Islas Atlánticas: el paraíso gallego que fluye sobre la tierra y bajo el mar

Nos perdemos por el Parque Nacional de las Islas Atlánticas para descubrir cómo la confluencia de agua dulce y salada ha dado lugar a un ecosistema excepcional en Galicia

Playa de Rodas

La de Rodas es una de las mejores playas de España. Foto: Turismo de Galicia.

En el extremo noroeste de España, entre las provincias gallegas de A Coruña y Pontevedra, cuatro pequeños archipiélagos delimitan un paraíso en clave gallega. En torno a las islas Cortegada, Sálvora, Ons y Cíes, en el corazón de las Rías Baixas, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas es el lugar donde agua dulce y salada se encuentran y conforman un ecosistema único que abarca largas playas de arena fina y agua azul turquesa, entre ellas la paradisíaca Playa de Rodas, con una extraordinaria vida marina y terrestre.

No por nada el nombre completo del parque, que este año cumple 20 años desde su establecimiento, es Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas. Porque sus tesoros son tanto en la superficie como en las profundidades.

Paraíso en clave atlántica

Estos cuatro pequeños conjuntos de islas, en su mayoría deshabitadas, forman un escenario idílico que debe su existencia a la interacción de las rías con el océano Atlántico. Hay quien encuentra parecido entre sus playas, como la mencionada de Rodas o la cala de Margaridas con los arenales caribeños… hasta que uno mete el pie en el agua, claro.

Isla de Ons. Foto: Turismo de Galicia.

Aguas frías del Atlántico y vientos cargados de salitre condicionan el territorio, con una biodiversidad litoral y costera única. Decenas de especies animales tienen aquí su hogar, así como numerosas aves, que van de la gaviota patiamarilla al cormorán moñudo

En acantilados y dunas se extienden tojales y rarezas como la camarina (Corema album), la xesta de Ons (Cytisus insularis) y las flores llamadas paxariños.

En el mar, habitado por grandes comunidades de algas pardas, se puede intuir el salto de un rorcual, cetáceo que frecuenta en verano estas aguas.

Islas Cíes. Foto: Pedro Sanz | Unsplash.

Alicientes como sus bellísimas playas, algunas entre las mejores del país, se combinan con cuevas marinas de Ons, leyendas de piratas y pecios hundidos para hacer de este destino auténtica magia.

Islas Cíes

Desde el barco de la ría de Vigo (aunque se puede acceder también desde Bayona) ponemos rumbo a las Cíes. Tres islas que juegan a ser dos y que mantienen el nombre del apodo romano de Siccas, las islas secas, aunque en realidad ninguna de ellas se llame así.

Y, aunque son tres, las dos más al norte, las de Monteagudo y la del Faro se unen por el finísimo arenal de Rodas y un lago que da forma a una visión del paraíso.

Más al sur y separada de las otras por el canal Freu da Porta, la isla de San Martiño. Una superficie total de 433 hectáreas en la superficie pero que llega a las 2.658 si contamos sus fondos de enorme biodiversidad, desde microscópicas algas en sus prados a los enormes cetáceos que no es difícil avistar.

Islas Cíes. Foto: Turismo de Galicia.

Cuatro rutas permiten recorrer las Cíes fácilmente para descubrir todos sus rincones, incluida la subida al Monte Faro, un recorrido en zigzag de 7 km (ida y vuelta) desde donde se obtienen vistas desde el punto más alto del archipiélago, con una sensacional panorámica 360° de la ría de Vigo.

Ons es el único territorio actualmente poblado del Parque Nacional de las Islas Atlánticas

En este trayecto, un desvío conduce hasta A Campá, una especie de ventana labrada en la piedra, así como a un observatorio de aves desde el que divisar miles de gaviotas patiamarillas que anidan en los acantilados.

Ons

Siguiendo la línea costera hacia el norte nos encontramos con el archipiélago de Ons, que incluye la isla del mismo nombre, la de Onza u Onceta y el islote de las Freitosas.

Hacia la ría de Pontevedra ofrecen una cara amable perfilada con arena de playa. Por el contrario, su otra cara es extremadamente agreste, plagada de cuevas marinas, aquí llamadas furnas, y escollos.

Ensenada de Caniveliñas en la Isla de Ons. Foto: Turismo de Galicia.

El paisaje submarino de esta cara oceánica lo forman paredes verticales donde sus habitantes (Ons es el único territorio actualmente poblado del Parque Nacional) encuentra el mejor lugar para la pesca, especialmente de pulpos. De hecho, el pulpo a illa es una especialidad local que merece por sí misma una parada.

De 470 hectáreas de superficie terrestre y 2.171 marítimas, también aquí hay cuatro rutas que permiten recorrer la isla principal para descubrir tesoros como los miradores del Faro y Fedorentos (en este caso pasando por O Buraco do Inferno, una cueva con forma de pozo donde escuchar el rugir del mar), antiguas construcciones isleñas y los vestigios de asentamientos romanos de hace veinte siglos, entre ellos una fábrica de salazón.

Sálvora

Rumbo al norte encontramos, en el extremo occidental de la ría de Arousa, la isla de Sálvora y, a su alrededor, toda una constelación de islotes envueltos en leyendas e historias marineras como las pequeñas Noro, Vionta y Sagres.

Al igual que Cíes y Ons, estuvieron en algún momento habitadas, con huellas en forma de edificaciones como capillas, faros o fortalezas.

Pazo y capilla de la isla de Sálvora. Foto: Turismo de Galicia.

En Sálvora, una antigua fábrica de salazón se convirtió en un hermoso pazo con dos torres, mientras una aldea de hermosa apariencia tradicional sigue conservando ocho hórreos y una capilla.

Cuenta con 248 hectáreas terrestres, 2.318 si contamos las protegidas bajo el agua.

Cortegada

En el extremo norte de la ría de Arousa, Cortegada es la mayor del cuarto conjunto de islas que forman parte del Parque de las Islas Atlánticas y que incluye también a las vecinas Malveiras y las Briñas. Juntas suman 43 hectáreas de espacio protegido terrestre y 147 marítimo.

Cortegada está separada de la costa más cercana por un canal de 189 metros de ancho que es un gran banco de arena convertido desde hace siglos en vivero de mariscos y es un lugar perfecto para recibir una lección de marisqueo, con sus parques de cultivo de almeja y berberecho.

Isla de Cortegada. Foto: Turismo de Galicia.

En baja mar se comunica con Carril, una parroquia de Vilagarcía de Arousa.

Habitada hasta principios de siglo XX, conserva restos de construcciones que se aparecen entre una vegetación exuberante, como casas y casonas, cuadras, pozos, un hospital y la antigua iglesia del priorato de Cortegada.

Se puede participar en una visita guiada que, además de la historia insular, muestra sus tesoros vegetales, como un bosque de laureles con ejemplares de hasta doce metros de altura.

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