Tres rutas para disfrutar de los vinos y paisajes de Murcia

Bullas, Jumilla y Yecla son tres localidades donde reina la variedad Monastrell, y que en otoño ofrecen diferentes rutas para conocer sus atractivos enológicos e históricos

Tierras para conocer con una copa de vino. Foto DO Jumilla

Las tres denominaciones de origen de Murcia, las de Bullas, Jumilla y Yecla, integran un circuito de enoturismo que se puede descubrir en conjunto o, con un poco más de tiempo y calma, por separado.

Las tres localidades conforman un delgado triángulo que corre de sur a norte por la franja central de Murcia, donde la uva Monastrell es la protagonista de sus tintos y rosados, mientras que en los blancos predomina la Macabeo, con la Airen y Pedro Ximénez como complementarias.

Veamos qué se puede descubrir en cada destino con sus rutas por pueblos y bodegas de la región de Murcia.

Bullas

La sugerencia de la Dirección de Turismo comunitaria es iniciar la ruta en el Museo del Vino de Bullas, que se encuentra en una de las bodegas más grandes y emblemáticas de Murcia, que perteneció a la influyente familia de Melgares de Aguilar.

A no perder de vista su sótano para ver las tinajas semienterradas en el suelo, junto con recuerdos sobre la producción histórica del vino.

Paisaje de Bullas. Foto DO Bullas

En el centro y el valle que rodea Bullas se concentran 200 bodegas tradicionales

En su casco urbano y las cercanías del valle de Aceniche se concentran nada menos que 200 bodegas tradicionales, como la Monastrell, Balcona, San Isidro, Del Rosario o Lavia, entre otras.

En el centro de Bullas también hay que conocer la Casa-Museo Don Pepe Marsilla, con sus frescos y trampantojos centenarios que recrean la vida cotidiana de un siglo atrás en torno a la producción del vino.

En tanto para atrapar el espíritu local hay que pasar por el mercadillo de El Zacatín, que conserva un interesante aire de la Edad Media.

Entrenando cerca de Bullas. Foto Pedro Semitiel – Flickr

Bullas cuenta con un interesante patrimonio modernista, como se ve a lo largo del Camino Real y la Avenida de Cehegín, así como en la Torre del Reloj.

Las fiestas de Bullas

Al viajar por los valles cercanos se puede conocer sitios como el Salto del Usero, donde las leyendas acompañan a su belleza natural.

Hay dos fechas en que Bullas vive a plena alegría: en el homenaje a la Virgen del Rosario a finales de septiembre -donde se realiza el tradicional pisado de la uva y la bendición del primer mosto- y la Fiesta del Vino de febrero.

Degustación en el mercado de El Zacatín. Foto DO Bullas

Antes de salir de la villa hay que comprar las tradicionales torrijas, bizcochos bañados en almíbar que son una peligrosa tentación.

Jumilla

Los legados íberos, romanos, árabes y medievales conviven en Jumilla, bautizada como ‘la bella’ en los tiempos de Al-Ándalus.

En su centro y alrededores se despliegan una quincena de bodegas que ofrecen catas y visitas guiadas, como Bleda, Alceño, Juan Gil, Luzón, Riberas del Juá o Madrid Romero, entre otras.

Viñedos de Jumilla. Foto DO Jumilla

En tiempos árabes Jumilla era conocida como ‘la bella’. Un poderoso castillo recuerda aquellos años

Cada junio se presenta el festival Música entre vinos, que se realiza en toneles gigantes con la recomendada gastronomía del lugar; mientras que en agosto las fiestas de la Vendimia adquieren un llamativo cambio cromático: todo el mundo viste camisetas blancas pero con el correr del día inevitablemente van cambiando a púrpura mientras avanza la jornada.

Monasterio de Santa Ana, cerca de Jumilla. Foto Pascual Mateo – Flickr

Perlas históricas en Jumilla

Jumilla cuenta con numerosos atractivos históricos para conocer, como el castillo del siglo XV que se convirtió en un espacio cultural. Atención a las panorámicas que se atrapan tras subir por el Camino del Subidor.

Otro sitio imprescindible es el Monasterio de Santa Ana, que data de 1573, en un hermoso paisaje serrano que protege rincones como el refectorio, la ermita del huerto, la antigua biblioteca y un museo.

Vistas de Jumilla con Santa Ana al fondo. Foto Pascual Moreno – Flickr

También hay que buscar el tiempo para conocer el monumento tardorromano de El Casón (uno de los mejores conservados de Europa), el Palacio del Concejo con su estética renacentista -actual Museo Arqueológico Municipal-, el Ayuntamiento, templos como las iglesias del Salvador o la Mayor de Santiago y ermitas como la de San José, los jardines de Rey Don Pedro, el teatro Vico y las calles blasonadas con sus balcones y rejerías.

Yecla

Esta localidad, en el extremo noroeste del triángulo que conforman estas tres villas murcianas, cautivó a Pío Baroja y Azorín.

Y se comprende al conocer los viñedos del altiplano con las vides que crecen en terrazas ubicadas a 400 y 800 metros de altura, donde se pueden visitar bodegas como Castaño, La Purísima, Evine, Almazara Deortegas o Barahonda.

Vistas de Yecla. Foto Maribel – Flickr

La región tiene presencia humana desde hace 10.000 años, como se ve en el Monte Arabí que conserva antiguas pinturas rupestres y petroglifos.

Qué ver en Yecla

En la ciudad hay que ver espacios como el Parque de la Constitución con recomendadas panorámicas de las cúpulas y los tejados, el Teatro Concha Segura, la basílica de La Purísima, el palacio de los Ortega (con un curioso Museo de Réplicas del Greco) y los edificios que se despliegan en torno a la Plaza Mayor: el palacio de los Alarcos, la Casa Consistorial, la Torre del Reloj, el Alhorín y el Auditorio Municipal.

Aquí son famosas las gachasmigas y el gazpacho, así como las finas obleas de los libricos untados en miel que reproducen imágenes de la ciudad.

Cueva de Yecla. Foto Alma Murcia – Flickr

Además de sus vinos Yecla tiene una potente industria del mueble, donde en su feria anual exponen 120 empresas.

Una de las fiestas más importantes es la de San Isidro, en mayo, donde además de catas, degustaciones y muestras de cultura popular se realiza una batalla de flores y una cabalgata de carrozas decoradas con adornos de papel.

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