Tapa a tapa por los barrios de Santander

Cada barrio de la capital cántabra tiene una tapa emblemática para degustar, con los sabores del mar y la montaña sazonados con su larga tradición gastronómica

Siete barrios y siete tapas para conocer Santander. Foto: Turismo de Santander.

Mariscos del Cantábrico y pescados de sus ríos rápidos y caudalosos; quesucos de la tierra; carne de las terneras que pastan en sus verdes pastos; verduras de huertas familiares y frutales de alguna de sus las plantaciones. Si Cantabria tiene una de las despensas más ricas del país, Santander es el lugar perfecto para probar sus platos.

Ya sea en tabernas marineras, en tascas tradicionales, en locales en donde comer de menú o degustar pinchos a precios populares o bien restaurantes con las cartas más selectas, proponemos, de la mano de Turismo de Santander, una ruta por siete barrios santanderinos y te decimos cuál es el plato estrella que debes tomar (y dónde pedirlo).

Castilla Hermida – Barrio Pesquero

Caminando hacia el oeste por el paseo marítimo de Santander encontramos el Barrio Pesquero y el conjunto de Castilla-Hermida. El centro de este barrio es la lámina de agua conocida como El Cuadro, nombre coloquial de la dársena creada en los años 40 del siglo XX, cuando Puertochico se quedó pequeño para los barcos de pesca más modernos y de mayor envergadura.

Santander. Foto: José Céspede | Unsplash.

Un paseo marítimo amplio y soleado, con un espacio que se extiende entre el mar y la avenida hasta la lonja, donde se subasta cada madrugada el pescado recién desembarcado, convive con dos equipamientos emblemáticos de la ciudad como son el Centro Cívico Tabacalera, con el Jardín Vertical interior más grande de Europa, y la Biblioteca Central.

Para las numerosas tabernas y bares que se encuentran a lo largo de estas calles de entrada y salida de Santander sería impensable no ofrecer rabas, uno de los platos estrella locales, así como mejillones y otras tapas de pescado o marisco de primerísima calidad.

Nos quedamos, sin embargo, con los auténticos arroces marineros que se sirven en los abundantes restaurantes marineros del núcleo del barrio pesquero por excelencia –oficialmente Poblado de pescadores Sotileza–.

Si quieres probar una tapa especial de la zona pide morgueras a la sartén. También conocidos en Cantabria como muergos, son los mariscos que en otros lares denominamos navajas.

Arroces marineros en el Barrio Pesquero. Foto: Turismo de Santander.

Vargas – San Fernando – Burgos

En los alrededores de la Plaza de Toros de Santander, en torno a las calles de Vargas, San Fernando y Burgos se despliega una animada zona de vinos y tapeo, con establecimientos experimentados en el arte de la ración y la tapa.

Compiten entre sí por ver quién sirve las mejores rabas y quien le da el toque maestro a la salsa de los mejillones. Sin embargo, el sabor que no puedes perderte aquí es el del pincho de gambas al ajillo.

Foto: Turismo de Santander.

Calderón de la Barca – Cádiz

Entre la estación de tren y el Centro Botín, muy próximo al Anillo Cultural, la calle Calderón de la Barca se alza por derecho propio como uno de los ejes principales del tapeo santanderino, una zona que se extiende también a la calle Cádiz, a los pies de la catedral.

En perfecta fusión entre lo tradicional y lo moderno, los siempre animados bares, restaurantes y terrazas de la zona se especializan en propuestas marineras con las rabas, las almejas, los mejillones, las gambas y las nécoras entre sus protagonistas, a las que se añaden bocados con toques más cosmopolitas.

Las rabas son uno de los platos obligatorios. Foto: Turismo de Santander.

Aquí sí, nos quedamos como tapa especial con las rabas de la bahía.

