Una ruta por los cafés más emblemáticos de Barcelona
De El 4 Gats a Casa Almirall y del Cafè de l'Òpera a Pastisseria Mauri, estos son algunos de los cafés imprescindibles para encontrarse con la historia en Barcelona

Ruta de cafés históricos de Barcelona. Foto. Esteve Vilarrúbies | Ruta dels Emblemàtics.
Imagina levantar la vista de una humeante taza de café para descubrir una animada tertulia con Picasso, Dalí o Gaudí como protagonistas. Aunque estos grandes talentos ya no están entre nosotros, sí perviven en Barcelona muchos de los lugares donde se daban cita intelectuales, artistas y literatos y se celebraban encuentros, exposiciones y presentaciones de libros.
Establecimientos centenarios, molduras modernistas, mosaicos, fotos en blanco y negro, obras de arte en las paredes e imponentes mostradores de mármol y madera resisten al paso del tiempo para seguir ofreciendo lugares únicos donde, más allá de modas, prima el placer de sentarse y dejar pasar el tiempo saboreando el relax y la historia.
Muchos de ellos se incluyen en la ‘Ruta de los emblemáticos’ diseñada por el Font d’Images del Comerç de Catalunya para dar a conocer los establecimientos con historia y valor, tanto patrimonial como cultural y artístico.
Els 4 Gats
Sin duda el bar favorito de la bohemia modernista, Els 4 Gats (Montsió, 3) fue inaugurado en 1897 por Pere Romeu y desde sus primeros años fue frecuentado por artistas como Ramon Casas y Santiago Rusiñol que pasaban horas entre cafés y destilados y donde un tal Pablo Picasso realizó su primera exposición.
Su hogar, una casa diseñada por Josep Puig i Cadafalch, ricamente decorada en el modernismo más exquisito, acogía tertulias, espectáculos de títeres y sombras chinescas, en un ambiente donde se podía beber y comer a cualquier hora,
El establecimiento quebró a los pocos años (en 1903), pero renació para seguir acogiendo a talentos como Antoni Gaudí, Eugeni d’Ors y Josep Llimona, hasta un nuevo cierre lo condenó a largas décadas de silencio, con sus hermosos salones modernistas vacíos.
En los años ochenta del siglo XX, Els Quatre Gats reabrió en la ubicación original (incluso Joan Miró donó dos obras de arte para contribuir a obtener financiación para la reapertura).
Actualmente Els 4 Gats es casi más visitado por turistas que por barceloneses pero sigue manteniendo su agenda cultural. En cualquier caso, vale la pena pedir un chocolate con churros mientras se observan recuerdos, cerámicas, lámparas de araña o el mural de Romeu pedaleando en una bici tándem con Ramon Casas.
Casa Almirall
Fundado en el año 1860, Casa Almirall (Joaquín Costa, 33) es uno de los establecimientos más antiguos y mejor conservados de Barcelona. De atmósfera modernista, la decoración evoca el ambiente bohemio del siglo XIX.
Esa decoración original, con predominio de madera y mármol, se puede ver en el primero de los dos espacios en los que se divide el establecimiento. La segunda, que encontramos tras una mampara, responde a una reconfiguración de la antigua trastienda realizada en 1977 en la que se instalaron mesas bajas, butacas y cojines más relajado donde pedir una ‘oliveta’, el vermut tradicional, o incluso una absenta, el licor preferido por la bohemia barcelonesa.
Cafè de l’Òpera
Situado frente al Liceo, el Cafè de la’Òpera (La Rambla, 74) es uno de los emblemas de esta emblemática vía barcelonesa (de toda la ciudad, en realidad).
Su historia hay que rastrearla a finales de siglo XVIII, entonces una tasca-hostal de donde partían carruajes hacia pueblos de la zona pero también a ciudades como Zaragoza o Madrid.
La llegada del ferrocarril y, sobre todo, la inaguración en 1837 de lo que hoy conocemos como Gran Teatro del Liceo, modificó su actividad para convertirse, a mediados del siglo XIX, en una chocolatería.
De corte y estilo vienés, con las típicas paredes de madera repujada adornadas con cristales y pinturas (algunos de ellos se conservan en la actualidad), se transformaría nuevamente para acoger el café-restaurante La Mallorquina, punto de encuentro de la aristocracia y alta burguesía barcelonesa.
