Cinco planes desde Madrid para la última escapada del año

Termina 2023 y aprovechando que el 1 de enero cae lunes, se puede cambiar de rutina y poner rumbo a diferentes destinos a menos de dos horas de Madrid

Cerca de Madrid hay excelentes opciones para desconectar en la última escapada del año. Foto Anna Kurasova – Unsplash

Si no hay ganas de ver a esos parientes que siempre amargan las fiestas, si se está cansado de la maratón de comidas navideñas, si se quiere gastar el último cartucho de los festivos del año, no es mala idea de cambiar de tercio y escaparse de Madrid. Y sin mover el coche del parking.

Así, es posible degustar la nueva capital gastronómica de España, una Toledo para descubrir más allá del Greco; ver el palacio segoviano que habría inspirado un castillo Disney; realizar una ruta para descubrir los mejores pinchos de Valladolid o pasar 48 horas entre tradición y modernidad de Zaragoza.

Casi a punto de hacer balance del año, si algo tenemos claro es que seguiremos viajando. Según un estudio de Skyscanner, el 38% de los viajeros españoles planea hacer el mismo número de vacaciones que en 2022 y casi la mitad de ellos (48%) realizará incluso más viajes. De hecho, y pese a la incertidumbre económica, el 86% tiene previsto gastar lo mismo o incluso más que este año.

Sí cambiará, según estos datos, la forma de gastar. Y es que cada vez más entran en juego elementos como la conciencia medioambiental, que gana peso en la toma de decisiones de los viajeros: más de uno de cada cuatro de los encuestados afirma que la sostenibilidad relacionada con los viajes es más importante para ellos ahora, en comparación con antes de la pandemia.

El ferrocarril es uno de los grandes aliados de la sostenibilidad en los viajes. Foto: Renfe.

En este sentido, el tren se perfila como uno de los aliados más sostenibles de los viajes. Por citar solo algunos datos, el ferrocarril es responsable de entre 5 y 7 veces menos emisiones de CO2 que el transporte por carretera y entre 7 y 10 veces menos que el avión.

La red de alta velocidad de que disponemos en España con AVE y Avlo como abanderados permite además convertir en miniescapadas (a menos de dos horas de Madrid) destinos como Cuenca, Toledo, Segovia, Valladolid o Zaragoza. Y estas son las razones por las que volver en 2023.

Cuenca, 54 minutos

La nueva capital española de la gastronomía es uno de los destinos que no te puedes perder este año. Tomando el relevo a Sanlúcar de Barrameda, Cuenca se alzó con el título gracias a los tesoros culinarios de la Serranía y sus productos de proximidad, así como la tradición y la vanguardia que se dan la mano en sus fogones.

A sus atractivos patrimoniales más conocidos, como la Catedral, la Plaza Mayor, las Casas Colgadas, el puente de San Pablo, la calle Alfonso VI, el barrio del Castillo o las hoces del Huécar y del Júcar se están sumando nuevos activos como la tirolina urbana doble más larga de Europa.

Cuenca atraviesa un momento muy interesante en lo artístico y en lo gastronómico. Foto: Turismo de Cuenca.

Con un recorrido de 445 metros, que va desde el aparcamiento del castillo hasta el punto de recepción, junto a la senda de la Cueva de la Zarza, atravesando la Hoz del Huécar a unos 90 kilómetros por hora y salvando un desnivel de unos 75 metros, permitirá disfrutar de la más impactante panorámica de la ciudad de una forma tan trepidante como divertida.

Al Huécar miran también los balcones y parte de las ventanas de las ya nombradas Casas Colgadas, sede del Museo de Arte Abstracto Español-Fundación Juan March pero también del nuevo proyecto gastronómico de Jesús Segura, que acaba de estrenar aquí dos restaurantes: Casas Colgadas, de alta cocina, y una versión más asequible de su propuesta en La Casa de la Sirena.