Plaza Porticada – Pombo

Cambiamos de registro y ponemos rumbo a la Plaza Porticada que, junto a la Plaza Pombo y las calles Arrabal y del Medio forman un triángulo que reúne tres edades de Santander: la de la reconstrucción del siglo XX, la del ensanche del XIX y la de la Puebla Nueva.

Estas dos pequeñas calles peatonales, que se ubicaban a las puertas de la antigua muralla medieval (hay un centro de interpretación donde rastrear su historia), lucen hoy un animado ambiente con tabernas y gastrobares, mientras que en la Plaza Porticada se dan cita amplias y agradables terrazas en las que pasar un buen rato.

Mercado del Este.

Las calles de Hernán Cortés y Ataúlfo Argenta conectan esta con la Plaza Pombo, dejando en medio el Mercado del Este. Diseñado por A. Zabaleta con el concepto de galería comercial (uno de los primeros en España) y construido en 1842, tras una importante rehabilitación es hoy un polo cultural y gastronómico con bares, tiendas especializadas, una sala de exposiciones y hasta un museo, el de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC).

Una buena opción en la zona es la tapa de callos a la montañesa.

Cañadío – Puertochico

Si conoces Santander lo más probable es que hayas pasado por la plaza de Cañadío, punto de encuentro por excelencia para arrancar las salidas nocturnas. Lo que quizás no sepas es que sus célebres escalinatas fueron antaño una rampa por la que se cargaban y descargaban pescados y mercancías o que los bajos de los actuales edificios eran almacenes de navieros y mercantes que comerciaban con Europa y las Indias.

Las cañas de la orilla han dejado paso a las otras cañas, las de cerveza y vino, acompañadas aquí por todo tipo de tapas y raciones, que van desde el tradicional cocido montañés hasta el sushi japonés, pasando por todo el catálogo de sabores de mar y montaña.

Foto: Turismo de Santander.

Barras de tapas y restaurantes de mesa y mantel se alternan en las calles Hernán Cortés, Peña Herbosa, Daoiz y Velarde, Santa Lucía o Bonifaz en una zona que se extiende hasta el paseo de Castelar, donde varios restaurantes y terrazas flanquean Puertochico, y la calle de Tetuán, otra de las zonas con mayor tradición gastronómica de la ciudad.

Entre la enorme variedad de carnes, pescados, mariscos o productos de la huerta encontrarás aquí excelentes quesucos cántabros.

El Sardinero

La zona era un buen lugar para la pesca de sardina, lo que derivó en el actual nombre de la playa más famosa de Santander. El arenal, que se extiende desde la península de La Magdalena hasta el cabo Menor, se convirtió desde el siglo XIX en uno de los destinos más exclusivos para el veraneo de la alta sociedad de la época, con Alfonso XIII y su familia como inquilinos del Palacio de la Magdalena.

Foto: Turismo de Santander.

Comedores frente a la playa, establecimientos informales a lo largo de la calle Joaquín Costa y restaurantes dentro de los hoteles ofrecen todo tipo de propuestas gastronómicas apetitosas que mezclan ingredientes tradicionales con técnicas y preparaciones más sofisticadas como la terrina de foie con compota y tosta de sobao pasiego.

Zona Monte – Maruca

Más al norte del Sardinero, mientras el entramado urbano se diluye dejando paso a espacios abiertos, pero sin salir del término municipal de Santander, nos espera Santander Norte Litoral Costa Quebrada, la continuidad del paseo marítimo entre el faro de Cabo Mayor y la Virgen del Mar.

Foto: Turismo de Santander.

Aquí, entre paisajes agrestes y acantilados, encontramos también terrazas, tabernas y restaurantes donde disfrutar de una gastronomía eminentemente popular y marinera. En la localidad de Cueto, la más próxima a Cabo Mayor, las numerosas parrillas emanan aromas de sardinas y bonito, mientras que en la localidad de Monte y su pequeño puerto de La Maruca, podremos probar deliciosas nécoras a la plancha.

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