Matadero, prodigiosa transformación urbana en Madrid

El soterramiento de la M-30 y la creación de Madrid Río se conjugan en esta zona con un ambicioso proyecto cultural sobre los antiguos mataderos municipales de Madrid

Foto: Matadero Madrid.

La zona de Matadero, en Madrid, también conocida como La Chopera o la Colonia del Pico del Pañuelo, junto a la plaza de Legazpi, es uno de los más notables ejemplos de cómo ciertas decisiones institucionales pueden transformar por completo un barrio en declive convirtiéndolo en un epicentro de cultura. Un lugar repleto de espacios abiertos y donde la gastronomía y otras diversiones han encontrado su propio hueco.

La clave para ello estuvo, por un lado, en el soterramiento de la M-30, que convirtió el espacio que anteriormente cubrían los seis (a veces más) carriles de esta gran autovía urbana en uno de los parques más extensos de la capital (con más de 121 hectáreas). Éste no es otro que Madrid Río y sus 10 kilómetros lineales flaqueando el paso del río Manzanares.

De matadero de ganado a epicentro artístico

El otro gran factor de conversión de la zona en una de las más atractivas de Madrid desde el punto de vista cultural fue el proyecto Matadero Madrid, que ha recuperado buena parte de las naves que, casi durante un siglo, había ocupado el antiguo matadero municipal.

La recuperación del antiguo matadero y mercado del ganado fue el revulsivo de la transformación de esta zona. Foto: Matadero Madrid.

Un proyecto tan amplio en extensión y ambición que prácticamente abarca todas las artes: desde el cine (con la Cineteca y su futurista sala de proyecciones) a la literatura (con la Casa del Lector), el teatro (Naves del Teatro Español, con propuestas alternativas y experimentales) y el diseño más actual (con la Central de Diseño), sin olvidar la arquitectura, la fotografía o la moda, a través del amplio panorama de exposiciones que tienen lugar en las diferentes salas a lo largo de todo el año.

Matadero Madrid es un activo generador de nuevas tendencias y, como tal, está concebido como un centro de residencias artísticas. Creadores consagrados y emergentes tienen aquí un espacio vivo donde dar vida a sus proyectos, al tiempo que reciben un acompañamiento institucional para sus necesidades del día a día, la muestra de sus obras y la asistencia a todo tipo de ferias y certámenes.

De mercados a exposiciones y pista de hielo, en Matadero hay espacio para todo. Foto: Mar Nuevo.

Quedamos en Matadero

También hay mucho arte y mucha vida ciudadana entre los enormes espacios abiertos entre naves, habitual punto de encuentro y celebración de fiestas, conciertos, exposiciones temporales, mercados, pista de hielo en inverno o cine de verano, entre otras muchas actividades.

Matadero Madrid es también una buena referencia para quienes, simplemente, quieren tomarse una bebida con amigos, tanto en interior como en las amplias terrazas de espacios tan disruptivos como La Cantina (junto a la Cineteca) o La Francachela, ecléctico local que lo mismo acoge mesas corridas donde tomar un café o comer algo, que eventos empresariales y todo tipo de representaciones escénicas.

La Compañía Nacional de Danza también tiene aquí su sede.

Mucho antes de la creación de Matadero, que abrió sus puertas en 2006, se había mudado aquí la Compañía Nacional de Danza, alojada en unas dependencias contiguas al antiguo matadero.

No te pierdas, en las inmediaciones de Matadero, el Palacio de Cristal de Arganzuela, un jardín botánico con 9.000 especies vegetales de todo el mundo

Y también estaba aquí, en el primigenio parque del barrio (anterior a la creación de Madrid Río), el Palacio de Cristal de la Arganzuela, un extenso invernadero y jardín botánico con más de 7.000 metros cuadrados, que alberga unas 9.000 especies vegetales llegadas de los confines del planeta.

Palacio de Cristal de Arganzuela. Foto: Paolo Giocoso | ©Madrid Destino.

Dónde comer en la zona de Matadero

Son tantos y tan concentrados punto de interés que, como decíamos, juntos han supuesto la transformación del barrio. Justo enfrente de Matadero, la colonia del Pico del Pañuelo, con sus característicos bloques de viviendas construidos en los años 20 del siglo XX para los trabajadores del matadero y sus familias, ahora alberga un buen puñado de bares, restaurantes y terrazas en los que practicar el sano deporte del tardeo, el aperitivo, la cena y la post-cena.