No hay que perderse tampoco la visita a Espacio Torner, un espacio dedicado al arte promovido por Gustavo Torner en lo que fue la capilla del monasterio dominico de San Pablo, del siglo XVI, junto al actual Parador, ni la Colección Roberto Polo (CORPO) en Cuenca que ocupa lo que fue la iglesia de la Santa Cruz (siglo XVI) con obras de Josef Hoffmann, Koloman Moser, Henry van de Velde, Wilhem Wagenfeld, Paul Joostens o Picasso.

Foto: Museo de Arte Abstracto de Cuenca.

Toledo, 32 minutos

Hay un Toledo de la herencia musulmana y otro de la judía, está la ciudad dedicada al Greco, la de los patios y los miradores, la de los conventos y la imperial. Por eso siempre es poco tiempo para descubrir la capital de Castilla-La Mancha a fondo.

Más aún cuando la ciudad no deja de sumar puntos de interés que se unen a los ya clásicos Plaza de Zocodover, Alcázar, Catedral, Museo del Greco, sinagogas, mezquita del Cristo de la Luz o el monasterio e iglesia de San Juan de los Reyes.

Empezando por el parque temático de la historia Puy du Fou, abierto durante buena parte del año (por primera vez se podrán celebrar las Navidades aquí este año) con sus deslumbrantes espectáculos o el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha que, alojado en el antiguo Convento de Santa Fe (o de las Comendadoras de Santiago), anejo al Hospital de la Santa Cruz, acoge parte de la colección del artista, coleccionista y filántropo cubano Roberto Polo con obras, entre otros, de Oskar Schlemer, Kandinsky, Max Ernst, Lazlo Moholy-Nagy, Schmidt-Rottluff o Pestein.

Escultura de Eduardo Chillida. Foto Turismo de Toledo

En plena plaza de Zocodover, el epicentro de la vida toledana, abrió recientemente sus puertas el Hotel Boutique Adolfo, integrado dentro de la Red de Hospederías de Castilla-La Mancha, coronado por gran terraza en el último piso convertida ya en un ‘must’ donde tomar una copa mientras casi puede rozarse con los dedos el majestuoso alcázar mientras la vista se pierde sobre los tejados del centro histórico.

Tras saborear su gastronomía en alguno de los restaurantes locales y si aún hay ganas de alargar la noche, lo mejor es poner rumbo a la antigua iglesia de San Vicente, un templo de estilo mudéjar del siglo XI desacralizado en 1842 que desde hace años gestiona la asociación Círculo de Arte acogiendo exposiciones, tertulias, cine, teatro o presentaciones de libros, así como una sala de conciertos y una discoteca donde bailar hasta el amanecer.

Foto: Asociación Círculo del Arte.

Segovia, 26 minutos

Dicen que su perfil de palacio de cuento de hadas inspiró al mismísimo Walt Disney para crear el castillo de Blancanieves aunque lo cierto es que el imponente Alcázar de Segovia no necesita de publicidad añadida. Elevado sobre la roca donde confluyen los ríos Eresma y Clamores, de sus estancias, lugar de reposo de Alfonso X el Sabio (1221-1284), salió un 13 de diciembre de 1474 Isabel la Católica para ser proclamada.

Conocida por igual por su bellísimo acueducto romano, una de las más impresionantes obras de ingeniería civil nada menos que de principios del siglo II, y el excelente cochinillo asado que se puede degustar en sus restaurantes, Segovia cuenta con muchas otras visitas interesantes, como la Catedral y las murallas, que se pueden visitar en un agradable recorrido de unos 3 km.

Acueducto de Segovia. Foto: Maria Bobrova | Unsplash.

No dejes de admirar la Casa de los Picos, una mansión de finales del siglo XV cuya fachada luce adornada con 617 puntas de granito en forma de pirámide ni de recorrer las callejuelas estrechas y retorcidas de su antigua judería, que alojó a una de las comunidades judías más ricas de Castilla.

Una buena forma de tener una panorámica de esta ciudad reconocida como Patrimonio de la Humanidad es desde el aire: sus condiciones meteorológicas la hacen especialmente indicada para los vuelos en globo y, de hecho, es una de las ciudades del país con mayor número de vuelos anuales.

