7 vinos blancos de Madrid que debes conocer ya

Hace tiempo que muchos vinos tintos de Madrid habían sobrepasado el umbral de la excelencia; ahora los protagonistas son los blancos: aquí van 7 que aconsejamos conocer y disfrutar

Viñas de Bodega Viña Bardela en la subzona norte. Foto: Viña Bardela.

Madrid hace vinos y cada vez los hace mejor. Esta no es una novedad, -algunas de sus bodegas son seculares, y sus vinos excelentes-, pero lo que sí es noticia es el trabajo excepcional que se está haciendo en las bodegas de las cuatro zonas que integran la Denominación de Origen Vinos de Madrid para seguir incrementado cada vez más la calidad.

Los vinos de Madrid más conocidos, de los que más se habla y los más producidos en proporción y volumen por las bodegas, son los tintos, que son además vinos con fuerza, cuerpo y muy personales, y algunos de ellos con el plus de una procedencia de viñas muy viejas situadas en el umbral de las grandes alturas.

Pero los vinos blancos de Madrid también existen y cada vez se hacen más y mejor y, además, se elaboran con variedades muy arraigadas a los terruños de la Comunidad.

Infografía: Jordi Català.

Vinos perfectos para el verano

En la propuesta que aquí presentamos los protagonistas son los vinos blancos de Madrid, vinos fresquitos que se agradecen en estos tiempos tan exageradamente cálidos pero que, además, nos van a permitir entender las cosas que están mejorando y cómo las subzonas de Madrid van teniendo mayor presencia, así como variedades propias como la malvar, la viura, el moscatel de grano pequeño o la airén.

Por ejemplo, la malvar es una uva felizmente recuperada que cambia el perfil del vino en función de la zona de la que procede, y que aporta frescura, muy buena intensidad aromática y acidez moderada.

Otra uva, en este caso mediterránea, pero que allá donde va se arraiga muy bien (que pregunten en Canarias), es la moscatel de grano menudo que, además de frescura, aporta complejidad aromática.

Foto: Bodegas Licinia.

También está la macabeo, en estos pagos conocida como viura, uva que en los ensamblamientos garantiza complejidad. Finalmente, la airén, variedad frecuentemente complementaria pero que aporta al vino cuerpo y estructura.

Viña Bosquera, Andrés Morate

Vino ecológico de las bodegas ecológicas Andrés Morate, en la subzona de Arganda, a base de uvas airén (75%) y moscatel de grano menudo (25%), de viñedos propios ecológicos que crecen en Belmonte de Tajo.

La vendimia es manual y se recogen las uvas cuidadosamente en cajas, de forma que los racimos llegan a la bodega enteros para empezar el proceso de vinificación. La fermentación del mosto se realiza con temperatura controlada en depósitos de acero inoxidable y, posteriormente tras un almacenado, se produce el embotellado.

Valautín Albillo, Ca’ Di Mat

Este nombre significa en piamontés “casa de locos”, es el proyecto vitivinícola de dos jóvenes enólogos, Curro Bareño y Jesús Olivares que, tras sus proyectos en Galicia, Fedellos de Couto y Ronsel de Sil, trabajan ahora en San Martín de Valdeiglesias, Sierra de Gredos.

Ca’ Di Mat Valautín Albillo se produce a partir de viñedos pequeños en suelos graníticos y en alturas de 800–850 metros. Son cepas viejas de entre 30 y 80 años, rodeadas de huertas, olivos, y almendros. Su viticultura es ecológica y siempre respetuosa con el entorno.

Puerta del Sol, Vinos Jeromín

Bodegas Jeromín, también en la en la subzona de Arganda, elabora los blancos Puerta del Sol. Estos blancos proceden de tres viñedos en Villarejo de Salvanés, Villa del Prado y Villamanta, de edades medianas de 15-30 años.

Para Félix Martínez García-Fraile el proyecto Puerta del Sol lo constituyen “Cinco vinos diferentes bajo un mismo Sol que señala el inicio de todos los caminos. El símbolo donde nace y se reúne la memoria y la historia de todo un país. Pasado, presente y futuro descorchados por gentes nacidas aquí y allá que se citan, en rojo cereza y destellos dorados, con el alma de todo un pueblo. La unión de lo clásico y lo moderno. El punto de encuentro con la vid”.

Puerta del Sol, Vinos Jeromín. Inforgrafía: Jordi Català.

Albillo Real, Las Moradas de San Martín

La bodega Las Moradas de San Martín se ubica a 870 m de altura, cuando empieza la Sierra de Gredos. Uno de sus mayores activos son los suelos disgregados en donde crecen las viñas, pertenecientes a la subzona de San Martín, y que se han originado a partir de la curiosa meteorización de rocas filonianas, granitos y gneises.

El proyecto de Las Moradas recupera la antigua tradición vitivinícola de los terruños de la subzona del suroeste de la Comunidad, y conlleva el compromiso de ir recuperando viñas arraigadas de estos lugares que desaparecían por abandono.

Sus esfuerzos se centran en investigar y devolver a la actividad viñas ancestrales, y a partir de aquí, mantener el equilibrio entre la elaboración tradicional y las tecnologías modernas que ofrece a la enología para vinificar. El resultado en esta casa son palabras mayúsculas.

Las Moradas de San Martin. Infografía: Jordi Català.

Figueroa Blanco, Bodegas Figueroa

Bodegas Figueroa es un proyecto familiar fundado en el 1812. Es una de las bodegas con mayor tradición e historia de la Comunidad de Madrid y se ubica en Colmenar de Oreja, en la subzona de Arganda, a unos 50 kilómetros de la capital.

Esta bodega se encuentra actualmente dirigida por la séptima generación de viticultores que llevan el apellido Figueroa. “La pasión por el buen vino la llevamos en los genes y nuestras ganas de seguir mejorando y creciendo hacen que a día de hoy sigamos aquí, con el mismo entusiasmo e ilusión que comenzaron nuestros predecesores”.

Muss, Licinia Wines

Licinia Wines es una bodega fundada por Víctor Algora y José Ramón Lisarrague, entre otros, viticultores que comparten la ilusión por el gran potencial que ofrecen las viñas del sureste de Madrid.

Infografía: Jordi Català.

La bodega se encuentra en Morata, Licinia en época romana, de toma su nombre, y en el centro de una de las regiones vinícolas emergentes más interesantes de España.

Su filosofía vitivinícola es “sin compromisos”, lo que trasluce su apertura de pensamiento para ir más allá en cuanto a la elaboración de vinos. Para sus fundadores “se trata de hacer algo excelente: un homenaje perfecto al suelo y al alma de Madrid”.

El vino de Licinia Wines es pionero en muchas cosas pero, especialmente, en el proceso de elaboración con un ‘Sistema Ulises’, que controla la vinificación en depósitos automatizados de gestión integral y convierte el depósito tradicional en un vinificador automático que monitoriza temperatura, densidad, potencial electroquímico y remontados y elimina la intervención de herramientas o sustancias de alto impacto.

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