Valls y Colau ya buscan el cuerpo a cuerpo

Los aspirantes a la alcaldía de Barcelona abren las hostilidades en un indisimulado intento de polarizar la campaña electoral

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El choque, que también es de egos, entre Ada ColauManuel Valls está servido. Si el ex primer ministro francés se presenta como un antídoto contra el independentismo, por un lado, y por el otro, contra el populismo con el que identifica la gestión de Colau y Barcelona en Comú, la alcaldesa de Barcelona no ha esperado para entrar al trapo contra Valls, y, signo de estos tiempos de inmediateces, este ya ha reaccionado con flema. Es la prueba elocuente de un pacto no escrito: a ambos les conviene polarizar la campaña y minimizar a sus rivales.

Valls presentó sus credenciales a la alcaldía ayer, martes, e insistió en la necesidad de cambiar el rumbo de una Barcelona en la que los índices de inseguridad y los conflictos en el espacio público han crecido, y Colau le ha replicado este miércoles acusándole de manchar la imagen de la ciudad al asociarla a un escenario de «caos y desorden» y señalándolo como el candidato «de la derecha» y «de las élites económicas», incómodas, se ha jactado, con el actual gobierno municipal.

Valls, candidato «de la moderación»

El cuerpo a cuerpo, apenas iniciado, avanza con contundencia. Así se ha visto este martes en una rueda de prensa de Valls que ha concedido tras la caótica presentación del martes -a la que la mayoría de los periodistas acreditados no pudieron acceder-, en la que, cuando le han resumido los ataques de Colau, ha reaccionado ofreciéndose como «el candidato de la moderación» por contraste con los a su juicio inflamados reproches de Colau. 

«¡Qué lenguaje! Yo no he hablado de caos, he hablado de los problemas serios que la gente de Barcelona conoce. Esta ciudad se está deteriorando, se está deteriorando su imagen y la vida de los barceloneses», ha alegado, para luego insistir en que él tiene otro talante. «Yo no voy a bajar al nivel de los insultos», ha insistido, y también en su perfil de hombre de izquierdas.

Pullas contra Colau

Luego ha lanzado unas cuantas andanadas dirigidas a la línea de flotación de Colau. La primera, en clave ideológica: «Es muy extraño que alguien que se dice progresista no se felicite de que alguien que ha nacido aquí, francoespañol, y que ha sido primer ministro en Francia pueda, como barcelonés, catalán, español, francés, europeo, ser candidato aquí, en su ciudad».

La segunda, sobre los objetivos y los resultados de la alcaldesa: «El proyecto hace tres años era combatir la pobreza. ¿Hoy hay menos o más pobreza? Hay más. ¿Vivienda? Han subido los precios». Asuntos que merecen «un debate, pero con moderación». «Y yo soy el candidato de la moderación», ha rematado.

La tercera, sobre la postura de Colau respecto de la apuesta independentista: «El independentismo ha situado a Barcelona en una encrucijada que no se puede resolver desde el Ayuntamiento aplicando una política de equidistancia».

Y, por fin, la más sutil, tal vez la más hiriente. «Yo respeto a Colau. Gobernar no es fácil, vivir unos atentados como los del año pasado en Barcelona no es fácil, y gestionar una ciudad no es fácil, sobre todo cuando no estás preparado».

Proyecto sin concreciones

Lo que no ha hecho Valls es apuntar soluciones para los problemas que enuncia, que van de la pobreza a la pérdida de potencia cultural de Barcelona, de la inseguridad creciente a los manteros. Y Colau también había hurgado en esa falta de concreciones. «Me gustaría saber si el señor Valls votaría a favor o no del 30% de vivienda social de las nuevas promociones privadas en Barcelona. ¿Perseguiría el fraude fiscal de las grandes corporaciones como está haciendo la ciudad de Barcelona?»

Para saberlo habrá que esperar. En todo caso, Valls insiste en que «habrá tiempo» para todo. Y eso también vale para anunciar más integrantes de su candidatura y más apoyos además del ya conocido, y ahora minimizado por el alcaldable, de Cs, que ha renunciado a presentarse en solitario a las municipales y ha anunciado que lo hará bajo el paraguas del ex primer ministro francés, mientras este insiste en presentarse como un «independiente» que aspira a incorporar a su proyecto a tantos como sea posible.

Por el momento, PSC y PP ya se han desentendido de su propuesta, pero él no descarta nada

Por el momento, PSC y PP ya se han desentendido de su propuesta, pero él no descarta nada. «El paisaje político se está moviendo, aunque no sé si será un terremoto», alega. Y que hay «gente en los barrios que quiere cambios».

Tal vez haya alguna precisión en noviembre, cuando Valls prevé un gran acto público para dar a conocer detalles sobre su candidatura. De entrada, solo ha avanzado el nombre de la misma, Barcelona ciudad europea, integrado por tres palabras que se escriben igual en catalán que en castellano, idiomas que alterna indistintamente en sus comparecencias, y que indican la pulsión europeista de su proyecto. 

Duelo de personalismos

Mientras se clarifica su programa político, Valls ya compite con Colau también en personalismo. Si la alcaldesa tiene por costumbre acabar por ligar siempre la agenda de la actualidad a su autobiografía, el ex primer ministro francés, a falta de concreciones sobre su proyecto, habla de sí mismo por activa y por pasiva.

Este miércoles se ha extendido sobre su decisión personal de «cambiar de vida» y venir a vivir a Barcelona, sobre su pasado barcelonés o sus referentes como hombre de izquierdas -Willy Brandt, Olof Palme, Michel Rocard, Felipe González, Georges Clemenceau o Simone Veil, ha enumerado-, e incluso, para desmentir eso de ser el candidato de las élites, sobre los ingresos de sus familiares. «No les voy a hablar de la pequeña pensión de mi madre o de la pequeña pensión de mi hermana. ¿Qué es ser rico? ¿Ganar 500 o 600 euros al mes? Eso es mi familia», ha esgrimido.

Hasta ha hablado de los másters. De que él, como Colau, no tiene. «Mi máster es el de la vida», ha zanjado

Por contar, ha contado incluso que seguirá viviendo en París. En la calle París de Barcelona, concretamente, y perdón por el chiste, pero es suyo. Hasta ha hablado de los másters. De que él, como Colau, no tiene. No llegó a la universidad. «Con mi bachillerato aprendí tanto de la vida que llegué a primer ministro francés. Mi máster es el de la vida», ha zanjado, y ha reclamado elevar el tiro y mantener «un debate de alto nivel» que aborde problemas graves. «Pasarse la vida hablando de los másters aleja mucho a los ciudadanos de los políticos», ha advertido.

Habrá que ver si el personalismo de Valls persiste. De momento, está abonado al one-man show hasta en los detalles más banales: la rueda de prensa, tras el caos del día anterior, ha empezado con reiterados problemas de sonido, y después el atril tras el que hablaba el candidato se ha desplomado. Cuando los miembros de su equipo han intentado acercarse para volverlo a colocar, los ha frenado, con una medio sonrisa en los labios pero explicitando el hartazgo ante los problemas organizativos «Ya lo hago yo, lo organizo yo y lo voy a montar yo la próxima vez».

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