Este supermercado se va a la quiebra después de 40 años en activo

Una víctima más de la concentración del mercado y el cambio de hábitos del consumidor

Distribución de un supermercado Consum

Subida del IVA en los supermercados

Después de cuatro décadas al servicio de los hogares asturianos, El Arco dice adiós. La emblemática cadena de supermercados, nacida en 1987 en Sama de Langreo, ha anunciado el cierre definitivo de sus tiendas, sumándose a la creciente lista de negocios regionales que no logran resistir la presión de los grandes operadores del sector. La noticia marca el final de una etapa para muchas familias que encontraron en estos supermercados una opción cercana, accesible y familiar, hoy desplazada por los gigantes del retail.

La empresa no ha podido sobrevivir a la competencia feroz impuesta por Mercadona, Lidl, Carrefour y otras grandes superficies, que han cambiado el panorama del consumo en España en la última década. A esto se suma la evolución del consumidor, cada vez más digital, exigente y orientado a servicios añadidos como el envío a domicilio, las cajas de autopago o la compra online, elementos que El Arco no llegó a integrar plenamente.

Del crecimiento regional a la venta de activos: una caída progresiva

El Arco llegó a tener presencia desde Asturias hasta Galicia, con una red de tiendas diversificada bajo las marcas El Economato, Arcoplaza y La Quintana. Pero el declive comenzó a evidenciarse en 2024, cuando el grupo decidió vender 29 establecimientos y tres plataformas logísticas al grupo gallego Cuevas, en un intento por aliviar su situación financiera. Fue un movimiento desesperado que permitió abonar hasta el 70% de la deuda con proveedores, pero que también supuso el inicio del desmantelamiento de su estructura operativa.

Lo que quedó de la cadena fue insuficiente para asegurar su viabilidad. Tras la venta, El Arco mantuvo 30 tiendas, principalmente en Oviedo y Gijón, pero la pérdida de su principal proveedor, que dejó de suministrar productos por impagos acumulados, dejó a la empresa sin capacidad para sostener su operativa ni asegurar el surtido básico en sus supermercados. La falta de mercancía fue el golpe final que precipitó la clausura.

La desaparición de El Arco es un reflejo de las transformaciones profundas que atraviesa el comercio alimentario en España. En 2025, Mercadona no solo mantiene su liderazgo con una cuota del 26,7%, sino que continúa creciendo, mientras cadenas como Lidl y Día refuerzan su red con nuevas aperturas y propuestas agresivas de precios. Frente a ello, las pequeñas y medianas cadenas locales quedan relegadas a una lucha por la supervivencia, incapaces de igualar la eficiencia logística, las campañas de marketing o la inversión tecnológica de los grandes actores.

Las tiendas tradicionales, con estructuras rígidas y márgenes estrechos, tienen cada vez menos espacio en un mercado donde prima la inmediatez, la personalización y la digitalización. El consumidor urbano actual busca soluciones cómodas, rápidas y alineadas con su estilo de vida. Supermercados como El Arco, sin una presencia digital sólida ni servicios diferenciadores, quedaron atrapados en un modelo que ya no encaja con los tiempos.

Más de cien trabajadores afectados y un ERE en marcha

El cierre definitivo de El Arco tendrá consecuencias directas para más de 100 empleados, que deberán acogerse a un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Sindicatos y asociaciones ya han exigido a la dirección del grupo que el proceso se lleve a cabo con transparencia y garantías, ofreciendo las indemnizaciones legales y la orientación necesaria para la recolocación del personal.

Además del impacto laboral, el cierre golpea a numerosas comunidades rurales y barrios de ciudades medianas, donde El Arco era a menudo el único punto de venta de proximidad. La desaparición de estas tiendas deja un vacío importante en términos de acceso a bienes básicos, especialmente para personas mayores o con movilidad reducida.

El caso de El Arco no es aislado. En los últimos años, cadenas regionales con décadas de trayectoria como Supersol, Caprabo (en parte) o Eroski en ciertas zonas, han tenido que vender activos, replegar operaciones o directamente desaparecer, incapaces de soportar la presión del mercado. El auge de los supermercados discount, los formatos express, y las nuevas plataformas digitales ha redefinido las reglas del juego, dejando atrás a aquellos que no pudieron adaptarse con suficiente rapidez.

Los consumidores han cambiado. Ya no se trata solo de encontrar buen precio, sino de combinarlo con conveniencia, innovación y experiencia. Modelos como el de El Arco, que apostaban por la cercanía y la confianza, no han sido suficientes para mantenerse sin una transformación integral.

Una despedida con sabor a historia local

El cierre de El Arco supone mucho más que el final de una cadena de supermercados. Para miles de familias asturianas, significaba un punto de encuentro cotidiano, una forma de consumo basada en la cercanía y la identidad regional. La empresa supo crecer con esfuerzo y constancia, generando empleo, dinamizando barrios y ofreciendo productos accesibles a distintas generaciones.

Con su desaparición, se esfuma también un capítulo de la historia comercial del norte de España, en un contexto en el que solo los más grandes o los más innovadores parecen tener opciones reales de futuro.

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Alba Carbajal

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