¿Qué ocurre si la fumata del cónclave es de color negro?

Las votaciones seguirán en las próximas jornadas si el humo de la fumata es de color negro

Fumata negra cónclave

Fumata negra cónclave

Cuando un papa muere o renuncia, se activa un protocolo secreto en el Vaticano: los cardenales se reúnen a puerta cerrada para elegir al nuevo líder de la Iglesia en un cónclave que puede cambiar la historia.

Este procedimiento, profundamente arraigado en la tradición, incluye una señal visible al mundo entero: la fumata. Una vez instalado el sistema de chimenea y estufa en la Capilla Sixtina, comienza el proceso de votación y, con él, la atención se dirige hacia el humo que sale de ese conducto. Durante horas, e incluso días, millones de personas en todo el planeta mantienen la mirada fija en ese pequeño hilo de humo que emerge del corazón del Vaticano. La fumata negra indica que aún no hay acuerdo, mientras que la esperada fumata blanca anuncia al mundo que un nuevo papa ha sido elegido, desatando una oleada de emoción en la Plaza de San Pedro.

El significado de la fumata negra en el Vaticano para escoger al nuevo Papa

Capilla Sixtina
Capilla Sixtina

La aparición de humo oscuro desde la chimenea no es un hecho menor. “La fumata negra que emana la chimenea de la Capilla Sixtina significa que no se eligió a un nuevo papa”. Este gesto simbólico se ha utilizado desde finales del siglo XIX y es la forma en que los fieles pueden conocer si se alcanzó o no una decisión unificada entre los cardenales electores.

Cada vez que el humo negro se eleva, un suspiro colectivo recorre la Plaza de San Pedro y las pantallas de televisión de todo el mundo: aún no hay consenso. Las deliberaciones continúan, los cardenales vuelven a sus oraciones y discusiones a puerta cerrada, mientras la expectativa global crece. Solo cuando el humo se torne blanco, se sabrá que la espera terminó y que un nuevo pontífice guiará a la Iglesia.

La fumata negra surge tras cada ronda de votación en la que ningún candidato alcanza los dos tercios de apoyo indispensables para ser confirmado como el nuevo Sumo Pontífice. Mientras persistan las diferencias y no se logre el consenso, esa inconfundible señal oscura continuará elevándose una y otra vez sobre la Capilla Sixtina, recordando al mundo que la decisión aún está en manos de los cardenales. La espera se alarga, la incertidumbre crece y las miradas siguen fijas en la chimenea, a la espera del momento en que el humo cambie de color y anuncie el desenlace.

La fumata negra puede repetirse durante siete días

Las votaciones se suceden en un ritmo meticuloso, con sesiones dobles que se celebran tanto por la mañana como por la tarde. Si, tras tres días de deliberaciones, no se alcanza un acuerdo, el proceso se detiene durante un máximo de 24 horas. Es entonces cuando los cardenales disponen de un tiempo de pausa dedicado a la oración, al diálogo sereno y a una exhortación espiritual que busca iluminar sus conciencias.

La fumata negra puede repetirse hasta por siete jornadas consecutivas, prolongando la incertidumbre y la expectación en todo el mundo. Si tras ese tiempo no se ha elegido al nuevo papa, se convoca una segunda ronda en la que solo participarán los dos cardenales que hayan recibido el mayor número de votos. Si incluso después de esta segunda vuelta el consenso sigue sin llegar, se permite un nuevo ciclo de hasta siete votaciones adicionales, siempre acompañado de otra pausa para la reflexión.

Cuando todas las instancias previas se han agotado y la elección aún no se ha definido, se activa la etapa final: los cardenales deben centrar su decisión exclusivamente en los dos candidatos que más apoyos hayan reunido hasta ese momento. Es el tramo decisivo, donde cada voto puede cambiar la historia y donde la mirada del mundo entero aguarda el desenlace.

El anuncio del nuevo Papa

Cuando el proceso concluye con éxito y uno de los candidatos obtiene los votos necesarios, una esperada fumata blanca se eleva desde la chimenea de la Capilla Sixtina. Es la señal que desata aplausos, emociones y campanadas en la Plaza de San Pedro: el nuevo papa ha sido elegido. Poco después, todas las miradas se trasladan al balcón principal de la Basílica de San Pedro, donde el cardenal protodiácono tiene la histórica tarea de comunicar el resultado.

Con voz solemne y ceremonial, el protodiácono pronuncia las palabras que el mundo aguarda con ansias: “Habemus Papam”. Es el anuncio oficial de que ya hay un nuevo líder para la Iglesia Católica, y junto con él se revela el nombre del cardenal electo, quien en ese instante se convierte en el nuevo Sumo Pontífice.

En ese momento, la espera llega a su fin. Millones de fieles, congregados en la plaza y conectados a través de medios de comunicación en todos los rincones del planeta, conocen finalmente la identidad del hombre que guiará a la Iglesia en los próximos años. La emoción se desborda, las banderas ondean y la historia se escribe una vez más desde el corazón del Vaticano.

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