Marchena aplica a Homs el mismo marcaje en corto que a Vox

El exnúmero dos de Mas, el menos experimentado de los abogados defensores, pone en guardia al juez del procés, que intenta frenar la politización del juicio

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El careo está siendo tenso. A un lado, está Mariano Rajoy, plato fuerte de la primera sesión dedicada a examinar a los testigos del juicio del procés, una vez completados los interrogatorios a los acusados. Al otro, el abogado Francesc Homs, que le pregunta al expresidente del Gobierno si entre  el 20 de septiembre y el 27 de octubre de 2017, el día en que se aplicó el 155, supo si se produjeron algunos de los “actos típicos ejercidos con violencia que exigen los delitos de rebelión o sedición” que se imputan a nueve de los 12 procesados.

El presidente del tribunal, Manuel Marchena, estalla. “¡Pero vamos a ver, señor Homs! ¡No puede preguntarle a ningún testigo qué delito es el que se ha cometido, si es que se ha cometido alguno! ¡No puede examinar en términos jurídicos a ningún testigo!”

La bronca de Marchena era la guinda a un interrogatorio que el juez ya había tenido que reconducir varias veces porque por momentos había derivado en una discusión. El presidente del tribunal trata de frenar el continuo deslizamiento del juicio hacia el terreno de la política como quien pone puertas al campo, y la presencia y la actitud de Homs suponen un hito de esa estrategia mayoritaria entre las defensas consistente en apostar más por una batería de argumentos ideológicos que por una pugna estrictamente jurídica. Más por convencer a la audiencia que sigue la emisión del juicio, al votante independentista y hasta a ese magma indefinido que el independentismo califica de “comunidad internacional” que al tribunal que enjuicia la causa.

Mientras habían ido declarando los acusados, el juez se había limitado a poner coto a defensas y acusaciones, pero había procurado aplicar ese “sigan, sigan” característico de los arbitrajes de Mateu Lahoz mientras algunos de los interrogados convertían sus intervenciones en auténticos alegatos políticos. Pero esta semana, con el inicio del desfile de testigos, el intervencionismo del juez, también  a la hora de cortar a alguno de los citados a declarar, se ha multiplicado. Y, por lo que respecta a los letrados, con ninguno ha alcanzado Marchena el extremo que con Homs, al que llegó a advertir que “la generosidad tiene un límite”.

Homs, el defensor menos bregado

El codefensor de Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Meritxell Borràs no solo es el menos experimentado de entre el rosario de letrados que asisten a los distintos acusados. También fue el número dos de Artur Mas. Y, como él, fue inhabilitado en 2017 por haber organizado la consulta independentista del 9-N. Aunque si a Mas le condenó el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en el caso de fue el Supremo. De hecho, el presidente del tribunal que le juzgó fue el mismo Marchena que el miércoles lo marcó en corto durante la declaración de Rajoy.

El exconseller, por cierto, ya se querelló en 2017 contra el entonces presidente del Gobierno, al que acusaba de malversación y desobediencia por no atender, según él, a diversas sentencias del Constitucional, un argumento que los acusados y sus defensas han esgrimido de forma reiterada en el juicio. Aunque con nula fortuna: la denuncia no fue ni admitida a trámite.

Tras su inhabilitación, Homs, nacido en 1969, licenciado en Derecho y que había encadenado cargos públicos desde los treinta años, se recicló en consultor y abogado. Y, a finales de 2018, se sumó al equipo de defensas como “coordinador” de las de los procesados de Junts per Catalunya (JpC). Durante los interrogatorios a los testigos, el exconseller se limitó a asistir a las vistas, pero sin intervenir. El miércoles, abierta ya la ronda de testigos, se estrenó preguntando a Mas, y después siguió con Soraya Sáenz de Santamaría y con Rajoy.

Marcaje a Vox

Homs no es el único de los defensores que ha pasado por la política. Benet Salellas, abogado de Jordi Cuixart, fue diputado de la CUP en el Parlament. Pero en su caso, es el tránsito por el Parlament, de dos años, el que fue circunstancial, y no el ejercicio de la abogacía. Marchena se ha permitido incluso elogiarle para suavizar algún reproche.

El exnúmero dos de Mas, en cambio, puede entenderse que con su presencia supone una distorsión y busca un protagonismo en clave política parecidos a los de la acusación particular de Vox, ejercida personalmente por el vicesecretario jurídico del partido, Pedro Fernández, y su secretario general, Javier Ortega Smith, y que ha mantenido un perfil bajo desde que Marchena le marcó el territorio de entrada rechazando sus pretensiones de vetar los lazos amarillos en la sala y de leer las preguntas que Junqueras no pensaba contestar.

Dos KO de la defensa técnica

Lo curioso es que, entre tanto intento de llevar los interrogatorios a terrenos distintos del estrictamente procesal, el defensor que hasta ahora ha obtenido más réditos de sus intervenciones -y hasta más aplausos del bando independentista en las redes sociales- haya Javier Melero, que fue fundador de Cs y ha sido el único que ha insistido de forma incluso vehemente en que lo que se dirime en la Sala de Plenos del Supremo es exclusivamente una causa penal, y en que su intención de llevar a cabo una defensa en términos estrictamente técnicos, desmarcándose de la estrategia en clave política mayoritaria y que tiene como máximo baluarte al abogado de Oriol Junqueras, Andreu Van den Eynde.

El mismo miércoles del encontronazo a tres bandas entre Rajoy, Homs y Marchena, Melero, sin apenas ninguna acotación por parte del juez, sacó los colores a Sáenz de Santamaría. Y, al día siguiente, repitió el ejercicio con el exministro del Interior Juan Ignacio Zoido.

Y esas dos victorias por KO suponen también sendas buenas noticias para Marchena por lo que respecta a esa batalla contra la politización de la causa en la que también se ha embarcado el presidente del tribunal. Aunque  se trate de una batalla perdida.

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