No todo son ventajas: este es el gran problema del DNI permanente
Un documento pensado para facilitar la vida a los mayores puede complicársela fuera de España
Una oficina de renovación de DNI y pasaporte de la Policía Nacional.
El Documento Nacional de Identidad (DNI) permanente fue creado con un propósito claro: simplificar la vida a las personas mayores de 70 años, liberándoles de la obligación de renovar periódicamente su identificación oficial. En principio, la medida representa un avance administrativo coherente con las necesidades de una población que no debería verse forzada a desplazarse para trámites burocráticos. Sin embargo, no todo son beneficios. En algunos casos, el DNI permanente se ha convertido en una fuente de problemas, sobre todo al salir al extranjero.
Una fecha que desconcierta: el 01/01/9999
El origen del conflicto radica en la fecha de caducidad que figura en el documento. En vez de poner «validez permanente», como en versiones anteriores, el nuevo modelo del DNI para mayores de 70 años marca una fecha simbólica de expiración: 01 de enero del año 9999. Esta fórmula, pensada para que los sistemas informáticos reconozcan su vigencia indefinida, ha generado confusión tanto dentro como fuera de España.
El problema más grave aparece en contextos internacionales, donde la inexistencia de una fecha real de caducidad levanta sospechas. En muchos países de la Unión Europea, los documentos de identidad deben tener una fecha clara de expiración, y una fecha tan lejana es considerada por algunos como un error o falsificación.
El caso de Luis Carbó: atrapado en Ámsterdam por un DNI válido en España
Un ejemplo claro de estas dificultades es el caso de Luis Carbó, un hombre de 89 años y expresidente del Club Atletismo Playas de Castellón. Durante un viaje familiar a Países Bajos, la aerolínea Ryanair le denegó el embarque de regreso a España, alegando que su DNI no era válido por tener una fecha de expiración “anómala”. Aunque el documento es legal en territorio español, la trabajadora de tierra se negó a aceptarlo, lo que obligó a la familia a acudir al Consulado de España en Ámsterdam y a reorganizar su viaje, con un coste extra de 1.560 euros y una noche más fuera del país.
El problema no fue el documento en sí, sino la falta de comprensión de su naturaleza por parte de personal extranjero, lo que deja a los viajeros en una situación de indefensión. Esta experiencia no es un caso aislado. Existen otros ejemplos similares en aeropuertos europeos, donde los sistemas de verificación digital no aceptan la fecha 01/01/9999 como válida, provocando bloqueos y complicaciones para personas mayores.
El dilema del diseño: eficiencia nacional, fricción internacional
El modelo del DNI permanente es una solución pensada para el ámbito doméstico. Dentro de España, su validez es plena y sus ventajas indiscutibles: evita desplazamientos para renovar documentos, reduce cargas administrativas y respeta la realidad de quienes, por edad o condiciones de salud, no deberían tener que acudir a una comisaría cada cinco o diez años.
Sin embargo, en el contexto internacional, la falta de homologación con otros sistemas de identificación es una barrera. Otros países no comprenden el sistema español, y menos aún la simbología de una fecha como la del año 9999. En este sentido, la interoperabilidad del DNI permanente no está garantizada más allá de nuestras fronteras, dejando a las personas mayores en una situación de vulnerabilidad inesperada.
Más de seis millones de posibles afectados
Actualmente, más de 6,5 millones de españoles tienen 70 años o más, lo que significa que potencialmente podrían contar con este tipo de documento. Aunque no todos viajan al extranjero, muchos lo hacen —especialmente para visitar a familiares o disfrutar de su jubilación— y pueden enfrentarse al mismo tipo de problemas que Luis Carbó.
También se han reportado fallos en plataformas digitales del propio Estado español, como el sistema de la Agencia Tributaria, que no reconoce correctamente la fecha del DNI permanente en algunas gestiones telemáticas. Esta contradicción demuestra que ni siquiera dentro de nuestras propias fronteras está del todo garantizado el funcionamiento adecuado del sistema.
¿Qué se puede hacer?
Ante esta situación, los expertos recomiendan a las personas mayores que planeen viajar fuera de España utilizar el pasaporte como documento principal, ya que cuenta con una fecha de caducidad convencional y es universalmente aceptado. También se sugiere una mejor formación del personal aeroportuario y consular para saber cómo actuar en estos casos.
Además, sería conveniente que las autoridades españolas iniciaran conversaciones a nivel europeo para homologar el DNI permanente o al menos registrar formalmente su validez a través de canales oficiales como el Espacio Schengen. En paralelo, una revisión del sistema informático español, para evitar que instituciones como Hacienda pongan trabas por una fecha simbólica, es cada vez más urgente.
El DNI permanente es una medida pensada con lógica social y administrativa, pero como demuestra la experiencia de muchos mayores, presenta fisuras importantes cuando se aplica en contextos internacionales o digitales. Lo que debería ser una ventaja se convierte en una desventaja si no se armoniza adecuadamente con los estándares internacionales.