Los mejores restaurantes para comerse Huesca

La capital oscense es pequeña, pero es manifiesto y palpable que a sus habitantes les gusta comer bien. No hay más que fijarse en su sofisticada y amplia oferta de restauración

Tatau se cuenta sin duda entre los mejores restaurantes de Huesca.

Al norte de la comunidad autónoma de Aragón, Huesca es una urbe ideal para pasar un fin de semana. Es todo un gusto pasear por su casco histórico, observar su catedral gótica, la iglesia y el claustro románico de San Pedro el Viejo, o simplemente darse un garbeo por las Calles Coso Alto y Bajo, donde se dan cita tiendas con encanto y muchas terrazas, entre otros alicientes.

Pero si algo llama la atención (y mucho) al viajero que visita Huesca por primera vez es la propuesta gastronómica de altísimo nivel de la que disfruta una ciudad que supera por poco los 50.000 habitantes. Lo que claramente evidencia que a sus oriundos les gusta comer, y además, les gusta hacerlo con muy buen criterio.

Gastronomía ejemplar

Huesca posee una gran variedad de productos gastronómicos, entre los que se encuentran los famosos vinos del Somontano, el pacharán de Ordesa, los reputados quesos pirenaicos de Hecho, Biescas y Ansó, la miel artesana de Ribagorza, la exquisita trufa negra con la que se elaboran muchos platos, la ternera del Pirineo, el ternasco de Aragón, las verduras de la huerta, como las borrajas, los cardos o los espárragos, o la exquisita trucha que se pesca en sus ríos.

La trufa es uno de los ingredientes que trabajan con acierto en Huesca. Foto: LIilas Pastia.

Por otra parte, debido a su ubicación a los pies del Pirineo aragonés, Huesca es una localidad marcada por sus frescas temperaturas invernales, lo que se traduce en una tradición culinaria basada en platos contundentes que sirven para combatir los duros inviernos. Propuestas como la sopa oscense, las migas a la pastora, el pollo al chilindrón o el ternasco de Aragón asado son referencias emblemáticas en la dieta invernal de los oscenses.

Además, es una capital que posee una variada propuesta de bares para ir de tapas (la celebración de su anual Concurso de Tapas ha impulsado en los últimos tiempos la elaboración de deliciosos platos en miniatura) y también restaurantes gourmet -Huesca cuenta con dos restaurantes con estrellas Michelin-, en los que se puede degustar una cocina innovadora y creativa que sorprende por su calidad y puesta en escena.

Por todo ello, sugerimos seis restaurantes que nadie que visite Huesca debería perderse, ya que representan lo mejor de una metrópoli que culinariamente tiene mucho que decir y ofrecer.

Lillas Pastia, cocina de vanguardia

Empezamos nuestra visita en Lillas Pastia, galardonado con 1 estrella Michelin y 1 Sol Repsol y considerado uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Lo localizamos en el número 4 de la Plaza Navarra, en pleno centro, en los bajos del histórico Círculo Oscense, también conocido como el Casino, un edificio que ejemplifica la importancia que antaño tuvo en Huesca el movimiento modernista.

Lillas Pastia se ubica en el antiguo Casino de Huesca. Foto: Lillas Pastia.

El nombre del restaurante hace mención a la taberna ficticia en la que se reunían algunos de los personajes de la ópera Carmen de Georges Bizet. Y se llama así, porque el restaurante Lillas Pastia abrió sus puertas en 1995, año en el que se cumplió el 150 aniversario de la conocida ópera.

Lillas Pastia es el feudo del chef Carmelo Bosque, nacido en Ponzano, en el vecino Somontano. Bosque ofrece una cocina moderna y actual en la que aplica técnicas de vanguardia, exponiendo en cada una de sus concepciones los profundos conocimientos que tiene del producto estacional de la zona.

Pero si hay un alimento por el que siente una predilección especial, ese es sin duda, la trufa negra del Somontano y de la Ribagorza, con la que concibe exquisitas elaboraciones, que en su momento óptimo, muestra en su menú.

La propuesta gastronómica de Lillas Pastia se fundamenta en una carta con platos cocinados con productos de temporada y en dos menús degustación, probablemente la mejor forma de acercarse a su cocina.

Los platos del chef Carmelo Bosque son de una gran creatividad. Foto: Lillas Pastia.

El primero, que no podía llamarse sino Carmen, tiene un precio de 65 euros (25 más si se desea un maridaje de vinos). El segundo menú, se denomina Degustación, es un poco más extenso y cuesta 85 euros, más 40 euros si se opta por maridarlo con diferentes vinos.