Como contrapartida a tanto éxito, los minúsculos pisos de estos edificios (no más de 50 metros cuadrados) alcanzan ahora en el mercado inmobiliario precios que se antojan, cuando menos, excesivos.

Uno de los locales más agradables de esta zona es Alma Cheli, con su particular forma de servir el vermú (la copa cónica se pulveriza antes con ginebra) y una carta a caballo entre las tradicionales raciones madrileñas y una cocina más internacional y moderna. Buenos ejemplo de esto último son el tomate con burrata, tapenade de aceituna y aceite de albahaca (de llorar de emoción), la terrina de cordero con cuscús o los canelones de ternasco thai con leche de coco.

Tomate relleno de burrata con tapenade de oliva negra. Foto: Alma Cheli.

Terrazas para disfrutar al fresco

También resultan muy agradables, en cuanto llega el buen tiempo, las terrazas de Venta Matadero y O Portiño, ambas en la Plaza del General Maroto. La primera, concebida como la típica taberna madrileña (renovada, eso sí) de cañas, pinchos y raciones, con una buena selección de vinos.

El segundo es el restaurante gallego de toda la vida del barrio, donde miman el pulpo y los mariscos llegados del Atlántico y luego los ofrecen a unos precios razonables. Sobre todo cuando se comparan con las veleidades de otros locales más nuevos en la zona, que aplican bastante menos sentido común en la cocina (y en la cuenta).

Un pulpo que nos dice ven. Foto: O Portiño.

La parrilla argentina y el chino de moda

Relativamente nuevo, aunque sin objeciones respeto a cómo tratan el producto, es el restaurante Piantao. El nombre no engaña: hace referencia a un famoso tango argentino y, de hecho, la carta es un sabroso homenaje a ese país. Fundamentalmente a través de la carne.

Y no es una carne cualquiera: Javier Brichetto, su chef, se jacta de sacarle el máximo partido a los productos de Pampeana, firma de carnes argentinas premium con cortes tan suculentos como el ojo de bife, el lomo bajo, el lomo alto, la entraña, el solomillo o la cadera-corazón de cuadril.

Corazón de cuadril. Foto: Pampeana.

Por supuesto, todos ellos cocinados sobre una de las mejores parrillas argentinas de Madrid. Por cierto, que para los más animosos y cocinillas, las carnes de Pampeana también se pueden recibir a domicilio.

En la zona de Matadero encontramos una de las mejores parrillas argentinas de Madrid: Piantao

No es una novedad, pero últimamente se ha puesto muy de moda entre la población del barrio, incluida la numerosa comunidad china que habita en la zona, el restaurante Shoo Loong Kan. Un enorme local, distribuido en dos plantas y con varios reservados, donde solo sirven hot pot (olla caliente), una especie de fondue china.

Aquí debemos elegir entre una inmensa variedad de ingredientes para luego cocinarlos al momento en las marmitas hirvientes que hay en el centro de cada mesa con varios tipos de caldos. No hay problema si no se domina el concepto culinario: los camareros están siempre dispuestos a orientar y ayudar a los clientes que, por lo general, salen de aquí habiendo pasado un momento muy divertido en torno a la comida y, desde luego, con ganas de volver. Conviene reservar, sobre todo si se decide ir en fin de semana.

Hay otras muchas propuestas gastronómicas en la zona. De hecho, lo ideal es visitar el barrio en varias ocasiones, aprovechando la variada programación de actividades de Matadero Madrid.

Un viejo mercado que renace

Por cierto, ya está en proceso el nuevo reclamo arquitectónico de la zona: la recuperación del antiguo Mercado de Frutas y Verduras de Legazpi, al otro lado del Vado de Santa Catalina.

La idea es que, por una parte, se convierta en sede de diferentes departamentos municipales, ahora repartidos por diversos edificios de la ciudad. Por otra, equipar al barrio con necesarias dotaciones ciudadanas (como bibliotecas, salones para actos de todo tipo, lugares de encuentro …).

Las obras de este proyecto llevan en marcho ya muchos años (demasiados) y, aunque las líneas generales sobre su función continúen en el aire, bienvenida sea la recuperación de una de las construcciones más representativas (y amplias) de la arquitectura industrial del siglo XX en Madrid.

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