Lujo, gastronomía y naturaleza en Cap Cana, el área más exclusiva de Punta Cana

Mucho más que un resort de pulserita 'todo incluido', Cap Cana es un refugio de lujo, exclusividad y naturaleza en la República Dominicana

Cap Cana le da una vuelta al concepto de turismo todo incluido. Foto: Turismo Republica Dominicana.

Puede que no a todo el mundo les suene el nombre de Cap Cana, pero seguro que sí han oído hablar de Punta Cana. Este popular destino que, junto a los no menos conocidos de Bávaro y La Romana, ocupa buena parte de la región este de República Dominicana, es uno de esos paraísos soñados, aunque asequibles, en los que pasar unas cálidas vacaciones en cualquier época del año.

A los populares resorts y complejos hoteleros de Punta Cana les ha salido competencia en su propio terreno. Unos kilómetros hacia el sur se está desarrollando desde hace unos años el proyecto de Cap Cana, en un área de unos 90 kilómetros cuadrados enmarcada por una extensa franja de playas idílicas con su arena blanca y fina, sus aguas de tonos esmeraldas y turquesas y su cinturón de cocoteros y, a su espalda, un espeso manto de bosque tropical casi inexplorable.

La marina de Cap Cana

Un auténtico vergel, con acceso restringido a alojados o residentes, en el que que apenas se ha construido una tercera parte del proyecto original pero que ya acoge lugares como la marina de Cap Cana, un exclusivo puerto deportivo en el que atracan grandes yates y que es punto de encuentro de mucha “gente guapa» llegada de los más diversos países del continente americano.

Foto: Marina Cap Cana.

La idea es que la zona acoja urbanizaciones residenciales y selectos hoteles y resorts de lujo, algunos de los cuales llevan ya tiempo en marcha.

Uno de los más recientes es Margaritaville Island Reserve Cap Cana, del grupo Karisma Hotels, resort con un concepto muy estadounidense y atractivo. Con 228 suites y 40 villas, muchas con piscina privada, es de alguna forma el sueño y la plasmación tangible de la filosofía vital del cantante Jimmy Buffett, cuya canción más conocida (de un estilo conocido como island escapism) es precisamente Margaritaville.

Todo aquí gira en torno las margaritas (el célebre cóctel) y a un buen gusto innegable, patente en la decoración de las amplísimas habitaciones y la mayor parte de los espacios comunes del complejo.

Margaritaville Island Reserve Cap Cana. Foto: Karisma Hotels

También del agua, a través del laberinto de piscinas a modo de canales que recorre la parte central del resort y su cercanía al mar: la playa, con sus camas con dosel, sombrillas y tumbonas a disposición libre de los clientes, que es una parte más del resort.

También destacable de Margaritaville en Cap Cana es la gastronomía. De hecho, y marcando la diferencia con los “todo incluido” al uso, la mayor parte de sus nueve restaurantes es a la carta.

Y las opciones son tan apetecibles como las de cervecería-grill (con producción propia de esa bebida), JWB Steakhouse (ideal para amantes de la cocina más carnívora) o Rum Runner’s (para explorar la gastronomía de los países que se asoman al Caribe).

Margaritaville Island Reserve Cap Cana. Foto: Karisma Hotels.

Explorar el sabor local

Merece la pena sin embargo sacudirse la comodidad (sobre todo mental) que supone alojarse en un alojamiento de este tipo y, al menos un día de la estancia, explorar los ingredientes y sabores de la cocina local.

Una buena forma lograr ese objetivo es acercarse hasta Higüey, la capital de la provincia de La Altagracia, a la que pertenecen administrativamente tanto Cap Cana como Punta Cana.

A su mercado de abastos llegan a diario los mejores y más suculentos productos dominicanos, desde las diversas variedades de arroces, pimientos, plátanos, frijoles y habichuelas, frutas y aguacates hasta carnes y pescados capturados a muy pocos kilómetros, en pleno Mar Caribe.

Mercado de abastos de Higüey. Foto: Turismo República Dominicana.

Pero si por algo es conocida esta ciudad de unos 200.000 habitantes es porque aquí se encuentra el monumento religioso más popular de toda la República Dominicana: la Catedral-Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia. Un templo de rompedora arquitectura, a base de hormigón visto y vitrales, firmado por los franceses André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré y consagrado en el año 1971.

Eso sí, la devoción a la imagen mariana que aquí se venera viene de lejos y, de hecho, en la localidad aún se conserva el templo originario de estilo colonial, levantado en el siglo XVI, y que se había quedado demasiado pequeño ante tanto peregrino.

Basílica de Higüey. Foto: Turismo República Dominicana.

Bayahíbe

Como hemos apuntado, Higüey, con sus casas de colores, su bulliciosa actividad y su caótico tráfico, es un buen lugar donde tomarle el pulso a este país joven, divertido, ruidoso y muy vivo. No muy lejos, a unos 40 kilómetros, está Bayahíbe, puerto cercano a la ciudad de La Romana y también a la exclusiva zona de Casa de Campo (donde tienen su casa bastantes personajes del famoseo internacional).

