Sierra de Gata: un paraíso secreto para desconectar del mundo

En el extremo noroeste de la provincia de Cáceres, una veintena de pueblos integran la sorprendente comarca de la Sierra de Gata, tierra de aceites, castillos y hasta una lengua propia

Robledillo de Gata, Extremadura

Robledillo de Gata. Foto: GettyImages.

Tierra de montes y fronteras, su orografía abrupta ha mantenido en secreto sus tesoros, que son muchos. Porque si Extremadura es la gran desconocida de España, seguramente la Sierra de Gata sea la gran desconocida de Extremadura.

Al noroeste de la provincia de Cáceres, limitando hacia el norte con Salamanca, al este con las Hurdes y al oeste con Portugal, cruzada por ríos y arroyos que forman refrescantes piscinas naturales, la Sierra de Gata es hogar de una gran variedad de aves y de huidizos animales como el lince ibérico.

También es un paraíso escondido con una veintena de pueblos que guardan celosamente sus joyas históricas y más conocido por su tradición de embutidos, jamones, quesos, dulces y aceites, pero donde también es posible sorprenderse con fiestas locales o su particular lenguaje, ‘a fala’, también denominado ‘gallego extremeño’ que se habla, con variantes, en algunos de sus municipios.

Arquitectura popular en Robledillo de Gata
Arquitectura popular en la Sierra de Gata. Foto: GettyImages.

San Martín de Trevejo

Eso es lo que sucede en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, donde viven los actuales hablantes de esta lengua romance de origen galaico-portugués (unas 5.000 personas la hablan en esta zona).

En San Martín de Trevejo, uno de los pueblos más bonitos de la zona, están las ruinas de un castillo, y en su pequeño centro se pueden ver la Plaza Mayor porticada, edificios religiosos, casas-palacio y otras de piedra y madera de castaño separadas por delgados cursos de agua que corren por el medio de las calles.

Vista del pueblo de Hoyos. Foto Turismo de Extremadura

Este estilo se replica -con sus diferencias- en Robledillo de Gata, quizás el pueblo más turístico de la comarca, con un bonito casco histórico y con el Molino del Medio que funciona cuando el agua lo atraviesa, y en donde se pueden hacer catas de aceite.

En San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno sobrevive ‘a fala’, un dialecto emparentado con las lenguas galaico-portuguesas

En el lugar resalta la figura de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, del s. XVI, con una atípica planta hexagonal y una sacristía de estilo mudéjar.

Villanueva de la Sierra

En este pueblo el agua es protagonista, como lo es Villanueva de la Sierra, la puerta de entrada a Las Hurdes, que presume de ser el primer pueblo del mundo que celebra la Fiesta del Árbol, y lo hace 200 años, en que los habitantes plantan ejemplares mientras celebran con vino y pitanzas.

Aquí es uno de los sitios donde se elabora el aceite que tiene la DO Gata-Hurdes, además de otros productos como una exquisita miel, cabritos y castañas.

Los colores de Valverde del Fresno. Foto Turismo de Extremadura

Meandro del Melero

Rodeado por unos siete picos que superan los 1.000 metros, estas tierras están atravesadas por siete ríos, de los cuales el Alagón presenta al curioso Meandro del Melero.

Se trata de un curioso giro en 180 grados del curso fluvial, que se contempla mejor desde un mirador al que se llega tras caminar unos tres kilómetros desde Riomalo de Abajo.

Este río también se puede disfrutar en descensos en canoa o catamarán, y sus aguas son un recomendado destino de pesca deportiva y de avistamiento de aves, como la cigüeña negra, el buitre negro y leonado, el águila calzada o el águila culebrera. Y si hay suerte, también se puede ver algún ciervo.

Meandro del Melero
Meandro del Melero. Foto: GettyImages.

Hoyos

El pueblo de Hoyos, en la cara sur de la Sierra de Gata, destaca por su arquitectura medieval, sus tres plazas y por la iglesia de Nuestra Señora del Buen Varón del s. XVI; y a pesar de no tener más de 600 habitantes es la capital administrativa de la comarca.

Según los extremeños el casco medieval de Gata es uno de los más interesantes porque apenas fue retocado para satisfacer al turismo

Casas de Robledillo de Gata. Foto: Turismo de Extremadura.

Si se hace el recorrido oriental, hacia Robledillo de Gata, se pasa por Acebo, conocido por sus naranjas y la tradición en la artesanía del encaje de bolillos, con varias muestras de arquitectura popular.

Gata

Tras pasar por el castillo medieval de la Torre de Almenara -donde lo que más vale la pena son las vistas- se llega a la localidad de Gata, que bautiza a la sierra, y que se presenta como la capital turística de la vertiente norte.

Su centro está catalogado como Conjunto Histórico de Interés Cultural, que según los extremeños es más verdadero y menos turísticos que el de otros pueblos cercanos.

Allí se pueden ver la iglesia de San Pedro y la Fuente del Chorro, así como las ruinas del convento franciscano.

La soledad de los pueblos de la sierra. Foto: Turismo de Extremadura.

Santibañez el Alto

Las calles laberínticas y llenas de escaleras de Torre de San Miguel guarda una historia de convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos, con una interesante Plaza Mayor.

Desde aquí se puede llegar a Santibañez el Alto, pueblo construido como atalaya defensivo y que presenta hermosas panorámicas de la comarca.

Allí están los restos de un castillo musulmán, y sus viviendas fueron construidas como se pudo para aprovechar lo mejor posible el accidentado terreno.

Vistas del pueblo de Gata. Foto: Turismo de Extremadura.

Al bajar por la carretera de Montehermoso se puede bañar en una piscina natural, (aunque hay que estar preparado para sus aguas frías), y luego visitar los Pajares, con sus antiguas construcciones agrícolas.

En el valle del Árrago está Cadalso, que según las leyendas se encontraba Alfonso XI con su amante Leonor de Guzmán en la Casa del Rey, que todavía existe.

Caprichos geológicos en la sierra. Foto: Turismo de Extremadura.

Valverde del Fresno

Si se elige ir por la ruta occidental se llega a Villamiel, donde en sus bonitas y estrechas calles se encuentra curiosas inscripciones de los canteros que extraían las piedras para las casas y templos.

El punto final es Valverde de Fresno, el pueblo más poblado de la Sierra de Gata, con una interesante conservación del dialecto chapurrau y de las costumbres por su aislamiento vial, roto en los años ’90.

A pesar de que se han perdido numerosas casas y otros edificios con siglos de historia, en el lugar se pueden ver la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y la ermita del Cristo de Humilladero, en un pueblo que produce excelentes aceites.

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