ERC prevé una radicalización de Junts per Catalunya

Esquerra cree que los de Puigdemont, rezagados en las encuestas, optarán por "elevar el tono" para ganar terreno en el espacio soberanista

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El presidente de la Generalitat, Quim Torra, rompió moldes la pasada semana al pedir el voto para las fuerzas independentistas, así en general, sin hacer distingos entre su propia formación, Junts per Catalunya (JpC), y ERC. «¿Cualquier partido independentista?», le preguntó el entrevistador. “Permítame que ahora haga de presidente de la Generalitat y por tanto le diga que sí. Yo, evidentemente, pertenezco a JpC, pero la fuerza del movimiento independentista es la fuerza de esta pluralidad, de la suma”, zanjó Torra.

Y lo cierto es que, de momento, pocas diferencias exhiben JpC y Esquerra a la hora de difundir mensajes de precampaña. Lo cual es un problema para los neoconvergentes, que son los que van por detrás de los de Oriol Junqueras en todas las encuestas.

Sabedores de que es JpC quien necesita como agua de mayo recortar distancias, en Esquerra, explican fuentes del partido, esperan que los neoconvergentes «eleven el tono», ya entrada la campaña, intensificando advertencias como la lanzada este lunes por Laura Borràs (número dos de la lista de JpC por Barcelona): eso de que «España no podrá tener estabilidad» si no da salida a las reivindicaciones independentistas. 

Entretanto, a ambos socios de gobierno se les preguntó por varios asuntos y muchas de sus respuestas fueron meramente intercambiables. Pasó, por ejemplo, con la propuesta de Pablo Iglesias de promover un referéndum que no pasara por preguntar solo por la independencia. Ambas formaciones respondieron con escepticismo recordando que Podemos ya lo había llevado otras veces en el programa electoral y cuando tuvieron capacidad de influencia no activaron esa opción.

Los parecidos razonables de ERC y Junts per Catalunya

O con las condiciones para una eventual investidura de Pedro Sánchez. “A Madrid, iremos con una política de máximos: exigir el fin de la represión y el derecho de autodeterminación”, dijo Borràs. La portavoz de ERC, Marta Vilalta, advirtió, igualmente, que el “listón mínimo” para la investidura pasa por las mismas dos premisas.

Eso sí, Vilalta dejó claro que ERC no pone líneas rojas porque no plantea concreciones todavía sobre cómo afrontar esas dos exigencias, sino solo que se pongan sobre la mesa de negociación. “Ni líneas rojas ni tampoco cheques en blanco”, insistió. Los mismos “cheques por avanzado” que también descartaron Borràs y la número tres por Barcelona de JpC, Míriam Nogueras, que habían dado conjuntamente en un acto poco antes.

Esas concreciones de las que hablaba Vilalta quedarán para más adelante. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de que el independentismo consiga ser “lo más fuerte posible” en el Congreso, dijo. O de que los independentistas ocupen tantos escaños como sea posible, porque los que no ocupen ellos los ocuparán los que no lo son, según argumentó Borràs.

El discurso del bloqueo

Tanto JpC como ERC insisten, además, en que, si alguien bloquea, es Sànchez con su “no a todo”, en palabras de Nogueras. El independentismo va a “desbloquear” una situación encallada por los socialistas, dijo Borràs. Vilalta insistió en que como “más fuertes” sean los partidos independentistas, “más opciones habrá de superar esta situación de bloqueo”.

Ambas formaciones coinciden incluso a la hora de insistir en meter al PSOE en el mismo saco que PP y Cs, aunque esta vez, la portavoz de ERC fue quien fue más lejos. A raíz de una pregunta sobre la propuesta de Pablo Casado de poner a los Mossos d’Esquadra a las órdenes de la Policía Nacional y la Guardia Civil, Vilalta se refirió a la utilización irresponsable de la «catalanofobia» que, a su juicio, se está haciendo para conseguir votos. Cuando le preguntaron si eso también iba por los socialistas, replicó: «Hablo sobre todo de los que se alinean a la derecha, pero el hecho de no tener un proyecto para Cataluña los incluye a todos, sí».

ERC, con ventaja

Existen diferencias programáticas entre ambas formaciones, claro, pero el absoluto protagonismo que en el argumentario de una y otra tienen el llamado «eje antirepresivo» y la reclamación del referéndum opacan todo lo demás.

En ese marco discursivo hegemónico, la insistencia en planteamientos intercambiables reduce la diferencia entre ambos proyectos a una cuestión de dónde ponga cada una el acento en cada momento. Y el hecho de que en el seno de JpC no haya un discurso unificado complica la diferenciación de proyectos a simple vista.

Hasta que se produzca esa subida de tono de JpC con la que cuentan que en Esquerra, no ayudan a los neoconvergentes esas llamadas de Torra a votar a cualquier partido independentista, ni tampoco el lío formado en torno a la promesa de que Carles Puigdemont volverá, esta vez sí, si obtiene escaño en el Parlamento Europeo, un asunto que ha propiciado una disputa pública entre sus abogados en torno al alcance de su eventual inmunidad. De acuerdo, no era una promesa de cara a las generales, sino a las europeas.

Pero, con las campañas encabalgadas unas con otras, servía igual al propósito de tratar de diferenciar la oferta de JpC de la de esos socios a los que tiene que atrapar porque, tras zafarse de todos los intentos del puigdemontismo de volverlos a integrar en candidaturas unitarias, le llevan ahora unas cuantas cuartas de ventaja.

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