Un sombrío panorama de patriotismo: Huerta, Urdangarin y Florentino Pérez

Màxim Huerta, Iñaki Urdangarin, Florentino Pérez y Julen Lopetegui retratan en las últimas horas una España deconstruida, sin capacidad para entusiasmar

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Ha sido el ministro más breve de la democracia. Siete días desde el anuncio de su nombramiento hasta la comunicación de la dimisión. Ha recalcado que se va porque «ama la cultura más que nada».

Ha reivindicado su objetivo de transparencia «incluso cuando no hay nada turbio». Evocaba a Lope de Vega al afirmar que «se va para no partirse», y ha aludido a «la jauría» que ha criticado su pasado con Hacienda. No ha precisado la composición de «la jauría»; probablemente quería matar al mensajero.

La ejemplaridad es una pesada losa que no admite una sola fisura. Pedro Sánchez ha llegado al gobierno aupado legítimamente por una ola de corrupción que ya se había constituido insoportable. Sencillamente, el vaso se desbordó.

La llegada de Sánchez a la Moncloa es legalmente impecable y éticamente inevitable. Por eso no tuvo que negociar con nadie, al menos formalmente.

La llegada de Sánchez era una oportunidad de ventilar la política española

Era una oportunidad de ventilar la política española cuando el aire ya era irrespirable. Así lo entendieron quienes le apoyaron sin condiciones, independientemente de que tuvieran, además, otros intereses.

Que el recipiente de la corrupción se ha desbordado lo demuestra también el próximo ingreso en prisión de Iñaki Urdangarin.

El yerno de don Juan Carlos y cuñado de don Felipe, no ha tenido forma de evitar la cárcel porque lo más importante en esta España en múltiples crisis es confirmar que la Justicia es independiente y todos los ciudadanos sujetos por la misma servidumbre.

Urdangarin tiene cinco días para entrar en prisión

Urdangarin tiene cinco días para entrar en prisión. EFE 

En cuanto se anunció la sentencia de casación del Tribunal Supremo, corrieron bulos por las redes de que no se aplicaría la ley y no ingresaría en prisión. A los ciudadanos, después de tantas críticas de políticos relevantes a sentencias que les perjudicaban, les cuesta mucho interiorizar que la ley es igual para todos.

La foto de Urdangarin ingresando en prisión disipará cualquier duda. También debieran interiorizar esta situación los secesionistas que siguen pretendiendo que sus presos son políticos y no que sus políticos están presos.

Cuando exigen su libertad no asimilan tampoco que no hay vías para eso, al margen de lo que decida el juez que instruye esa causa y, en su día, la sentencia que dicte el tribunal. Si obraran de buena fe entenderían que, si el cuñado del Rey no dispone de mecanismos legales para evitar la cárcel, su petición es extemporánea y maliciosa.

Que un ciudadano cometa errores, cancela su responsabilidad cuando cumple las sanciones. Si ese ciudadano se convierte en responsable público, la cosa cambio

Como en España son imposibles veinticuatro horas de normalidad informativa, también hemos conocido la sentencia de la «Gürtel valenciana», otro caso más acreditado de corrupción. Y no será el último.

Cuando no se ha cumplido una semana de la toma de posesión de los ministros de Pedro Sánchez, se ha descubierto que el reciente y actual titular de Cultura, Màxim Huerta, cometió fraude fiscal y tuvo que pagar más de 300.000 euros por irregularidades en sus compromisos fiscales.

Mal empezamos. Que un ciudadano cometa errores, intencionados o no, en el pago de sus impuestos, cancela su responsabilidad cuando cumple las sanciones. Si ese ciudadano se convierte en responsable público, la cosa es distinta. Se tiene que someter a la exigente norma de la ejemplaridad.

Lo primero que no se entiende es cómo, en el uso de la más elemental lealtad, Huerta no comunicó a quien le ofreció el cargo, es decir, a Pedro Sánchez, que tenía esa grieta que convertía su techo en cristal.

Calló y ahora pretende que, en este hemisferio político, donde el cedazo de la corrupción no permite atravesar ni la sisa de la compra, el hecho de haber pagado las sanciones —como si fuera un acto voluntario— lavaba sus responsabilidades éticas con los ciudadanos al acceder a la política.

De las salidas de Huerta al laberinto de Lopetegui

La primera, renunciar la oferta. A la vista del vídeo de Cristina Cifuentes, debiera saber que, en esta España nuestra, todo se termina sabiendo.

La segunda opción, menos dolosa para él, hubiera sido confesar su falta, aludir a su arrepentimiento y esperar benevolencia de una opinión pública que después del acceso al poder del PSOE, capitalizado por la sentencia de Gürtel, no va a ser muy condescendiente con ningún patinazo de un agente político.

Como todas las desgracias no vienen solas, el mismo día en que se han conocido estos asuntos, un «patriota» español, Florentino Pérez, ha sacudido las expectativas de la selección española de fútbol al anunciar, dos días antes del primer partido de la selección, el fichaje del seleccionador por el Real Madrid. El narcisismo y la irresponsabilidad han puesto en crisis a la Selección Española.

El jefe de la selección da la espantada para marcharse a un equipo al que no le importa la Selección

Y el entrenador, con compromiso renovado hace semanas con la selección, no ha podido esperar por lo menos al final del mundial. Como escribía José Sámano en El País, «mal el Real Madrid; peor Lopetegui».

El fútbol, no solo en España, es un cómputo de pasiones desbordadas. En nuestro país, los mundiales de fútbol son momento de exaltación del patriotismo que no se detecta normalmente en otras circunstancias.

No solo se duplica la venta de televisores de pantalla enorme, sino que el país se paraliza esperando otro gol de Andrés Iniesta.  Y en esas, el jefe de la selección da la espantada para marcharse a un equipo al que le importa una higa lo que le pasé a la selección.

Resulta muy difícil sentir entusiasmo por esta España que están deconstruyendo algunos

Casualidades de la vida, esto ocurre en un área de responsabilidad del ministro de Cultura y Deportes. Naturalmente, de eso no tiene ninguna culpa Huerta.

Analizando este puzzle que he organizado, resulta muy difícil sentir entusiasmo por esta España que están deconstruyendo algunos con un ahínco que nos haría líderes en casi todo si fuera empleado en buena dirección.

Ahora, Huerta añadirá al título de periodista y escritor el de exministro. Un currículo muy completo para ser tan joven.

Spain sigue siendo diferente.

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