Bareto, la barra castiza que recupera el esplendor de la mítica cervecería Correos

Con vistas a la Puerta de Alcalá y el Palacio de Cibeles, Bareto revive el espíritu de la cervecería Correos que encandiló a Federico García Lorca, Rafael Alberti o Pablo Neruda

La barra es la estrella del local. Foto: Bareto.

Más castizo que un bocata de calamares, que una barra de mármol, que un camarero con chaquetilla, que una caña bien tirada (con su dedo de espuma) y que una ración de bravas. Estratégicamente situada entre Puerta de Alcalá y la plaza de La Cibeles, Bareto es una nueva taberna que nos devuelve la barra de siempre y que no tiene más pretensiones que ofrecer felicidad en forma de vermú, cerveza o vino, con bocados en los que priman el producto y la honestidad.

Sin estrellas, sin soles, sin complicados platos. Pero con cerveza fría (Mahou, por supuesto) que llega a la barra con un golpe seco, lista en cualquier momento del día, ya sea el aperitivo, la comida, el afterwork o el partido con amigos, y que marida a la perfección con una gilda o un matrimonio.

Mítica Cervecería Correos

Ubicado en el número 55 de la calle Alcalá, con una terraza desde deja ver desde la puerta del Parque del Retiro al Palacio de Cibeles, el Banco de España y el edificio Metrópolis, Bareto supone el desembarco en Madrid de Grupo Barbillón o, lo que es lo mismo, los hermanos Kike y Curro Sánchez del Amo, bien conocidos en Aravaca, Majadahonda y Boadilla del Monte con sus Barbillón Oyster Bar, Panorama Oyster Bar y Tinglado Oyster Bar respectivamente.

La terraza tiene vistas al Palacio de Cibeles y la Puerta de Alcalá. Foto: Bareto.

Aquí, suman fuerzas con el conocido hostelero Nacho Horcajada, responsable de conceptos como Barra y Mantel, Bar Carallo y Nómada con un objetivo común: recuperar la esencia de las cervecerías madrileñas, de los bares y tascas tradicionales, el lugar donde tomar unas cañas y unas tapas a mediodía o después del trabajo…o liarse hasta el cierre.

El mismo concepto con el que el lugar abrió sus puertas, a mediados de los años veinte del pasado siglo, como Cervecería Correos, una suerte de delegación juvenil y con un punto más canalla que el vecino Café Lion, uno de los míticos cafés literarios de la ciudad que congregaban a escritores, artistas y pensadores y que, en este caso, se convertiría en el lugar favorito de varios poetas de la Generación del 27, con García Lorca y Alberti al frente.

Como una versión juvenil del vecino Café Lion, en la calle Alcalá, la Cervecería Correos encandiló en los años treinta a Federico García Lorca, Rafael Alberti o Pablo Neruda

José Herrera Petere, Juan Antonio Gaya Nuño, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Antonio Machado o Pablo Neruda fueron otros de los visitantes, más o menos asiduos, de esta cervecería que se mantuvo abierta hasta finales de la década de los ochenta.

Montado de chipirones a la andaluza. Foto: Bareto.

Varios negocios después, el local vuelve a su esencia, a la taberna de palillos y servilletas en el suelo, a las rondas de cañas y risas, a las recomendaciones escritas en el espejo y a las especialidades madrileñas más auténticas, eso sí, marcadas por la calidad del producto.

“Nosotros no hemos inventado nada, ya existía el bar que queríamos abrir”, cuenta Nacho Horcajada a Tendenciashoy.

Entre el boom de coctelerías, restaurantes gastronómicos o conceptos de cocina fusión, muy especialmente en el eje que conduce de Jorge Juan a la Plaza de la Independencia y que atraviesa Alcalá y Gran Vía camino a la zona de Sevilla, el objetivo pasa por “recuperar la taberna tradicional, ese lugar donde tiran las cañas bien frías cuando aprietan los 40 grados a la sombra en Madrid y con ese caldo en temporada para atemperar el cuerpo cuando el frío corta”.

También ese bar sin pretensiones de nada más, que acaba convirtiéndose en lugar de culto.

Bravas y Cibeles, ¿se puede ser más castizo? Foto: Bareto.

La barra, la estrella invitada

Para conseguirlo han articulado un espacio que se despliega en torno a una gran barra central en forma de u de macael (mármol blanco) en torno a la que se afana el personal que, uniformado, tira cañas, sirve vermús, canta las comandas bien alto y emplata los pinchos, tapas y raciones que los acompañan.

Junto a las más castizas bravas, croquetas y torreznos, Bareto sirve ostras, zamuburiñas o mejillones gallegos

Firmada por la interiorista Alejandra Pombo, la decoración redunda en esa idea de volver a los orígenes y a la practicidad: “El objetivo era centrar la experiencia en torno a la mesa donde lo que importa es lo que vives en el espacio y lo que comes”, explica.

Para ello, opta por recuperar materiales como los azulejos vidriados, el acero inoxidable, las baldosas hidráulicas y el mármol. “Volvemos a ese mundo en el que la sencillez y las cosas de toda la vida son las que funcionan”.

La gilda al estilo Bareto lleva un toque de Pulpo.

En el exterior, la terraza, con mesas altas y bajas estratégicamente situadas para favorecer las vistas, se envuelve en vegetación para protegernos del tráfico del centro de Madrid y crear un oasis de relax en medio de rebautizado Paisaje de la Luz, recién nombrado Patrimonio Mundial por la Unesco.

Una de bravas

Abierto todos los días del año desde la 9 de la mañana hasta las 2 de la madrugada, la idea, apunta Nacho, es convertirse en el imprescindible “donde desayunar un mixto, un cruasán o una tostada con tomate y jamón ibérico, tomar el pincho de tortilla de media mañana, tomar el aperitivo antes de comer, pedir unas raciones, tomar café, o las cañas después de trabajar”.

La carta, aunque no demasiado extensa, es perfecta para venir y repetir, ya que además incorporará platos y raciones del día.

Con un ticket medio de entre 15 y 25 euros y raciones más que correctas de cantidad, encontramos platos estrella como el montado de calamares, que aquí se hace con pan de cristal, el matrimonio de anchoa y boquerón y la gilda (en su versión tradicional o la incorpora un punto de pulpo muy sabroso).

Muy recomendable la tapa de flamenquines, que se preparan con cecina. Foto: Bareto.

Basta observar el trajín de la barra a mediodía para comprobar cómo otras de las tapas que más triunfan son la de ensaladilla rusa, quizás demasiado generosa en mayonesa, el montado de ternera asada y un sorprendente flamenquín que se prepara con cecina y se sirve troceado.

Mejillones picantes y en escabeche, ostras, chipirones a la andaluza, croquetas de huevo frito y cecina o de jamón, mejillones tigre, berberechos, burrata con tartar de tomate, solomillo al ajillo y ‘huevitos’ rellenos están también entre sus especialidades.

¿Las recomendaciones de Nacho? Torreznos y, claro, las patatas bravas ‘con receta de Madrid’, una receta que el chef no quiere desvelar. Habrá que volver a intentarlo.

La barra de siempre en el centro de Madrid. Foto: Bareto.

Y, seguramente, lo haremos, porque Nacho nos ha desvelado que en el mes de abril el local se ampliará con la apertura de una casa de comidas al más puro estilo tradicional que vendrá a complementar la oferta gastronómica del local.

a.
Ahora en portada