 175 diputados a favor, en el mejor de los casos, si el PNV vota a favor de Rajoy. Le faltaría un escaño, que sólo podría llegar de las filas del PSOE. Los propios socialistas juegan con el nombre de Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, número dos del PSOE por la provincia de Las Palmas.

¿Pero estaría dispuesto Rajoy a ser, de ese modo, elegido presidente del Gobierno cuando tendría al alcance un mejor resultado en unas terceras elecciones?

Los argumentos se repitieron ese viernes. El PP es consciente de que todo pasa por el PSOE, de que sólo podría llevar a Mariano Rajoy a La Moncloa con la abstención de los socialistas. Pero la idea de erosionar una y otra vez a Pedro Sánchez, para provocar una reacción de los dirigentes territoriales del PSOE –que apoyarían la abstención, entre otras cosas para que el Gobierno se ponga en marcha, se aprueben los presupuestos y se inyecte los recursos necesarios a las comunidades autónomas para que elaboren sus propias cuentas para 2017—ha comenzado a desdibujarse.

El factor Felipe González

Un primer factor es que se necesita un tercio de dirigentes, de un total de 300, para forzar la convocatoria de un comité federal que discuta qué se debe hacer a partir de ahora, y antes de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre. Los propios socialistas vascos y gallegos serían los primeros en reclamar que se aplazara cualquier decisión para no perjudicarles en plena campaña.

Pedro Sánchez se siente blindado, y su equipo de colaboradores se niega a ofrecer un plan alternativo hasta esas dos convocatorias electorales. En su intervención final de este viernes, Sánchez jugó con un plan alternativo, ofreciendo a las «fuerzas del cambio» un plan para desbloquear la situación, —se verá con Pablo Iglesias y Albert Rivera la próxima semana para analizar la situación— pero los socialistas saben que el referéndum que piden los independentistas catalanes es un muro insalvable, y que Ciudadanos no querrá participar de la mano de Podemos, aunque se desmarcara este mismo viernes de su acuerdo con el PP, que ha durado sólo unas pocas semanas.

El segundo factor, sin embargo, ha sido inesperado. El gran referente del PSOE, el ex presidente Felipe González,  ha reclamado ahora que sea Rajoy quien asuma que, tal vez, debe dar un paso atrás, y que es el candidato «más votado, pero también el más vetado» por el Congreso. De clamar a favor de que el PSOE facilitara un gobierno de Rajoy, si obtenía más apoyos que los 137 diputados del PP, González ha pasado a señalar a Rajoy como el problema central de la política española.

Ser oposición y referente de la izquierda

Y eso para Sánchez es un bálsamo, y una advertencia también para los dirigentes territoriales socialistas que quieran acabar con Sánchez. Eso sólo estará en manos de un congreso del partido, que se convocará tras la constitución del próximo gobierno.

Pero, ¿entonces qué quiere el PSOE? Fuentes socialistas admiten el problema, y señalan que desean instalarse en la oposición, para ser la única referencia de la izquierda y la alternativa al PP, y que la salvación sería que Rajoy fuera presidente con los votos de otros. ¿Pero qué otros? Los números son los que son.

Y en estos momentos Rajoy sólo aspira a contar con cinco escaños más, los del PNV, que serán muy caros. Por ello, Rajoy ha querido apuntar de forma directa a las terceras elecciones, haciendo responsable de ello a Pedro Sánchez. No ha habido un acercamiento serio, con propuestas concretas, a los socialistas. Y tampoco Rajoy ha mostrado una especial predilección por Ciudadanos, en sus discursos, respuestas y réplicas en los dos debates de investidura. La idea de Rajoy es recuperar votos, precisamente, del partido de Albert Rivera.

El PP y el futuro de Rajoy

Para clarificar el camino, y después de responsabilizar al PSOE de tener que convocar los comicios el 25 de diciembre, el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, aseguraba horas antes del inicio de la segunda sesión del debate de investidura que llegarán a un acuerdo para que se realicen el 18 de diciembre, acortando la campaña electoral.

Todo pasa por nuevas elecciones, a no ser que el PP comience a pensar que es Rajoy el problema, tras las palabras de González, en las que sugería que el PSOE no tendrá problema en abstenerse si los conservadores ofrecen otro candidato. Lo que no parece es que el PSOE estalle en mil pedazos. No, por ahora, pese a las presiones del propio Ejecutivo en funciones y del mundo económico y mediático. Tampoco que el PP cambie de líder, tras las palabras contundentes de Rafael Hernando, el portavoz del PP, que en la sesión de este viernes aseguró que Rajoy es y será el candidato de su partido.

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