Adiós a Oriol Bohigas, el arquitecto que transformó Barcelona

Si los barceloneses (nativos o de adopción) tenemos que agradecer que haya una ciudad mirando al mar, con rondas que agilizan el tránsito y que la metrópolis haya cambiado de rumbo y apostara por vitalizar los barrios periféricos se debe a un visionario de la arquitectura que se ha marchado esta medianoche: Oriol Bohigas.

Estaba a días de cumplir los 96 años, y su frenética actividad solo pudo ser frenada por el Parkinson, porque Bohigas no solo se dedicó a diseñar, sino también a polemizar, dirigir editoriales y centros culturales, escribir libros, dar clases en universidad de España, Europa y América y ser responsable de las políticas de urbanismo (entre 1981 y 1984) y culturales (de 1991 a 1994) de Barcelona.

Heredero del espíritu de Cerdà

Heredero del espíritu innovador que encarnó Idelfons Cerdà, durante 60 años con su estudio MBM Arquitectes emprendió algunas de las obras que han transformado la ciudad.

Bohigas, además de arquitecto, era un pensador del urbanismo que pensaba cómo tenían que ser las ciudades con décadas de anticipación

Porque además de arquitecto, era un pensador del urbanismo que se anticipaba al crecimiento y funcionalidad de las ciudades con décadas de anticipación.

Su cercana relación con Narcís Serra y Pasqual Maragall le sirvieron para aplicar sus ideas urbanísticas que provenían del racionalismo, con una marcada admiración por Le Corbusier, Mies van der Rohe, Oscar Niemeyer y Frank Lloyd Wright, así como del GATCPAC, el movimiento arquitectónico vanguardista catalán de los años 30.

La Villa Olímpica y las plazas secas

Quizás su proyecto más conocido para la ciudadanía sea el planteamiento de la Villa Olímpica, que casi tres décadas después de su inauguración se mantiene como uno de los barrios mejor diseñados de la ciudad con una equilibrada distribución de viviendas, servicios y propuestas de ocio.

Sino, basta comparar su éxito con el triste destino de otras villas olímpicas en el mundo.

Una de las premisas de la carrera de Bohigas fue ‘higienizar el centro y monumentalizar la periferia’

Su premisa fue ‘higienizar el centro y monumentalizar la periferia’, y en su legado se cuenta el impulso a las plazas duras; un planeamiento todavía muy discutido en la ciudad, siempre escasa de espacios verdes.

La plaza de los Països Catalans no es un buen ejemplo de cómo algunos espacios se adaptan a la ciudad, pero Bohigas afirmaba que su validez llegaría décadas más tarde.

Más de 500 proyectos firmados

Más de 500 proyectos de arquitectura, urbanismo y diseño fueron firmadas en su estudio junto a sus socios David Mackay y Josep Martorell, desde grandes complejos de viviendas hasta importantes centros culturales, tanto en Barcelona como en otras ciudades del mundo.

La lista es larga y arbitraria, pero se pueden destacar la sede de la Editorial Destino en Badalona (1967), la Escuela Thau en Barcelona (1974), las viviendas en la Kochstrasse de Berlín (1992), el edificio de oficinas Palau Nou de la Rambla en Barcelona (1993), la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona (2001), la ampliación de El Corte Inglés (2004) de la Plaza Catalunya, el Tecnocampus de Mataró (2011) y el edificio del Museo del Diseño de Barcelona DHUB (2013), que el lenguaje popular bautizó como ‘la grapadora’.

En esta recopilación no deberían faltar la sede de UGT en Barcelona (2002-2008), la remodelación de la estación de metro del Liceu (2005-2008), el Auditorio y Sala Gaudí de La Pedrera (2005-2008), la comisaría central de los mossos en la Plaza España de Barcelona (2005-2010), la Torre Blanca de la Plaza Europa de l’Hospitalet (2006-2010) o la sede de RBA Editores en Barcelona (2007-2011).

Una intensa vida pública

Integrante de la ‘gauche divine’ autóctona, solía ser resistido por parte de la burguesía local a la que no dudaba de enfrentar con una verborragia envidiable.

Su vida pública estuvo marcada por su protagonismo en algunas de las instituciones locales más importantes, como la fundación del grupo editorial Edicions 62 (que dirigió entre 1975 y 1999), la presidencia de la Fundación Miró entre 1981 y 1988 y del Ateneu Barcelonés de 2003 a 2011.

Entre los galardones más destacados están el Premio Nacional de Arquitectura de España y la Medalla de Oro de la Arquitectura 1990; aunque por poco no le otorgaron el Príncipe de Asturias.

En sus libros y entrevistas perduran su idea de una ciudad que se despoje de artificios y rémoras de la especulación, que sea funcional y que abra los brazos a sus residentes, sean del barrio que sean.