Tensión en el Black Friday: los minoristas culpan a la banca por la caída de ventas
El informe “Radiografía económica y bancaria de la micro y pequeña empresa en España 2025” ha desvelado las desventajas con las que parten las pymes en fechas tan señaladas
Un empleado prepara los productos en oferta para la campaña del Black Friday de 2020. EFE/EPA/Guillaume Horcajuelo
Más de la mitad de los minoristas españoles, un total de un 53%, culpa a la banca tradicional de entorpecer sus ventas durante las grandes campañas de consumo, como el Black Friday o la Navidad. Así lo revela el informe “Radiografía económica y bancaria de la micro y pequeña empresa en España 2025”, elaborado por la fintech Qonto.
Un estudio que ha puesto de manifiesto la creciente frustración de las pequeñas empresas con las entidades financieras tradicionales. Según el mismo estudio, las comisiones ocultas, la burocracia excesiva y la falta de transparencia en las condiciones bancarias limitan la capacidad operativa del comercio minorista, especialmente en épocas de alta demanda, cuando la liquidez y la agilidad financiera resultan decisivas para mantener la competitividad.
El doble desafío que afronta el pequeño comercio en estas fechas: más demanda… y menos flexibilidad
Este estudio concluye qu, durante las semanas previas al Black Friday, las pymes del sector minorista se enfrentan a un doble reto: atender el aumento de la demanda mientras deben lidiar con una gestión bancaria lenta y rígida. Este cuello de botella, según Qonto, resta tiempo y recursos a los pequeños negocios, que necesitan reaccionar rápidamente ante cambios en los flujos de caja, retrasos en los pagos o aumentos imprevistos de inventario.
Así lo reflejan los resultados del propio informe: el 35% de los minoristas reconoce no saber exactamente cuánto paga en comisiones, y otro 45% asegura conocer las tarifas sin poder precisar las cifras exactas. Esta falta de claridad, apunta el informe, dificulta la planificación financiera y genera inseguridad en las operaciones diarias.
En una campaña como el Black Friday, donde los márgenes de beneficio se reducen al máximo para competir con los grandes distribuidores, cualquier gasto imprevisto o comisión no identificada puede resultar determinante. Y el hecho de que la mayoría de pymes desconozcan hacia dónde van esos gastos, termina resultando un factor fundamental en este tipo de campañas.
Y es que, pese al malestar con la banca tradicional, la digitalización del sector minorista avanza con lentitud. Solo el 30% de los comercios se plantea abandonar la banca convencional para adoptar soluciones fintech, lo que indica que el potencial de transformación aún está lejos de consolidarse.
Es un hecho que, las fintech, como resulta el caso de la propia Qonto, ofrecen plataformas más transparentes, con menores comisiones y procesos automatizados que permiten optimizar la gestión financiera. Sin embargo, la inercia del sistema bancario tradicional, junto con la falta de información o confianza en las nuevas herramientas digitales, ha frenado el ritmo de adopción.
Aun así, el estudio refleja un cierto optimismo. El 52% de los minoristas prevé aumentar sus ingresos en los próximos 12 meses, aunque la mayoría espera crecimientos moderados de entre el 5% y el 15%. Por el contrario, un 35% no anticipa cambios, mientras que un 13% teme una caída en sus ventas, reflejando un clima de prudencia entre los pequeños empresarios.
Bruselas y el entorno regulatorio se ponen manos a la obra para proteger a los minoristas
Sin embargo, la banca no se consolida como el único problema de estas pequeñas empresas. Además de los problemas bancarios, las pymes deben enfrentarse a un marco regulatorio europeo cada vez más complejo. Según el informe, la mitad de los minoristas considera que las normativas comunitarias favorecen a las grandes compañías, mientras que un 53% cree que las nuevas obligaciones legales han complicado su gestión interna.
Estas cargas administrativas, como pueden ser la adaptación a normativas de sostenibilidad, protección de datos o transparencia fiscal, suponen un coste añadido que los pequeños comercios afrontan con menos recursos. La combinación de burocracia bancaria y regulatoria ha convertido al Black Friday, tradicionalmente visto como una oportunidad de oro para impulsar las ventas, en una prueba de resistencia financiera y organizativa.
De hecho, este mismo informe también hace referencia al reciente movimiento de la Comisión Europea en defensa del comercio minorista, tras multar a las firmas de lujo Gucci, Chloé y Loewe con más de 157 millones de euros por prácticas anticompetitivas. En concreto, Gucci fue sancionada con 119,67 millones de euros, Chloé con 19,69 millones y Loewe con 18 millones, aunque las tres marcas obtuvieron reducciones por su colaboración con la investigación.
Y es que de acuerdo a la explicación de Bruselas, las compañías impusieron restricciones ilegales a los minoristas en la fijación de precios y condiciones de venta, exigiendo que mantuvieran precios similares a los de sus propias tiendas para evitar la competencia directa. Estas limitaciones se aplicaron tanto en tiendas físicas como en plataformas digitales entre 2015 y 2023, afectando a sectores como la moda, el calzado o los accesorios.
Un hecho que revela una realidad innegable: mientras que la banca tradicional mantiene modelos poco flexibles y escasamente transparentes, las grandes corporaciones imponen condiciones que reducen el margen de maniobra de los pequeños comercios. En este contexto, la adopción de soluciones fintech y una mayor regulación contra las prácticas anticompetitivas se perfilan como las claves para devolver agilidad y autonomía al sector.
Por todo ello, y en plena antesala del Black Friday, los minoristas españoles se preparan para una de las campañas más exigentes del año, marcada por la incertidumbre financiera y la necesidad de reinventarse digitalmente. Si las conclusiones del informe se cumplen, el verdadero desafío del comercio minorista no será vender más, sino lograr hacerlo en igualdad de condiciones frente a bancos y grandes marcas.