Taiwán: una librería donde la única luz es la de los libros
La librería Wuguan está a oscuras. Tenues luces iluminan únicamente las portadas de los libros, que parecen flotar en un santuario mágico

La librería Wuguan está a oscuras. Tenues luces iluminan únicamente las portadas de los libros, que parecen flotar en un santuario mágico
¿Hay algo más íntimo y solitario que leer un libro? Sin duda para muchos leer es algo que va unido al silencio y a la luz tenue, la que desde la mesilla nos acompaña en la noche mientras estiramos las horas leyendo entre las sábanas, muchas veces hasta quedarnos dormidos aún con el volumen entre las manos.
Justo esa experiencia es al que replica una librería que más bien parece un santuario de libros. Ubicada en la ciudad portuaria de Kaohsiung, al sur de Taiwán, Wuguan Books no cuenta con estridentes escaparates, letreros de neón, llamativos colores para guiarnos entre géneros o ni con la última tecnología para localizar títulos. Ni siquiera un interiorismo que parece llevarnos a un mundo mágico.
Wuguan Books
Tras sus gruesas cortinas y apenas anunciado por un cartel de estilo vintage en el exterior, se accede a un lugar de oscuridad y silencio. Un pasaje nos conduce de la luz del exterior a un universo donde reinan los libros. Y lo hacen ellos, contando su propia historia.
Diseñada por el estudio Chu Hjih-kang Space Design, la librería con dos plantas y 185 m2, parece un pasadizo negro en el que brillan, como suspendidas en el aire, las portadas de los libros, iluminadas individualmente. Nada de tomos acumulados en estanterías de los que apenas vemos el lomo, nada de mesas en las que se amontonan y atropellan los volúmenes.
Sus alrededor de 400 estantes dejan a los libros hablar, atraer al lector, animarle a tomarlo entre sus manos y guiarle hasta encontrar lo que verdaderamente quiera leer.
Cada estante ofrece únicamente un libro que, casi como flotase en la oscuridad, interpela directamente al visitante
Los libros y tú
La madera oscura que domina el conjunto contribuye a la oscuridad, como las pesadas alfombras que cubren el suelo lo hacen al silencio, absorbiendo el eco de las voces y hasta las pisadas de otros visitantes. En medio de la oscuridad, solo tú y los libros.
De hecho, toda la librería está diseñada para reducir la interacción con cualquier otra persona. Al pasear en sus pasillos de atmósfera onírica no parece haber nadie más, por lo que toda la atención se centra en la experiencia.
Dicen desde el establecimiento que también así se vence cualquier posible reparo a la hora de hojear un libro, sea cual sea la temática -Wuguan Books cuenta con un amplio catálogo de títulos que van desde la psicología al erotismo que, según ellos, podría hacer que la gente se muestre reacia a cogerlos si hay alguien mirando o en cualquier otro entorno mucho más iluminado-.
En cambio, el entorno de confortable oscuridad creado por el equipo del arquitecto Chu Chih-kang -creador también de la librería Fangsuo en Chengdu (China) en este caso inspirada en la historia de un monje budista y que toma forma como un depósito subterráneo de conocimiento y saber- invita a deambular, a curiosear hasta el momento en que uno de esos libros pulse la tecla, nos haga cosquillas, nos empuje a sacarlo de la intimidad de su estantería y llevarlo a la de nuestro dormitorio.
Al abrigo de la oscuridad
Por supuesto, no se permiten linternas ni ‘hacer trampas’ usando la luz del teléfono móvil para guiarnos entre los pasillos. Tampoco es un lugar donde tomar fotografías para presumir en Instagram. Casi parece un sacrilegio en una librería que tiene como lema ‘Libros Wuguan: sobre la lectura del alma’.
Es más, si tardas más de la cuenta en localizar lo que andabas buscando, aprovéchalo para pasar tiempo contigo mismo, para vagar sin rumbo, para dejar que sea el libro el que te encuentre. Quién sabe si abrigado por la oscuridad reunirás el coraje para abrir un libro que te ayude a vencer tus miedos.
Abierto solo a mayores de 18 años, además de los mágicos estantes y una gran mesa en la que sentarse a leer más cómodamente, además de una cafetería, en la tienda se venden objetos que van desde curiosidades a juguetes sexuales.
“Lo que pensábamos que podía suceder”, dicen sus responsables, “como que los visitantes se tropiecen, se duerman o roben, casi nunca pasaron”. Ya lo decíamos, un lugar mágico.