San Sebastián vive en color verde
San Sebastián suele ser conocida por sus playas. Pero sus montes ofrecen una interesante alternativa de turismo urbano

Panorámicas de los montes Igueldo, Urgull y Ulía en San Sebastián. Foto Turismo de San Sebastián
Sí, nadie va a negar la elegancia de la playa de la Concha y la animada cultura surf de la playa de Zurriola, pero un San Sebastián diferente espera en sus montes y parques.
Cuando se trata de hacer turismo urbano en esta ciudad del País Vasco y salir del tópico de pintxos y paseos por el puerto, es momento de prepararse para subir a algunos de los montes que vigilan al tejido urbano, o de desconectar en sus parques.
Solo un dato para tener idea de su importancia: San Sebastián tiene 21 m2 de superficie verde por habitante. ¿Cuántas ciudades de España pueden presumir de ello?
Monte Igueldo
Vamos a comenzar por el más alejado de los tres montes que flanquean al centro donostiarra: el Monte Igueldo.
Para llegar a su cumbre a los 205 metros se puede subir en un centenario funicular, donde espera un torreón del siglo XVIII rodeado de un parque de atracciones.
Allí también hay un faro y el lugar es uno de los mejores atalayas para contemplar el atardecer en el Mar Cantábrico, con la bahía de la Concha y la isla de Santa Clara en primer plano.
Para descender, en vez del funicular se puede realizar un poco de senderismo cuesta abajo pasando por las esculturas del Peine del Viento de Eduardo Chillida y el elegante Palacio de Miramar.
Monte Urgull
Como un peñón divisorio del litoral donostiarra, al lado de la desembocadura del Urumea, el Monte Urgull es el protector del viejo San Sebastián.
Su cima se alcanza tras un ascenso con poca dificultad (aunque con alguna pendiente pronunciada) ya que el camino está totalmente asfaltado –excepto algunos centenarios senderos de empedrado irregular que permiten ganar terreno-.
El Monte Urgull y su fortaleza cuenta la agitada historia bélica de San Sebastián
En su cumbre, a 123 metros (más otros 24 metros del monumento al Sagrado Corazón) se encuentran las ruinas muy bien mantenidas de antigua fortaleza militar, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media.
Su colección de cañones dan fe de la importancia estratégica en la agitada historia bélica de la ciudad.
Desde cada ángulo se descubre una perspectiva nueva: el Baluarte del Mirador permite ver en detalle el Kursaal y la playa de Zurriola, mientras que desde la cafetería al lado del antiguo polvorín se contempla otro ángulo de la bahía de la Concha y del puerto.
Monte Ulía
Resguardando la playa de Zurriola se levanta la mole del Monte Ulía, de unos 235 metros de altura y con una superficie verde de casi 320.000 metros cuadrados.
Antiguamente fue un atalaya para divisar ballenas, y hace 120 años se convirtió en un apreciado parque de recreo para la aristocracia local.
Por aquí transcurre la senda litoral del Camino Norte de Santiago, y el monte es muy buscado para los amantes del senderismo o los que quieren combinar el placer de correr con el esfuerzo físico de subir las cuestas.
En su cumbre hay un centro de interpretación, el Mirador del Rey que permite tener panorámicas hasta la frontera francesa, un merendero y un elegante restaurante que ofrece disfrutar de la apreciada gastronomía vasca con fascinantes panorámicas.
Cristina Enea
No, este no es un monte, sino que es una de las pequeñas lomas que rodean al centro de San Sebastián.
Con 20 parques en su trazado urbano este es uno de los más bonitos, con una superficie de casi 95.000 metros cuadrados, un oasis verde con accesos desde el centro cultural Tabakalera y de otros puntos de la ciudad.
San Sebastián tiene una tasa de 21 metros cuadrados de superficie verde por habitante
Diseñado por Pierre Ducasse, el mismo paisajista del recomendado Palacio de Miramar y la Plaza de Guipúzcoa, cuenta con una gran variedad de árboles exóticos como el ginkgo, la secuoya o el cedro del Líbano, algunos de ellos gigantescos ejemplares centenarios; que conviven con laureles, arces, tilos, fresnos, magnolios, peonias y camelias.
El silencio es roto por el voceo de los pavos reales, que cuando despliegan su cortejo plumífero es un espectáculo que remonta a tiempos de esplendor. Eso sí, que a nadie se le ocurra tocarlos, ya lo advierten los carteles.
Para darle un toque romántico adicional está el palacio construido en 1890, que actualmente acoge al Centro de Recursos Medio Ambientales de San Sebastián, además de un centro cultural y una biblioteca.