Picasso y el Greco: un diálogo de arte a través del tiempo

Es un diálogo de 300 años de distancia, auspiciados por un museo castellano y otro de Suiza. Es el encuentro más allá del tiempo entre un malagueño que residió casi toda su vida en Francia y triunfó en el mundo entero en el siglo XX, y un griego que en el siglo de Oro se instaló en España y su pintura mística se elevó a los altares del arte universal.

Se trata, es obvio, de Pablo Picasso y el Greco, cuyas obras se pueden analizar en conjunto en una exposición que organiza el Museo del Greco de Toledo.

La visita de Picasso al Greco

Picasso visita al Greco forma parte de la larga agenda de celebraciones y encuentros artísticos que se realizarán este año y sobre todo el que viene por los 50 años del fallecimiento del creador del Guernica.

Las dos obras de Picasso elegidas tienen puntos de conexión con diferentes trabajos del Greco

En las salas del museo toledano se exhiben dos obras de Picasso que han sido intercambiadas con el Kunstmuseum Basel a cambio de tres trabajos de la serie Apostolado del pintor renacentista.

Desde Suiza han llegado los óleos Mujer con sombrero en un sillón y Venus y el amor, que la última vez que habían estado en España se encontraban en el Museo del Prado.

Por parte del Museo del Greco han prestado las pinturas de San Juan, San Bartolomé y San Simón, que formarán parte de la muestra Picasso-Greco.

Influencias cruzadas

Picasso siempre había dicho que el Greco fue uno de sus artistas más admirados y fuente de inspiración a lo largo de su carrera.

Por ello la exposición busca los puntos en común entre dos obras de diferntes períodos de la larga producción picassiana con las realizadas hace tres siglos atrás.

Picasso siempre dijo que el Greco fue uno de los artistas que tuvo más influencia en su carrera

Por ejemplo Venus y el amor se encuentra en la biblioteca del museo de Toledo, frente al San Bernardino de el Greco, mientras que Mujer con sombrero comparte composición y colores con Las lágrimas de San Pedro.

Cuadro por cuadro

El de Venus y el amor es un óleo de 1967 que representa un tema mitológico clásico, y su estilo se caracteriza por pinceladas rápidas, grandes e impulsivas. Fue hecho en la última etapa de su carrera artística, reflejo de su estancia definitiva en el sur de Francia pocos años antes.

El otro óleo recuerda a los retratos de tres cuartos tan característicos del arte español, donde el artista –como fue su sello de estilo- deforma el cuerpo y el rostro de la modelo, en una combinación de cubismo expresionista con surrealismo.

Ella era Dora Maar, prestigiosa fotógrafa que tuvo una tormentosa relación de diez años con Picasso.

El pionero del retrato

A el Greco se le reconoce haber sido el introductor del retrato psicológico en el arte español, quien ha logrado como pocos captar la vida interior de las personas, recuerdan en el museo toledano.

“Fue una gran aportación del cretense a la historia española del retrato y que, sin duda, Picasso recoge y transforma”, indicaron.

Estilos únicos

El Greco desarrolló una manera de retratar y de entender la naturaleza que fue más allá del ideal clásico y Picasso hizo lo mismo. El Greco influyó a Picasso y, a la vez, estos dos artistas tuvieron un estilo único y personal, se alejaron de los moldes de su época y dejaron plasmado en su obra que no hay una única manera de ver el mundo, expresa Lidia Yanel para Efe.

Picasso se fijó en un pintor que en aquel momento (finales del siglo XIX y comienzos del XX) empezaba a ser redescubierto, el Greco, quien 300 años antes «también decidió no seguir las normas», ha dicho el director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Isaac Sastre de Diego, en la presentación de la muestra.