El cautivador arroz de trufa podrán encontrarlo en ambos menús, así como la deleitosa ventresca de atún Balfegó con calabacín y mostaza. De entre los platos a la carta, recomendamos las manitas rellenas de setas con espardeñas y el cabrito rustido y guisado en su jugo y alcachofas. Excelente carta de vinos, que incluye los mejores de la zona, y servicio cuidadoso y muy discreto.

Tatau, evolución y originalidad

Nos centramos ahora en el restaurante Tatau, otro de los grandes templos de la gastronomía oscense. Premiado también con una estrella Michelin y un Sol Repsol, se halla instalado en la céntrica calle Azara. Pero ésta no fue siempre su ubicación, pues del 2012 al 2017 estuvo situado en la zona de bares de Huesca conocida como ‘El Tubo’.

Tonino y Arantxa son una pareja con mucho rock and roll. Foto: Tatau.

Allí, en una cocina minúscula de apenas 8 metros cuadrados y con todas las limitaciones habidas y por haber, el chef Tonino Valiente y su pareja Arantxa Sáinz consiguieron en 2014 una estrella Michelin, que conservan desde entonces, y que les sirvió como acicate para trasladarse a su actual emplazamiento.

Tatau es un proyecto que exhibe una acertada apuesta por la innovación y la modernidad mostrando la evolución de un cocinero que ofrenda una culinaria muy académica, de corte clásico, pero con un toque muy personal. Una propuesta de sabores profundos y potentes concebida con productos de proximidad de temporada, en una cocina a la vista de todos.

Tonino y Arantxa, que ejerce de jefa de sala, son amantes de los tatuajes, de la cultura pins ups, el cine, la música y la estética mexicana relacionada con la muerte. Algo que se detecta prontamente al entrar en su restaurante y observar de cerca la imaginativa y original decoración.

Los platos de Tatau muestran una acertada apuesta por la vanguardia. Foto: Tatau.

Su propuesta gastro se basa en dos tipos de menú que cambian cada muy poco tiempo. Uno del día a un precio de 68 euros por persona, y un otro de tipo degustación que suele rondar los 100-120 euros.

Hay muchos platos ricos, vanguardistas y muy bien pensados en Tatau como: el bombón líquido de vermut blanco y cítricos, la pularda de Los Monegros asada con salsa Albufera, el bonito asado con castañas y setas o el tartar de trucha con lima Kafir y aliño oriental, entre otros. La carta de vinos es más que suficiente y el servicio es amable y muy atento.

Origen: una chef que hay que conocer

El restaurante El Origen, otro de los templos de la buena cocina oscense, lo encontraremos en la Plaza del Justicia, entre la iglesia de San Lorenzo y la de Santo Domingo, y a escasos metros de La Catedral, el Ayuntamiento, San Pedro el Viejo, el Casino y el parque Miguel Servet.

La chef Beatriz Allué es el alma del Restaurante El Origen.

Allí, en un espacio de elegante sobriedad, despliega sus buenas artes la reconocida cocinera Beatriz Allué, que presume de una propuesta gastronómica muy respetuosa con la tradición pero con un interesante punto de creatividad e innovación, que le ha valido un Bib Gourmand de la Guía Michelin.

Allúe brinda una cocina personal con productos de temporada, principalmente recibidos de los pequeños productores del territorio aragonés.

Los platos de El Origen muestran un interesante punto de innovación. Foto: El Origen.

En El Origen se come a la carta o de menú por 24,50 euros, e incluye delicias como la vichisoise de calabaza de Lierta, huevo de Biescas a baja temperatura y butifarra de Melsa, el jarrete de cordero horneado y guisado con brandy y setas con patata rota o la irresistible tarta aragonesa con toffe salado de café y helado de vainilla de Madagascar.

Producto y más producto en La Goyosa

También existen muchos motivos para darse una vuelta por el Restaurante La Goyosa (Calle San Lorenzo, 4), y disfrutar de la cuidada propuesta diseñada por Carlos Lardiés, cocinero que apuesta por la honestidad del producto y por una sabia fusión entre tradición e innovación.

La Goyosa es un restaurante amplio y muy bien decorado. Foto: La Goyosa.

Una cocina que se degusta en un restaurante amplio y bien decorado, con una muy buena relación calidad/precio, en el que luce una materia prima de proximidad a la que Lardiés le da el protagonismo que se merece. En su carta -no excesivamente abultada-, pero más que suficiente, hay platos en los que se intuye una gran precisión en la ejecución.

