Las nuevas maravillas de América distinguidas por la Unesco

Las momias de Chinchorro en Chile, iglesias de México y Uruguay, el complejo astronómico de Chankillo en Perú y el jardín tropical de Roberto Burle Marx de Brasil son ya Patrimonio Mundial por la Unesco

Conjunto Conventual Franciscano el Monasterio y Catedral Nuestra Señora de la Asunción. Foto: Hilda Ríos | EFE.

Lagos, cuevas, bosques, desiertos, edificios, rutas culturales, paisajes culturales y urbanos… La lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco sigue creciendo con el objetivo de preservar los tesoros del mundo. Ya suma 1.149 lugares.

Estos días, su Comité, reunido en la ciudad china de Fuzhou, está añadiendo -y también eliminando, como en el caso de Liverpool– nuevos sitios, entre los que se encuentran algunos excepcionales lugares de México, Chile, Uruguay, Perú y Brasil.

Sitio Roberto Burle Marx, Brasil

Concebido como una “obra de arte viviente” y un “laboratorio del paisaje”: jardín botánico Burle Marx, con una de las mayores colecciones de plantas tropicales y subtropicales del mundo, ya es Patrimonio de la Humanidad, convirtiéndose en el primer jardín tropical moderno del listado (y el vigésimo tercer Patrimonio Mundial de Brasil).

Vista aérea del jardín botánico Burle Marx. Foto: André Coelho | EFE.

Ubicado al oeste de Río de Janeiro, el exuberante jardín es fruto de un proyecto desarrollado a lo largo de 40 años por el artista y paisajista Roberto Burle Marx (1909-1994).

Iniciado en 1949 y basado en la vegetación nativa y las ideas del movimiento modernista, se caracteriza por sus formas sinuosas, la disposición arquitectónica de su vegetación, la utilización de especies botánicas tropicales y la incorporación de elementos artísticos propios del folclore popular.

Además de una notable influencia en la creación de numerosos jardines modernos en todo el mundo, el sitio destaca por albergar la colección más representativa de plantas brasileñas nativas, junto con numerosos especímenes raros de flora tropical sumando hasta 3.500 especies vegetales en un área de 405.325 metros cuadrados.

Sitio Roberto Burle Marx. Foto: André Coelho | EFE.

Manglares, bosques húmedos de hoja ancha (restingas, en portugués) y bosques atlánticos son algunos de los elementos representativos, que logra llevar al jardín una concepción ecológica de la estética.

En el complejo de Chankillo (Perú), un conjunto de construcciones datados entre el 500 y el 200 a.C. integran calendario solar perfecto, con un margen de error de apenas 1 día

Complejo arqueoastronómico Chankillo, Perú

Al norte de la costa central de Perú, en el Valle del Casma, se levanta este impresionante sitio arqueológico datado entre el 500 y el 200 a.C.

Dominando un paisaje desértico, se trata de un conjunto de construcciones que, de forma conjunta, funcionan como un calendario solar perfecto, utilizando marcadores que permiten observar el desplazamiento del sol a lo largo del horizonte durante todo el año.

Complejo Chankillo. Foto: Ministerio de Cultura de Perú.

El sitio comprende el Templo Fortificado, el centro cultual o palacial rodeado por tres murallas que se yergue en lo alto de una colina; el Observatorio y el Espacio Público Ceremonial, dos elementos situados en un sector fuera del recinto amurallado; las Trece Torres de forma cúbica, señalizadoras de la trayectoria solar dispuestas en una hilera que se estira a lo largo de la cresta de otra colina; y el Cerro Mucho Malo, indicador natural complementario de las trece torres.

El templo, desde ahora la entrada número 13 de Perú en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, estaba dedicado probablemente al culto del sol.

El conjunto de construcciones funciona como un calendario solar. Foto: Ministerio de Cultura de Perú.

También tendría una función más práctica, como determinar los puntos de orto y ocaso del sol a lo largo de todo el año, establecer los solsticios o los equinocios. Su margen de error apenas es de uno o dos días, lo que supone una innovación de máxima importancia en las prácticas astronómicas de la historia.

