¿El votante catalanista de centro se queda sin opciones para el 21-D?

La renuncia de Lliures y de Santi Vila deja un espacio huérfano, el centro catalanista de la vieja CiU, que buscará recuperar el bloque constitucionalista

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Por primera vez desde la recuperación de la Generalitat en 1980, en las elecciones al Parlament no habrá una fuerza política de centro catalanista. Lo fue CiU durante décadas, pero ese catalanismo de centro ha derivado hacia el soberanismo que representa ahora el Pdecat. En el doble eje existente en Cataluña, el nacional y el clásico, entre izquierda y derecha, los electores no tendrán una opción clara en ese espacio. Tras la decisión de no presentarse de Lliures, el partido impulsado por Antoni Fernández Teixidó y Roger Montañola, que provienen, precisamente, de Convergència y de Unió, y tras la renuncia también del exconsejero Santi Vila de no organizar ninguna plataforma electoral, ese espacio se ha quedado huérfano. ¿Quién lo puede ocupar?

Lo que ha ocurrido en los últimos cinco años en Cataluña, con el procés soberanista, ha afectado a todo el mapa político catalán. Ha sido una implosión, que ha comportado el final de un esquema en el que dos fuerzas políticas, CiU y el PSC, habían ocupado ese gran centro político, hacia la derecha y hacia la izquierda, y siempre compartiendo el catalanismo político. El movimiento independentista ha provocado un cambio mayúsculo, en el que todo se ha polarizado.

Para el 21-D los expertos en demoscopia aseguran que esos dos polos los ocuparán Esquerra Republicana y Ciudadanos, entre el independentismo y la defensa de un proyecto común con España, en el que se ponen en cuestión políticas centrales del catalanismo –pactadas entre CiU y el PSC– como la inmersión lingüística.

La polarización para el 21-D se establecerá entre Esquerra y Ciudadanos

Pero, ¿no hay espacio para el centro, para un partido que desee superar esa dicotomía? Ese ha sido el propósito de Miquel Iceta, el primer secretario del PSC, que ha llegado a un acuerdo con Units per Avançar, el partido que recoge el legado democristiano de Unió Democràtica. Iceta ha incluido al democristiano Ramon Espadaler de número tres, mientras ha incorporado a Álex Ramos, vicepresidente de Societat Civil Catalana, y al fiscal Carlos Jiménez Villarej para cerrar la lista. Con ello ha buscado ampliar por la derecha y por la izquierda, con la idea de ofrecerse como partido de centro, o partido refugio aunque sea de forma coyuntural.

Las fronteras en juego para el 21-D

¿Es eso posible? Las apuestas del Pdecat y de ERC dejan al PSC en ese lugar, aunque todo estará en función de la percepción de los electores, en unas elecciones que tendrán una clave claramente plebiscitaria entre el bloque independentista y el bloque constitucional. Pero, como apuntan los expertos consultados, “el hecho de que el Pdecat, que quería ir en la dirección del PSC, moderando sus opciones para buscar nuevos acuerdos en el Parlament, tenga a Carles Puigdemont de candidato le sitúa, de nuevo, en el campo netamente independentista”.

Quien ha jugado, sin embargo, la carta del catalanismo en los últimos meses ha sido Inés Arrimadas, la candidata de Ciudadanos. Se encontró en ese momento con la incomprensión de militantes muy activos de su propio partido. Pero Arrimadas entiende, pese a su total rechazado frente a las opciones secesionistas, que debe desplazarse hacia el centro político, que, en Cataluña, pasa por el catalanismo.

El politólogo Oriol Bartomeus identifica diferentes fronteras electorales. Y una de ellas se establece entre Ciudadanos y el PSC, con unos 75.000 electores en juego. La apuesta tan clara de Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, en su apoyo al Gobierno de Mariano Rajoy para aplicar el 155 de la Constitución, podría llevar, a juicio de Bartomeus, a retener buena parte de esa frontera por parte del PSC.

El centro, al que se dirige el PSC y Ciudadanos, en Cataluña pasa por el catalanismo político

Pero hay muchos otros factores en juego. Si en el terreno nacional, el centro lo podría ocupar el PSC, con la defensa de un catalanismo histórico que pasaría ahora por la reclamación de una reforma de la Constitución, el cambio experimentado en los últimos años por la sociedad catalana podría llevar a Catalunya en Comú –el partido de Ada Colau– a competir directamente. Según Bartomeus, en ese espacio se podría contar a 40.000 electores. La comprensión del PSC hacia el 155 impulsado por Rajoy, podría llevar a parte de esa franja a votar al partido de Colau.

Pero una de las claves será el comportamiento de los indecisos, que se calcula en unos 125.000 electores, que provienen, según los datos de Bartomeus, de Junts pel Sí. Se ubican “en la frontera sur del espacio independentista”, lo que equivale a decir que figuran dentro del centro catalanista. ¿Podían haber sido claramente votantes de la opción de Vila? ¿Y sin Vila se quedarán en el Pdecat de Puigdemont? Ahí es donde trabaja el PSC, y, en menor medida, Ciudadanos.

Existe otro espacio, y es el que se establece entre Ciudadanos y el PSC, los que en 2015 se decantaron por la opción de Rivera, porque representaba una oposición nítida al independentismo, justo cuando el PSC estaba en sus horas más bajas. Ese espacio lo ocuparían otros 100.000 votantes, que se mostrarían ahora indecisos, cuando el PSC ha recuperado algo de aliento bajo el liderazgo de Iceta. En total, los expertos calculan que hay unos 225.000 electores indecisos, el 4% del censo. Y esos pueden sumarse a una opción de centro, si la perciben en alguna de las formaciones políticas en liza.

Los indecisos para el 21-D podrían alcanzar unos 225.000 electores

Con los números de 2015, todos los partidos hacen sus cálculos. El bloque independentista se sitúa sobre los dos millones de votos. Junts pel Sí, que integró a Convergència y a ERC, logró 1.620.973 votos, el 39,54%, mientras que la CUP obtuvo 336.375 votos, con el 8,2%. En el otro lado, Ciudadanos consiguió 734.910 votos, con el 17,93%, mientras el PSC, en su peor momento, lograba 522.209 votos, con el 12,74%, y el PP catalán obtenía 384.444 votos, con el 8,5%. Y Unió Democràtica alcanzaba los 102.870 votos, con el 2,51%. Al no pasar de la barrera del 3%, necesaria para obtener representación, Unió no obtuvo ni un solo escaño. Esos votantes, ¿siguen ahí? El PSC y Units per Avançar creen que sí. Todo con casi el 77% de participación, el récord de todas las elecciones autonómicas.

Para los expertos, no hay nada que se pueda dar por hecho, y dependerá en gran medida de la campaña electoral.

 

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