Por otra parte, en temporada de trufa, en La Goyosa se disfruta al máximo con recetas que tienen a este alabado hongo como protagonista.

En la carta hay platos tan sabrosos como los tallarines con carbonara de cecina de León y langostino, el pez mantequilla curado con puré de coco y miso y caramelo thai de cacahuete, o carnes como el jarrete de cordero glaseado con puré de patata trufado.

Jarrete de cordero glaseado con puré de patata trufado. Foto: La Goyosa.

El servicio de La Goyosa es muy profesional y en la carta de vinos discurren las mejores elaboraciones de distintas zonas de Aragón: Somontano, Ayerbe, Calatayud, Borja, Cariñena, Monegros y Biescas. Precio medio: 40 euros.

La propuesta ‘healthy’ de Pukkel

Con el empeño de implantar en Huesca un espacio en el que fuera posible comer sano y a la vez rico, los futbolistas profesionales Jorge Pulido (SD Huesca) y Mikel Rico (FC Cartagena), abrieron hace casi dos años Pukkel. Es un restaurante que basa toda su filosofía en un concepto de comida saludable concebida con productos de cercanía, sin utilizar aditivos, conservantes ni azucares añadidos.

Situado en el número 3 de la conocida calle del Parque, es un negocio muy concurrido especialmente por aquellos a los que les gusta cuidarse.

Detrás del Casino de Huesca hay un restaurante en el que se come sano y rico. Foto: Pukkel.

El local, obra del estudio de interiorismo valenciano Masquespacio, ha sido concebido con materiales que recuerdan a la naturaleza, con un mobiliario con colores que van desde el blanco, al marrón, pasando por los tonos verdes y arena, para trasladar al comensal a un bosque con montañas y nieve, tal y como es el paisaje invernal de los alrededores de Huesca en los meses más fríos del año.

Aunque actualmente tan sólo se puede comer a la carta, anuncian que próximamente tendrán a disposición de su clientela un menú diario de miércoles a viernes al mediodía, con un precio que no superará los 25 euros por persona.

En la carta se descubren sugerentes entrantes como los surtidos de baos, la coca de sardinas escabechada o la tempura de verduras con salsa agridulce, entre otros. Como platos principales, recomendamos no perderse la hamburguesa vegana de brócoli con aguacate, el steak tartar de picaña madurada 90 días sobre tuétano a la brasa o el bacalao en salsa vizcaína.

Steak tartar de picaña madurada 90 días sobre tuétano a la brasa. Foto: Pukkel.

Por otra parte, los amantes de la cocina japonesa tienen a su disposición una variada propuesta de: sushi, sashimi, nigiris, rolls y temakis.

Buena selección de vinos de la zona, cócteles y varios tipos de kombucha. Servicio esmerado y ambiente muy cordial. Precio medio: 35/40 euros.

Bazul, entre la tradición y la creatividad

Por último, y antes de dejar Huesca, proponemos una visita al restaurante Bazul (C. Pedro I de Aragón, 2), inaugurado en el año 2020 por el joven chef Víctor Santolaria, formado en la Escuela de Hostelería San Lorenzo de Huesca, que aprendió el oficio en importantes restaurantes como Lillas Pastia.

La calidad del producto es esencial en la cocina del restaurante Bazul. Foto: Bazul.

Santolaria es un apasionado del producto aragonés y brinda una cocina con productos de calidad y proximidad. Y aunque propone una culinaria creativa, también apuesta por la cocina tradicional aragonesa con platos en los que las legumbres y los guisos caseros son siempre pieza indispensable de su carta.

El restaurante, muy coqueto y acogedor, es un espacio en el que prima el blanco y el azul, con muebles modernos y otros perfectamente restaurados.

La carta se divide en entrantes, platos para compartir, segundos y postres. Excelentes las croquetas de solomillo de vaca y trompetilla negra, los boquerones con caviar de vermú, las alubias pochas con pulpo y boniato, las manitas de cerdo rellenas de boletus o el cabrito frito. Como postre, nuestra recomendación es la deliciosa tarta de manzana con helado de romero.

Bao de guiso de ternasco al ras el hanout con cebolla agridulce y sriracha. Foto: Bazul.

Bazul dispone de una carta de vinos muy bien surtida en la que los vinos de la tierra ocupan un merecido lugar. Atención a su interesante selección de cavas y champagnes a muy buenos precios. Servicio atento y agradable. Precio medio: 45/50 euros.

a.
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