Azores: turismo de aventura y naturaleza en un paisaje prehistórico
Barranquismo, rappel, parapente y los avistamientos de ballenas se combinan con propuestas de spa en la isla de São Miguel, la mayor de las islas Azores

Variedad de climas en la isla de São Miguel. Foto DRodrigues
“Ni de coña me tiro ahí”. Estoy a cinco metros de altura haciendo equilibrio entre rocas resbaladizas, con un salto de agua bajo los pies y rodeado de helechos prehistóricos, además de toda clase de arbustos y gigantescos árboles subtropicales.
Esos segundos de indecisión parecen eternos. A pesar que el agua es un colchón amortiguador las dudas recorren el cuerpo, pero tampoco he llegado a este cañón en medio de las Azores para echarme atrás. “Tómate tu tiempo” me dice con toda la paciencia del mundo el guía Luis Botelho, de Picos de Aventura.
Cierro los ojos, grito no se qué bestialidad y me lanzo al vacío. El agua está más fría de lo que creía, se mete en la nariz con una picazón irritante e instintivamente busco la superficie. Boqueo y vuelvo a gritar: la adrenalina sube por la sien y la excitación es total.
Saltos al vacío y rappel
Esta es una de las sensaciones que hemos tenido en las dos horas realizando barranquismo en el cañón de Ribeira dos Caldeoires, en la isla de São Miguel, la más grande del archipiélago de las Azores. No fue el único salto: en total fueron tres lanzamientos al agua desde los cuatro a dos metros, además de dos descensos en rappel bajo la intensa ducha fría de las cascadas.
La experiencia de barranquismo en el cañón de Ribeira dos Caldeoires incluye saltos a pozas y rappel entre cascadas
Y quien no se anime puede realizar senderismo –con suma precaución- por los caminos de barro y rocas en un frondoso paisaje de vegetación y rápidos que parece extraído de una película de dinosaurios
Cómo llegar a Azores
Por suerte este remoto archipiélago, el punto más occidental de Europa, está más cerca: SATA Azores Airlines comenzó a operar entre Barcelona y la isla de São Miguel hasta septiembre con vuelos los miércoles y viernes, en un viaje de tres horas y media que en los modernos A321LR pasan volando (perdón por la metáfora fácil), y con billetes a 350 euros ida y vuelta.
Las islas volcánicas
Quien viaja a las Azores lo hace buscando nuevas experiencias de aventura en la naturaleza, en un paisaje moldeado por volcanes donde estos gigantes de fuego están apagados o dormidos; pero su sueño se percibe en fumarolas y calderas de agua hirviendo, donde el azufre adquiere espantosos aromas a huevo podrido.
Con 63 km de largo y solo 15 km en su parte más ancha, la isla –como las demás de las Azores, excepto la más desértica Santa María– es un despliegue de cerros y lomas con todas las variedades de verde que uno pueda concebir, con una media docena de lagos formados en antiguos cráteres.
Actividades acuáticas en Azores
Es descubrir la tierra, el aire y el agua. En esos lagos, como el de aguas verdes y azules del lago que está frente a Sete Cidades, es común realizar windsurf y paddle surf, mientras que las costas norte y sur de São Miguel son mecas para el surf gracias a sus famosas olas con forma de tubos, como las de la playa de Santa Bárbara-Ribeira Grande.
Aunque si se trata de dar los primeros pasos en este deporte, es mejor probar las aguas más tranquilas de la Praia da Milícias, cerca de la capital Ponta Delgada.
Ballenas e inmersiones
Desde el puerto de esta ciudad varias empresas ofrecen avistamientos de ballenas y otros cetáceos, que pueden suceder cerca de la costa o navegando algunas millas mar adentro.
Las Azores son uno de los mejores sitios para divisar ballenas, orcas, delfines y otros cetáceos
Verlas es cuestión de suerte, pero casi siempre se logra. Desde la costa hay expertos que con prismáticos alertan dónde hay movimiento de estos mamíferos marinos, y allí van los zodiacs a esperar el estremecedor momento en que un cachalote sale a respirar a la superficie o que una gigantesca ballena azul exhibe su cola antes de sumergirse en las profundidades.
