Turismo en Barcelona: cinco claves (y una sorpresa)

En plena crisis política catalana, el turismo en Barcelona tendrá que prestar atención a estos factores para no perder su posición

Temor al procés

La recuperación que Barcelona tuvo tras los atentados fue echado por la borda con el proceso independentista: el sector bajó más de un 5%, las reservas hoteleras en las semanas más críticas llegaron a descender un 9% en la ciudad, y los hoteleros se vieron obligados a descender sus tarifas para no perder mercado.

“La evolución de Cataluña es un interrogante que puede afectar al resto de España”, describe el socio director de Magma Albert Grau a Cerodosbé, y dice que así como los turistas deciden viajar a otros destinos que pueden considerar más seguros, también los inversores también esperan que las aguas se calmen para volver a operar en la comunidad.

La recuperación tras los atentados fue echada por la borda con el proceso independentista

Por otra parte, la inestabilidad política ha llevado a que muchas empresas turísticas como Hotusa, Edreams, Volotea, Alex Hotels y Best Hotels, entre otras, decidan cambiar su razón social y mudarse a Madrid u otras ciudades de España.

Masificación y turismofobia

En los últimos 15 años el turismo en Barcelona se ha multiplicado, y la ciudad habrá recibido a cerca de 32 millones de turistas en el 2017, cifra que deberá ser confirmadas por las estadísticas oficiales.

La ciudad más visitada de España se ha enfrentado a episodios de turismofobia, que en realidad eran colectivos independentistas y de izquierda atentando contra buses turísticos, comercios y señales viales instando al turista a regresar a su hogar (“tourist go home”).

Secuelas de los atentados

El turismo es uno de los sectores más sensibles ante la inestabilidad política, económica y jurídica. Los atentados en Las Ramblas y Cambrils han impactado en las reservas, pero la hotelería de la capital catalana se ha recuperado rápidamente y pudo retomar sus niveles de ocupación.

Barcelona habrá cerrado el 2017 con más de 32 millones de turistas

Sin embargo, tanto Barcelona como el resto de España miran con preocupación como otros destinos, que han sido golpeados por el azote del terrorismo y la crisis socio-política, están recuperando el mercado y seduciendo a turistas británicos, alemanes y a los mismos españoles, que deciden poner rumbo a Túnez, Turquía, Egipto y Grecia.

Cambio climático

Barcelona cuenta con un clima privilegiado, y para los turistas del norte de Europa, Rusia o Extremo Oriente es un lujo poder estar en invierno a 17 grados frente al mar. Pero los veranos son cada vez más tórridos, y si bien no se llega a los registros extremos de Andalucía, el aumento de temperaturas puede atentar contra la estación estival.

En el 2017, en España, se registraron cinco olas de calor por 25 días, y en 2016 hubo cuatro olas que implicaron temperaturas altas por 23 días. En tanto, en el 2015 se produjo la ola de calor más prolongada, que duró 10 días.

Plataformas en turbulencias

La moratoria hotelera del ayuntamiento de Barcelona, aplicada desde 2015, ha frenado la apertura de nuevos establecimientos, pero ha dado alas a los apartamentos turísticos, que no todos cuentan con su respectiva autorización.

Barcelona y plataformas como Airbnb seguirán confrontando por el modelo turístico de la ciudad

Barcelona anunció que sancionará con 600.000 euros a Airbnb por ofrecer apartamentos ilegales en su plataforma, y si bien la empresa ha borrado unos 2.500 anuncios, no han sido suficientes a ojos del consistorio.

La declaración de la Justicia europea de que Uber no es una intermediaria sino una empresa de transporte podría repercutir en la actividad de Airbnb, HomeAway y otras plataformas, medida que también ha tenido en cuenta la comunidad de Madrid para considerarla empresa turística y regularla como las otras empresas del sector.

La sorpresa: visitantes de China

La clase media china crece a ritmo acelerado. Poco a poco los turistas provenientes del gigante asiático desembarcan en España, y el año pasado se han contabilizado más de 600.000 visitantes de ese país. Es un colectivo por ahora pequeño comparado con el de los alemanes o británicos, pero que demanda cada vez más servicios y, para beneplácito de hoteleros y comerciantes, se trata de turistas con alto poder adquisitivo.

Por ello muchos comercios de Paseo de Gràcia y Portal de l’Àngel, reconocidas entre como las calles más caras de España, incorporan dependientes chinos para atender a estos turistas.

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