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Un nuevo estudio relaciona la contaminación ambiental con el desarrollo infantil

La exposición de la madre gestante al humo del tabaco y a la contaminación puede afectar al comportamiento de los niños en la primera infancia

Más horas de sueño, una dieta saludable y lazos fuertes de los padres con otras familias o amigos mejoran el comportamiento de los niños y las niñas, según indica un estudio de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”.

Un estudio liderado por un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”, relaciona la exposición de la madre gestante al humo del tabaco y a la contaminación del tráfico con el desarrollo de la conducta de los niños en la primera infancia.

Se trata del primer estudio que investiga cuál es el impacto del conjunto de exposiciones ambientales químicas y no químicas (el exposoma) en el desarrollo infantil. Se ha publicado recientemente en la publicación Environmental International, y se puede consultar en Science Direct.

Según los investigadores, en la primera infancia se acelera el desarrollo del cerebro, por lo que la infancia es una etapa “crítica” para la salud mental y el bienestar de las personas.

Si bien en la población general las variantes genéticas suponen entre un 5 y un 25% en el riesgo de alteración de comportamiento, éste se puede ver impactado por el exposoma, en particular durante la gestación y en la primera infancia.

La exposición durante el embarazo al tabaquismo y al tráfico fueron los factores que mostraron asociaciones más fuertes con los problemas de conducta de los niños

“Encontramos que la exposición materna al humo del tabaco durante el embarazo fue la exposición prenatal más importante relacionada con los problemas emocionales y de comportamiento en los niños y niñas”, explica Léa Maitre, primera autora del estudio e investigadora posdoctoral de ISGlobal.

El estudio también encontró que el aumento de la densidad del tráfico de vehículos residenciales en la carretera más cercana durante el embarazo se asoció con puntuaciones más altas de problemas de externalización (síndromes conductuales agresivos y de infracción de normas) y TDAH, aunque los mecanismos exactos por los que esto ocurre siguen resultando esquivos.

La gestación es la fase más sensible a los efectos dañinos del humo y la contaminación

Estos factores ambientales tienen una mayor influencias en la fase prenatal, durante la gestación. Los investigadores creen que se debe a que el período del embarazo es más sensible a los efectos dañinos de estas exposiciones debido en parte a el rápido desarrollo del sistema nervioso que se produce en esa etapa.

“Nuestros resultados confirman el papel dañino que ejercen el tabaquismo materno y la exposición al tráfico durante el embarazo en los trastornos de comportamiento de la infancia, pero también destacan el papel protector potencial de un estilo de vida familiar saludable durante la infancia”, concluye Martine Vrijheid, coautora del estudio y jefa del programa de Infancia y Medio Ambiente de ISGlobal.

Sueño, dieta saludable y contacto social

El mismo estudio liderado por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) halló que los niños y las niñas de entre 6 y 12 años que disfrutaban de un sueño más prolongado, que seguían una dieta saludable (mediterránea) y cuyos padres tenían fuertes lazos familiares y sociales presentaban menos problemas de retracción (por ejemplo, no hablar), somatización (dolores de cabeza) y de ansiedad o depresión (nervios).

En concreto una dieta a base de alimentos de poco valor nutricional (preparados, dulces y bebidas con cafeína) se asoció con mayor riesgo de síntomas de TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), como también se observó que aquellos padres que tenían poco contacto con familiares o amigos (menos de una vez por semana) presentaban un 31% más de probabilidad de tener hijos con síntomas de TDAH que el promedio.

Además la contaminación del aire en el interior del hogar y los niveles de cobre y plomo en sangre se asociaron con un aumento de los problemas de conducta infantiles.