Una ruta y 9 paradas para descubrir el mayor viñedo del mundo

Una tierra de molinos y quijotes, de romanos y caballeros medievales, de gachas, azafrán y queso y, sobre todo, de viñas: bienvenido a la Ruta del Vino de la Mancha

Los ‘gigantes’ de la Ruta del Vino de La Mancha. Foto: Ramon Perucho | Pixabay.

Vastas planicies y un mar de viñas hasta donde la vista alcanza. A lo lejos, los molinos que nos recuerdan que estamos en tierra de Don Quijote, Sancho y Dulcinea. Tierra también de gachas, migas, azafrán y queso; de artesanos de la cerámica, el mimbre y la forja; de historia y cultura. Con el vino como hilo conductor –no por nada estamos en el mayor viñedo del mundo- nos adentramos en las llanuras de La Mancha.

La primavera es el mejor momento para adentrarse en La Ruta del Vino de la Mancha y disfrutar no solo de grandes vinos de referencia mundial, sino también de su tradición, su artesanía y su gastronomía, y lo hacemos en 9 paradas.

Campo de Criptana, Villarrobledo, Alcázar de San Juan, Socuéllamos, Tomelloso, El Toboso, Argamasilla de Alba, La Solana y Pedro Muñoz conforman este itinerario, salpicado de castillos, puentes y humedales y definido por enormes extensiones de vid y cereal que nos sumergen en primavera en un mar de verdes y dorados.

Molinos y viñas definen el territorio de la Ruta del Vino de La Mancha.

Alcázar de San Juan

Alcázar de San Juan (Ciudad Real), en pleno corazón de La Mancha, es la primera parada de la ruta. Marcada por las huellas de Don Quijote, es posible rastrear las andanzas de antiguos hidalgos y caballeros en su Casa Museo del Hidalgo.

Sus calles estrechas de piedras romanas y moriscas, esconden tesoros de antiguas épocas de esplendor, como el convento de San Francisco o la Real Fábrica de Pólvora, que llegó a ser una de las más importantes de la península.

Su alcazaba árabe y sus yacimientos arqueológicos romanos confirman la importancia de este lugar, que se alzó entre murallas y torres en mitad de La Mancha.

Museo del Hidalgo en Alcázar de San Juan. Foto: Ruta del Vino de la Mancha.

Ya desde la época romana hay constancia de la elaboración de vino, una historia que se cuenta en el Centro de Interpretación del vino en la sede del Consejo Regulador de la D.O. de La Mancha con una interesante propuesta interactiva para acercarse a la cultura del vino con todos los sentidos.

La panorámica desde el Cerro de San Antón, con los cuatro molinos de viento que vigilan la ciudad (dos se pueden visitar durante el fin de semana) es la mejor despedida Alcázar de San Juan.

En la docena de molinos que aún se mantienen en pie en Campo de Criptana se sigue realizando, cada primer domingo de mes, la molienda tradicional

Campo de Criptana: Tierra de Gigantes

Continuamos a Campo de Criptana, ‘Tierra de Gigantes’ por sus molinos de viento, declarados Bien de Interés Cultural y protagonistas de una de las batallas literarias más famosas: la de Don Quijote contra las gigantescas aspas.

De la treintena que llegó a haber hoy se mantiene una docena, como los Sardinero, Burleta e Infante, que se conservan tal y como eran en el siglo XVI. En todos se realiza aún la molienda tradicional el primer domingo de cada mes, una experiencia digna de ver.

La imagen de Campo de Criptana es una de las más representativas de la zona. Foto: Ruta del Vino de la Mancha.

Ya en el municipio, pasea desde el Cerro de la Paz por las calles de su encantador Barrio del Albaicín donde se alternan escudos de nobleza y casas-cueva, huellas de un pasado imborrable.

Del 22 de abril al 1 de mayo, Campo de Criptana celebra su Semana Cervantina, toda una inmersión en el Siglo de Oro español con actividades culturales y gastronómicas, como la recreación de los sabores que aparecen en el clásico de Cervantes.

El Toboso: el hogar de Dulcinea

Continuamos por el pueblo que Don Quijote escogió como hogar de su amada Dulcinea. El Toboso, el único pueblo de la Ruta del Vino de La Mancha en la provincia de Toledo impresiona por las fachadas nobles rematadas por escudos coronan del siglo XVI, reflejo de su grandeza en la época.

El Toboso. Foto: Ruta del Vino de La Mancha.