El café que conocemos hoy arrancó en 1929, cuando lo abrió Antoni Dòria para reformarlo al gusto de la época, en estilo modernista, aunque con pinceladas neoclásicas.
Desde entonces, ya como Cafè de l’Òpera, no ha cesado su actividad, ni siquiera durante la Guerra Civil y por sus mesas han pasado todo tipo de personajes, desde el rey Alfonso XIII a anarquistas y sindicalistas, pintores, escritores, músicos o cantantes, dejando cientos de anécdotas y varios libros de firmas que lo atestiguan.
Restaurado por el arquitecto Antoni Moragas y en manos de la tercera generación familiar, hoy el café forma parte del patrimonio histórico de la ciudad y es un imprescindible en esta ruta de establecimientos emblemáticos de Barcelona.
Marsella
En realidad un bar, no nos resistimos a incluir Marsella por su dilatada historia (fue fundado en 1898, aunque hay quien adelanta esta fecha varias décadas antes) ni por las suculentas anécdotas a su alrededor.
Ubicado en el Raval (Sant Pau, 65), intelectuales y artistas de la talla de Hemingway, Gaudí, Dalí o Picasso lo frecuentaron traídos por la absenta que se servía, así como por su ambiente bohemio.
José Lamiel, tercera generación de la familia que lo dirige desde el siglo XX, logró conservarlo pese a estar a punto de cerrar en 2013 y este mismo 2023 la mismísima Rosalía le hacía un guiño en su videoclip Vampiros con Raw Alejandro, en el que se ve a la pareja entrando en el establecimiento e incluso pidiendo su famosa absenta.
Mauri
Inaugurada en 1929 por Francesc Mauri, la señorial Pastisseria Mauri (Rambla de Catalunya, 102) mantiene el encanto de sus inicios, desde el refinado mobiliario interior a la espectacular pintura del techo, que representa a Demeter, diosa griega de la abundancia.
Francesc Mauri, que empezó el oficio de pastelero en Manresa, se estrenó en Barcelona con el restaurante Núria, para trasladarse después a una tienda de comestibles en la zona del Eixample, que transformaría después en confitería y pastelería, donde junto a su esposa Ramona Cañellas elaboraban desde dulces y pan hasta la más fina pastelería.
Con los años, la empresa añadió todo tipo de propuestas saladas, así como un salón de té y cafetería, nuevos salones y, en 2012, una terraza en la Rambla de Catalunya, hoy una de las más populares del barrio, gestionada por la cuarta generación familiar, donde saborear exquisitos productos de pastelería, pero también tapas, cenar o comer.
Granja Viader
Muy características de Barcelona y aunque derivan de lecherías, las granjas son actualmente lugares donde tomar una buena merienda con chocolate o café.
Entre las más destacadas, Granja Viader (Xuclà, 4) cuyo origen se remonta a 1883 y al establecimiento que pusiera en marcha Rafaela Coma. En 1910, Marc Viader adquiere el negocio y comienza a vender nata montada, mantequilla, el “mató” (requesón), flanes, crema catalana o arroz con leche y, más adelante, yogurt, leche condensada, kéfir y su producto estrella: el Cacaolat (presentado el año 1931).
En las mismas mesas donde se sentaban a tomar una jícara de chocolate Pablo Picasso o Santiago Rusiñol es posible pedirse hoy el mismo chocolate bien espeso coronado con nata montada en su punto exacto, pero también churros, pastas y pasteles.
El local, con camareros de los de antes y una clientela a medio camino entre turistas y vecinos de toda la vida, tiene un punto de nostálgico que lo hace encantador.
Mesón del Café
También centenario, el pequeño Meson del Cafè (Llibreteria, 16) abrió sus puertas en 1909 en el Barrio Gótico de Barcelona y aún conserva gran parte de la estética de sus inicios, con su fachada que recuerda a una casa de pueblo con un falso tejado a dos aguas y una ornamentación entre lo medieval y lo bávaro.
En su interior se conserva el mobiliario original que incluye mostrador, botelleros, espejos y pinturas, así como una antigua máquina de café que es la estrella del local. El establecimiento está catalogado en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Catalunya.
A medio camino entre la taberna y la cafetería modernista con algún toque vienés, El Mesón del Café es un buen sitio para desayunar, tomar una cerveza, merendar un chocolate con churros o tomarse un excelente café.