Iglesia de Atlántida, Uruguay

Eladio Dieste, el artista del ladrillo, ya figura en el listado de Patrimonio de la Humanidad. Lo hace a través de la iglesia de la Atlántida, en la localidad homónima de Uruguay, que se convierte, además, en el tercer sitio del país con esta designación.

Ubicada en la Estación Atlántida e inaugurada en 1960, está inspirada en la arquitectura religiosa paleocristiana y medieval italiana e incluye la iglesia, el campanario y el baptisterio subterráneo.

Iglesia de la Atlántida, Uruguay. Foto: Raúl Martínez | EFE.

Representa, según el Comité de la Unesco, una “novedosa utilización del ladrillo a la vista y reforzado”. Entre sus elementos más destacados, los muros ondulados que soportan una cubierta igualmente ondulada, compuesta por una secuencia de bóvedas gaussianas de ladrillo reforzado desarrollada Dieste (1917-2000).

Un campanario cilíndrico se eleva desde el suelo a la derecha de la fachada principal de la iglesia, mientras que un prisma triangular e iluminado a través de un óculo central da acceso al baptisterio subterráneo, en el lado izquierdo del atrio.

La iglesia constituye un «ejemplo eminente de los notables logros formales y espaciales» de la arquitectura moderna en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX y encarna la búsqueda de la igualdad social –se erigió en una comunidad muy humilde- con un sobrio uso de los recursos, cumpliendo los imperativos estructurales con un gran efecto estético.

Muro y bóvedas ondualdas en la Iglesia de la Atlántida, Uruguay. Foto: Raúl Martínez | EFE.

Momias de la cultura chinchorro, Chile

Tres mil años antes de que los egipcios momificaran a sus grandes faraones, la civilización Chinchorro ya llevaba a cabo ese ritual en el desierto de Atacama, al norte de Chile, de donde proceden las momias más antiguas del mundo y, desde este martes, Patrimonio de la Humanidad.

El sitio designado reconoce tres lugares: Faldeo Norte del Morro de Arica y Colón 10, ambos en la ciudad de Arica, y Desembocadura de Camarones, en un entorno rural a unos 100 km más al sur.

En conjunto, brindan testimonio de una cultura de cazadores-recolectores marinos que residieron en la árida y hostil costa norte del desierto de Atacama, en el extremo norte de Chile, desde aproximadamente el 5450 a.C. hasta 890 a.C.

Momia de Chinchorro en momias Chinchorro en el museo San Miguel de Azapa, Arica. Foto: Imagen de Chile.

Con el tiempo, los chinchorro perfeccionaron complejas prácticas funerarias por las que desmembraban y volvían a ensamblar sistemáticamente cuerpos de hombres, mujeres y niños fallecidos de todo el espectro social para crear momias a las que atribuían cualidades materiales, escultóricas y estéticas que, se supone, reflejaban el papel fundamental de los muertos en la sociedad chinchorro.

Catedral de Tlaxcala, México

En este caso no se trata de una entrada nueva sino de una extensión, por la que se agrega el conjunto franciscano del monasterio y la catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcala al sitio, inscrito en el listado desde 1994, conocido como Primeros monasterios del siglo XVI en las laderas del Popocatepetl.

La entrada número 26 de México en la lista de Patrimonio Mundial es uno de los cinco primeros monasterios establecidos por frailes franciscanos, dominicos y agustinos, y uno de los tres que aún se mantiene en pie.

Conjunto franciscano del monasterio y catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcala (México). Foto: Hilda Ríos | EFE.

El conjunto de edificios de Tlaxcala, que inició su construcción entre 1525 y 1527, es un ejemplo del modelo arquitectónico y de las soluciones espaciales desarrolladas en respuesta a un nuevo contexto cultural, que integró elementos locales para crear espacios como amplios atrios y capillas posas.

Conserva un alto grado de autenticidad en diseño y materiales de construcción, así como en los elementos decorativos.

Entre sus particularidades destacan una torre exenta y un artesonado de madera estilo mudéjar que no se encuentran en ningún otro monasterio por lo que la extensión contribuye, según la Unesco, “a una mejor comprensión del desarrollo de un nuevo modelo arquitectónico que influyó tanto en el desarrollo urbano como en los edificios monásticos hasta el siglo XVIII”.

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