Diferentes empresas ofertan paseos con una duración media de unas tres horas que incluyen, además del vuelo al amanecer, un brindis con cava y un picnic en el momento del aterrizaje, así vídeo y reportaje fotográfico de la experiencia.

Alcázar de Segovia
Confirmado: el alcázar de Segovia inspiró un castillo Disney. Foto: Isabel Déniz | Unsplash.

Valladolid, 1 hora y 2 minutos

En Valladolid el arte y la cultura se viven con la misma intensidad con la que se disfruta de su gastronomía. De hecho, si por algo destaca la ciudad es por la devoción al tapeo compartida por vecinos y visitantes, que permite disfrutar de la calle pero también de excelentes bocados locales como el lechazo, sus quesos de oveja curados, verduras o sus vinos como los blancos de Rueda, los rosados de Cigales y los tintos de Ribera del Duero, Tierra de León o Toro.

No por nada entre sus principales citas anuales destacan el Concurso Nacional de Pinchos y Tapas, considerado el mayor showcooking de nuestro país, y el Campeonato Mundial de Tapas, ambos en noviembre.

Pinchos, pinchos y más pinchos. Foto: Ayuntamiento de Valladolid.

En cualquier momento, sin embargo, se puede disfrutar de las tapas en lugares como el rehabilitado Mercado del Val, en la plaza del mismo nombre, junto a la Iglesia de San Benito el Real, un monumento construido en hierro a finales del siglo XIX por el arquitecto Ruiz Serra que hoy combina puestos tradicionales de productos gastronómicos con gastrobares donde tomar vinos de la tierra, pinchos y raciones.

Por supuesto, en cualquier ruta de pinchos por Valladolid hay que dejarse caer por la Plaza Mayor. Reconstruida por orden de Felipe II tras el incendio de la ciudad en 1561, fue la primera Plaza Mayor regular de España cerrada y con soportales, y su diseño fue inspiración para la construcción de otras como la de Madrid.

También encontraremos una buena concentración de bares y restaurantes en el tramo desde la plaza de Fuente Dorada hacia la catedral, así como en torno a la iglesia de Santa María La Antigua y el Teatro Calderón, y la zona de la plaza de San Miguel, lugar habitual de encuentro de los vallisoletanos para tomar pinchos.

El Mercado del Val es punto de encuentro para tomar pinchos y tapas. Foto: Ayuntamiento de Valladolid.

Zaragoza, 1 hora y 15 minutos

¿Tienes 48 horas? Pues entonces tienes tiempo para conocer Zaragoza y descubrir los principales monumentos, pasear por algunas de sus áreas más modernas, empaparse de cultura del pasado y el presente y probar sus diversos tipos de gastronomía.

Una de las caras más modernas de la ciudad la encontramos en Caixaforum, el vanguardista edificio diseñado por Carme Pinós en 2014 como si de dos cubos encajados se tratase que aloja todo tipo de exposiciones, un auditorio, aulas y una más que recomendada cafetería en la tercera planta con vistas sobre los barrios del Centro y Delicias.

A pocos minutos andando nos espera la Aljafería, antiguo palacio islámico y hoy sede de las Cortes de Aragón, además de otro de los imprescindibles de la ciudad. Apúntate a una visita guiada para conocer cómo buena parte de la historia de Aragón, a la larga también uno de los reinos de la España medieval que se convirtió en un imperio comercial y militar, pasó por estas paredes.

La Aljafería, Zaragoza. Foto: Juan Pedro Chuet-Missé.

El Patio de la Infanta, el Museo Goya (que además de obras del pintor aragonés más universal guarda otras de Rembrandt, el Bosco, Zurbarán y Velázquez), el Acuario –el único pabellón de la Expo de Zaragoza que no cerró nunca sus puertas tras el evento– y, claro, la basílica del Pilar, son otras de las visitas obligadas antes de dejar que los pasos se pierdan por El Casco o el centro histórico hasta llegar a la maraña de callecitas de El Tubo donde dar rienda suelta al arte del tapeo y los cócteles con sello zaragozano.

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