La Diada ya no asusta al empresariado catalán

La voluntad de Mas de acabar la legislatura recoge la apuesta de las patronales por el diálogo

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“Será una gran fotografía, imponente, pero sin los efectos del pasado año”. Esa es la respuesta de un dirigente empresarial, de una de las grandes patronales catalanas, que constata que la Diada del 11 de septiembre se da por “amortizada”.

El empresariado catalán considera que las reivindicaciones de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), han errado el tiro, porque han superado las propias pretensiones del Govern de Artur Mas al proponer la llamada vía catalana, con una apuesta por la independencia de Catalunya que se lleva por el delante un cierto consenso alcanzando sobre el derecho a decidir.

Y, pese a la plástica cadena humana que se podrá ver por todo el territorio catalán, las patronales entienden que no debería tener grandes repercusiones políticas.

Apuesta por la serenidad

Porque lo que el mundo empresarial quiere saber cuanto antes, desde patronales como Foment, Cecot o Pimec, es qué resultado concreto tendrá el llamado pacto nacional por el derecho a decidir. Foment no estuvo presente en la cumbre que convocó Artur Mas antes del verano, y está a la espera del documento que pueda presentar el ex president del Parlament, Joan Rigol, para decidir si se incorpora o no.

Pero ese es el límite. “Lo que no puede ser es que se vayan quemando etapas con una rápidez sorprendente, porque ahora, con la Diada, parece que se haya abandonado ya el derecho a decidir y se esté en otra cosa”, asegura un dirigente empresarial.

La petición, después de haber asistido a un desencuentro institucional durante todo un año, entre el Govern de la Generalitat y el Ejecutivo de Mariano Rajoy, es que “hace falta estabilidad, serenidad, objetivos claros, y nada de improvisaciones y reacciones nerviosas”.

Las elecciones, en 2016

Con paciencia, con la sensación de que se ha utilizado al tejido empresarial para la lucha política diaria, los dirigentes del mundo económico creen ahora que las cosas se han encauzado. La propuesta del President Mas de agotar la legislatura, y convocar elecciones en 2016 con carácter plebiscitario si no puede acordar con el Gobierno español una consulta soberanista en 2014, ha serenado los ánimos.

Era lo que se pedía, lo que se esperaba, principalmente por las propias razones esgrimidas por Artur Mas, según las cuales la prioridad ahora es darle la vuelta a la situación económica y salvar los servicios del estado de bienestar.

Pero la sensación de que las cosas comienzan a encauzarse llega también por la determinación de Mas de que esta vez no sea ese tejido asociativo soberanista el que vaya marcando la agenda política en Catalunya, en una alusión clara a la ANC. De hecho, su presidenta, Carme Forcadell, clama en las últimas horas por una asistencia masiva a la via catalana con el objetivo de “hacer cambiar de opinión” al President Mas.

Vía de diálogo

Los contactos entre Mas y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, satisfacen a un empresariado que ha reclamado en los últimos meses, con un resultado descriptible, una vía de diálogo. Llega tarde, pero se ha producido. Y a eso se acogen ahora las patronales, que avalan el modelo del conseller de Política Territorial, Santi Vila, quien no ha dejado de negociar con la ministra de Fomento, Ana Pastor, hasta concretar acuerdos como la conexión ferroviaria del Puerto de Barcelona.

¿cuál es el problema entonces? La situación delicada se vive en el seno de Convergència Democràtica, y en un colectivo muy amplio que lo forma Esquerra Republicana y asociaciones independentistas. Existe un debate intenso acerca del ‘momento político’, acerca de las circunstancias históricas que pueden provocar a corto plazo un cambio de estatus jurídico tan importante como la independencia de un país.

Fórmula Kosovo

Y esos colectivos, cuya figura ahora podría ser la propia Forcadell, pero también determinados profesionales liberales, cuadros de la administración de la Generalitat, y dirigentes políticos como Oriol Junqueras, presidente de ERC, o Josep Rull, secretario general de CDC, quieren una consulta en 2014, con el acuerdo con el Gobierno español, o bajo el manto de una ley catalana de consultas. Es ahora o….ya se verá.

Y prefieren el ahora, aprovechando la fuerza de la sentimentalidad que ofrecerá la conmemoración de tercer centenario de 1714, sin descartar una declaración unilateral de independencia siguiendo el modelo de Kosovo.

En esa línea está, aunque con dudas y matices, el presidente del Cercle Català de Negocis, Ramon Carner, que no querría que se demorara la consulta. “No acabo de ver que se deba esperar más para garantizar que sea un rotundo éxito, una mayoría aplastante, cuando lo importante es que gane el sí a la independencia”, asegura, evidenciando, precisamente, esa lucha interna entre aprovechar el momento o correr el riesgo de que se enfríe el fervor patriótico.

El tiempo de Mas

Y Mas, fiel a su propia formación personal, pese a haber actuado con ligereza hace apenas un año, ha preferido esperar. El argumento es que es mejor “hacer una consulta bien hecha, y tomarse un tiempo”, como difunde Convergència estos días a través de twitter, que convocar un referéndum condenado al fracaso.

Hay dirigentes de CDC, –la mayoría en el caso de Unió—como el propio Vila o el diputado en el Congreso, Carles Campuzano, que llevan meses reclamando esa pausa, ese sentido común. La idea es buscar un enorme consenso sobre el derecho a decidir, y no anticipar, como está haciendo la ANC, la apuesta directa por la independencia.

El objetivo real: un mejor acomodo en España

Los sectores económicos no quiere hablar de esa batalla política. Entienden que deben ser los representantes políticos los que resuelvan la situación. Y lo que piden es un guión “previsible”, con pasos razonables y serios.

La Diada del próximo miércoles, para la gran mayoría, por tanto, está amortizada. No esperan ni quieren más sorpresas. Y ahora han comprobado que el Gobierno central ha comenzado a reaccionar.

Mas, pese a todo, insiste en que, a finales de 2013, fijará una fecha y una pregunta sobre la consulta, con la idea de convocarla en 2014, según el acuerdo alcanzado con ERC. Pero se acoge a esas elecciones de 2016, con carácter plebiscitario, como plan alternativo.

En ese largo lapso, Rajoy y Mas se deberán entender, sin consulta o con un referéndum que constate, a través de diferentes preguntas, que los esfuerzos de Mas no pretendían llevar a Catalunya a ser un estado independiente, sino a alcanzar una relación con el resto de España más llevadera.

Es lo que desea la gran mayoría del empresariado catalán.

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