A este pequeño embarcadero llegan muchos de los pescados que luego venden en el mercado de Higüey. Pero, casi todo el mundo viene a esta localidad porque se trata del principal punto de partida para las excursiones que conducen a dos islas asombrosas: Catalina y Saona.

El paraíso tiene que ser algo parecido a Isla Saona. Foto: Rachid Oucharia | Unsplash.

Saona, la isla-selva

Esta última es la más grande del país y forma parte del Parque Nacional de Cotubanamá (o del Este). Un lugar privilegiado, con una belleza epatante basada en una vegetación selvática de inimaginables tonos de verde y playas y fondos marinos de una claridad casi imposible, que producen reflejos cromáticos en el agua difíciles de describir solo con palabras.

Es lo mismo que ocurre, en ese mismo espacio protegido, con Playa Palmilla, cuyo fondo arenoso está cubierto de enormes estrellas de mar que más de un desaprensivo saca del agua por el mero postureo de hacerse una foto con ellas, desconocedor sin duda de que con eso provoca la muerte de estos singulares animales.

La experiencia de viajar a Saona desde Bayahíbe con los catamaranes y monocascos que ofrecen empresas como World2Meet resulta de lo más divertida: a bordo no falta ni el ron ni el baile al ritmo de música latina.

Isla Saona. Foto: Turismo Republica Dominicana.

Y una vez en la isla también se puede comer y seguir bebiendo en los buffets que montan en la propia playa. Pero, a decir verdad, en algún momento se echa en falta el silencio y la tranquilidad necesarios para disfrutar plenamente del que, sin duda, es uno de los espacios naturales más impactantes de República Domincana.

Baños en cenotes

Tierra adentro y no menos impactante es la contemplación y el baño en el llamado Hoyo Azul. Se trata de un cenote, es decir, una laguna de agua dulce formada en el interior de una cueva que, por el derrumbe de parte del techo, ha aflorado al exterior. El resultado, en este caso, aparte de un lugar casi mágico, es de lo más refrescante, sobre todo después del recorrido a pie de unos 15 minutos desde la zona de bienvenida de Scape Park, a través del tupido bosque de tropical en que se encuentra.

Pueblo pesquero Bayahibe. Foto: Turismo Republica Dominicana.

En este parque de aventura, ideal para pasar un día entero con la familia o los amigos, también se puede visitar una cueva subterránea inundada y bañable, iluminada de chillones colores, al estilo de las discotecas de los años 80; se pueden descargar grandes cantidades de adrenalina durante el trepidante recorrido de tirolinas suspendidas sobre el bosque, de unos 45 minutos de duración; refrescarse en la zona de cascadas y de tirolinas acuáticas; y contemplar a animales como iguanas, serpientes, monos y guacamayos en cautividad, entre otras opciones.

Quien quiera seguir explorando en los paisajes y la riqueza natural de la zona puede hacerlo en la Reserva Ecológica Ojos Indígenas, otro espacio protegido de algo más de 6 kilómetros cuadrados de bosque tropical, salpicado por 12 lagunas de agua dulce (ojos), algunas de ellas aptas para el baño.

>Baños en ‘ojos’ en medio de la selva.

Aparte de la abundante vegetación que lo caracteriza, este es el hogar de numerosos animales como iguanas y otros reptiles, aves, mariposas y pequeños primates, algunos de ellos observables sin demasiado esfuerzo.

Coco Bongo

Después de tanta naturaleza, quien busque diversión más allá de las animaciones, espectáculos y bares de los resorts, tiene la opción de hacerlo en un lugar, cuando menos, original. Se trata de Coco Bongo, en plena localidad de Punta Cana, y ofrece espectáculos (musicales, conciertos, acróbatas, magia…) basados en las más diferentes temáticas y con montajes que muestran un gran despliegue de recursos escénicos, además de copas, disco y zonas con diferente nivel de exclusividad, en función del precio pagado por la entrada.

Aventuras en Scape Park.

Una última referencia, ideal si se viaja con niños o, simplemente, si se es un friki del universo Nikkelodeon. Karisma ha abierto muy cerca de la playa Macao, en Punta Cana, un enorme resort con el nombre de esa productora audiovisual donde lo mismo se puede desayunar con las Tortugas Ninja que comerse una hamburguesa machete (tan grande es que hay que trocearla con esa herramienta), divertirse en el parque acuático (baño de slime incluido), acabar el día bailando ritmos caribeños mientras se disfruta de una barbacoa sobre la arena de la playa y dormir en la mismísima casa de Bob Esponja. Además de para alojados, existen pases de día para disfrutar de las actividades durante una jornada.

Un detalle importante para quien se anime a visitarlo es que Punta Cana tiene aeropuerto internacional y conexiones con Europa y España, entre otros rincones del mundo. En este sentido merecen una mención los vuelos de World2Fly, que llega desde Madrid con el moderno avión Airbus 350, y que a bordo ofrece servicios destacados por su calidad.

a.
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