Además de celebrar sus propias Jornadas Cervantinas, cuenta con un museo que rinde homenaje al escritor durante todo el año y que incluye, entre otros, una exposición de ediciones de la obra en más de 70 lenguas.

Tomelloso: la Atenas de La Mancha

Puede parecer pretencioso la denominación de Tomelloso como la ‘Atenas de la Mancha’ pero lo cierto es que la localidad es cuna de ilustres pintores y escritores como Antonio López Torres, Antonio López García, Francisco García Pavón, Eladio Cabañero o Félix Grande.

También tiene una larga tradición ligada al vino y esconde en sus cimientos hasta 4.000 cuevas construidas para almacenarlo en las que aún hoy se conservan tinajas.

Una de las chimeneas de las antiguas alcoholeras de Tomelloso.

Las chimeneas de las antiguas alcoholeras definen el perfil de Tomelloso, que se jacta de ser la mayor productora del mundo de alcohol vínico, una tradición que se recrea en el Museo del Carro, donde se expone un ‘bombo’, construcción rural que servía de refugio a pastores, construido con más de 2 millones de piedras.

Socuéllamos: el mayor viñedo

Pero si hablamos de récords, Socuéllamos es el municipio con la mayor superficie de viñedo en pie de Europa. Su Museo Torre del Vino, en la antigua estación de ferrocarril, se encarga de poner en valor su tradición, además de acoger programas de divulgación y formación y, más lúdico, catas y talleres.

Museo Torre del Vino en Socuéllamos. Foto: Ruta del Vino de La Mancha.

Si la Plaza de la Constitución es el lugar perfecto para catar sus vinos, las veredas alrededor del municipio son perfectas para indagar en su tradición, con los chozos como ejemplos de la arquitectura popular en piedra seca, o incluso los restos de un puente romano.

Villarrobledo: referente mundial en producción de vino

También entre los grandes productores de vino de España y del mundo, Villarrobledo, en la provincia de Albacete, cuenta con más de 30.000 hectáreas de viñedo.

Su plaza está declarada Conjunto Histórico Artístico con la Iglesia Parroquial de San Blas y la Casa Consistorial, dos referentes que admirar sentado en alguna de sus terrazas con una copa en la mano y un plato de pisto, migas, queso o un buen potaje.

Casa Consistorial de Villarrobledo. Foto: Ruta del Vino de La Mancha.

También referente de artesanía, cuenta con un interesante Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera.

Y, sí, aquí se celebra desde hace 25 años uno de los mejores festivales de música del país, el Festival Viña Rock que, tras dos años de parón, volverá a Villarrobledo este año, del 28 al 30 abril.

Argamasilla de Alba: el lugar de la Mancha

De nuevo en Ciudad Real, paramos en Argamasilla de Alba, aquel lugar de La Mancha de cuyo nombre quería acordarse Miguel de Cervantes. El motivo, cuenta la leyenda, es que aquí estuvo prisionero el escritor, concretamente en la Cueva de Medrano (se puede visitar), donde encontró inspiración para comenzar a escribir las andaduras del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha.

Castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Foto: Ruta del Vino de La Mancha.

El castillo de Peñarroya, entrada al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, es una visita imprescindible en la localidad, una fortaleza de origen musulmán que se alza sobre el Guadiana y hoy refugio de la patrona de Argamasilla de Alba.

La Solana: vino y azafrán

En La Solana (Ciudad Real) el vino comparte protagonismo con el azafrán. Su Museo La Rosa del Azafrán es un espacio ideal en el que comprender la importancia de esta flor en el desarrollo de la localidad.

Gran productor de botas, entre otras artesanías, es el lugar perfecto para hacerse con una y estrenarla con vinos de la tierra.

La Solana. Foto: Turismo Ciudad Real.

Pedro Muñoz: Villa y Corte del Mayo Manchego

La última parada de la Ruta del Vino de La Mancha tiene huellas romanas, visigodas y musulmanas, así como grandes ejemplos de arquitectura noble en palacios y casas solariegas que se levantan en sus plazas.

También cuenta con una importante arquitectura industrial en bodegas, chimeneas y molinos.

Además, aquí se celebra la fiesta más antigua de Castilla-La Mancha, la Fiesta del Mayo Manchego. De Interés Turístico Nacional, la madrugada del 1 de mayo los hombres salen en la noche a rondar a la Virgen y a las mujeres en un espectáculo tradicional que se enriquece con vinos y gastronomía. El broche de oro perfecto para una primavera en la Ruta del Vino de La Mancha.

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