“Azores es uno de los mejores lugares del mundo para ver ballenas”, apunta el guía Luis, donde se pueden divisar hasta 25 especies entre migratorias y residentes, además de orcas, delfines y tiburones ballena.
No nos dieron los tiempos, pero un grupo de agentes de viaje que nos acompañó pudieron ver cómo dos cachalotes nadaron a pocos metros de los botes, clarísimos bajo el agua transparente, instantes en que nadie respiraba pero que todos inmortalizaron en sus móviles.
Quien busque otro tipo de emociones acuáticas, puede probar de realizar inmersiones para ver la rica fauna oceánica, merodear en torno al Dori (barco mercante hundido cerca de la costa hace medio siglo) o explorar las cuevas submarinas de la Ilhéu dos Mosteiros.
Todos los climas en una hora
Volviendo a las experiencias de turismo aventura, además de descensos en rappel más audaces como los de Lombadas y Pico da Vela, las vías de senderismo como la de Sanguinho (que pasa por un pueblo abandonado y cascadas), la que conduce a Lagoa do Fogo (uno de los lagos más bonitos, ubicado a 575 metros de altura en un cráter generado por la erupción de 1563 que le dio ese nombre apocalíptico) o el que rodea el lago de Sete Cidades desde los acantilados.
El guía decía que en Azores se pueden tener todos los climas en un día. Creo que se queda corto, porque esto puede suceder en una hora: en São Miguel enseguida se puede pasar del calor y un cielo azul caribeño en la costa a sentir el viento y el frío con una neblina importada de Escocia, sobre todo al subir a alguno de los cerros como el Pico da Vara (a 1.105 metros) o al caminar por los bordes de la Lagoa do Fogo.
Más experiencias de turismo aventura
Este punto también es una de las lanzaderas para realizar parapente, gracias a las corrientes térmicas que empujan como manos invisibles como en Sete Cidades o en el Salto do Cavalo.
En Azores se pasa del calor caribeño a la neblina modelo escocesa en cuestión de minutos
Hablando de equinos, también hay varios puntos como Frunas o Ginetes donde se organizan cabalgatas de diferente intensidad, junto con otros puntos como Ferraria y Água da Pau que son ideales para escalar.
Desconexión termal y de naturaleza
Cuando el cuerpo pida tregua ante tantas emociones, hay varias formas de desconectar. Una es dejar que pasen las horas en la piscina infinita de elegante hotel boutique Senhora da Rosa, instalado en una finca de 200 años de antigüedad, donde en su parte posterior hay una terraza tipo chill out y un spa rodeado de invernaderos de piñas, cuyo sabor dulce conquista en los desayunos.
Otra es apostar por una combinación de naturaleza y relax en el parque Terra Nostra, en Furnas.
Turismo de Azores lo promociona como uno de los jardines urbanos más bonitos de Europa, y no es una frase de marketing: el lugar cuenta con 12 hectáreas de vegetación de todas las latitudes, sobre todo de especies tropicales y subtropicales, entre ellos 2.000 árboles de dimensiones colosales, en unas instalaciones con aires decimonónicos.
Cerca de la entrada hay una gigantesca piscina con agua a 35 grados y fuentes a 42 grados, de un color de piel de león por la alta concentración de hierro, a la que acompaña otra piscina más pequeña pero de aguas un poco más calientes.
Media hora caminando con el agua al pecho o haciendo nada, y el relax será total.
Gastronomía volcánica
El parque pertenece al elegante hotel y restaurante Terra Nostra, donde se prepara un cozido de merecida fama: carnes de pollo, cerdo y res, con chorizo y morcilla acompañados de zanahoria, boniato, patata, ñame y acelga colapsan el plato con el añadido de arroz y caldo.
Además de su exquisito sabor, los comensales se sorprenden cuando se enteran que el cocido no se prepara en las cocinas sino en las aguas que hierven permanentemente en unas calderas volcánicas ubicadas a pocos minutos.
“Cada día una persona del restaurante coloca los alimentos en ollas selladas y las deja en la caldera unas cinco horas. Las vuelve a buscar y poco después se sirve en el restaurante”.
Solo en Azores es posible tener una experiencia gastronómica así.