Alta cocina, cócteles orgánicos y otras delicias en Chueca, el barrio más libre de Madrid

Mucho más que un barrio de noches locas, Chueca es despunta desde el punto de vista gastronómico con una gran diversidad de lugares para comer, cenar y tomar cócteles de autor

Coronando el Mercado de San Antón en Chueca se oculta esta terraza preciosa. Foto: Osborne.

A estas alturas no hará falta desgranar los muchos atractivos del que, sin duda, es el barrio más libre y diverso de Madrid (y de todo el país). Desde hace tiempo Chueca es un referente mundial para la comunidad LGTBI+. Pero también para todas aquellas personas que entienden con respeto las diferentes formas de vivir el amor, la sexualidad y la identidad de género y que, cada fin de semana, vienen hasta este céntrico barrio con la noble intención de divertirse en sus muchos locales.

Pero Chueca es mucho más que una zona de diversión nocturna. Aunque haya costado décadas y varios intentos, hoy también es una referencia gastronómica en la ciudad.

Lo cierto es que, más allá de las cartas idénticas a base de cocina precocinada y ultracongelada (tan habituales en todo Madrid), cada vez son más los restaurantes en este barrio que apuestan por la creatividad, por el buen producto y la autenticidad.

El barrio de chueca es referente LGTBI+. Foto: Álvaro López | ©Madrid Destino.

Un mercado que lo cambió todo

La veda la abrió hace ya más de una década el Mercado de San Antón. La popular plaza de abastos de siempre se transformó en un epicentro culinario de primer nivel con la apertura de diversos puestos de delicatessen y productos de calidad, varias barras de tapas y, en la parte superior (la terraza), restaurantes y una zona chill out.

La renovación de locales ha sido importante a lo largo estos años (apenas queda un puñado de los originales) pero San Antón sigue siendo uno de los faros del barrio y no solo en materia gastronómica. Entre las paradas más recomendables, La Casa del Bacalao, La Taberna de la Ancha, Chuka Sando y Nudos, es decir, la terraza del Grupo Osborne.

El Mercado de San Antón ejerce de faro gastronómico de Chueca.

Más allá del mercado también hay restaurantes que llevan tiempo marcando la pauta culinaria de Chueca. Uno de ellos es Arallo, originalísima propuesta de barra (es una maravilla sentarse a ella para disfrutar del espectáculo de la cocina abierta) y mesa, que ha traído hasta Chueca sabores atlánticos tratados con mimo, originalidad y bastantes sorpresas internacionales.

Cada temporada suele traer nuevos platos que merece la pena descubrir. Pero también, probar alguno de sus clásicos: las croquetas nada convencionales (queso azul con mejillón/mejillón tigre con chorizo picante/de nigiri de corvina), los dumplings de sabores diversos (el de cocido gallego es de no poder reprimir la lagrimilla) y, sobre todo, el tuétano a la brasa.

Recomendable dejar hueco para los postres, entre los que la pavlova con fruta de la pasión brilla con especial fuerza. Para completar la pitanza difícil resistirse a la carta de cócteles, con propuestas no menos creativas que las que salen de la cocina.

Volandeiras agridulces en Arallo.

Cócteles clásicos y no tanto

En materia de cócteles, la Calle de la Reina siempre ha sido el “place to be” madrileño. Ahí están dos barras clásicas de la ciudad, Del Diego Cocktail Bar y Bar Cock, a los que se suma, al otro lado de la manzana (ya en Gran Vía), el legendario Museo Chicote, un referente nacional entre los amantes de las bebidas espirituosas, fundado en los años 30 del siglo XX.

Por cualquiera de los tres han pasado algunas de las más grandes personalidades del país y, en el caso de Chicote, del star system internacional, con Ernest Hemingway, Orson Wells, Ava Gardner, Ryta Hayworth Frank Sinatra, Grace Kelly y Sophia Loren a la cabeza.

Pero los tiempos cambian mucho y lo molecular, la fusión y lo orgánico cada vez tienen más que decir en el universo gastronómico, incluido el capítulo de cócteles. Esto lo han entendido muy bien en Angelita Madrid, restaurante situado al principio de la calle, que tiene en su planta sótano un auténtico laboratorio de extractos, bebidas y licores para crear nuevas experiencias en materia de mixología.

Foto: Angelita Madrid.

Entre el menú de cócteles, con mezclas elaboradas a diario para garantizar la frescura y sostenibilidad, hay varios con cero o poco alcohol y adaptados a todo tipo de intolerancias alimentarias. Por ejemplo, los elaborados con las bebidas de Seedlip, marca que presume de ser la primera de destilados sin alcohol del mundo.

El norte de Italia en el plato (y en la copa)

No menos recomendable es la propuesta de alta cocina fusión de Gioia, universo creativo del piamontés Davide Bonato y de su compañera y sumiller Daniela Rosso.

Aquí las sofisticadas recetas del norte de Italia (con diferentes variedades de trufa y de arroz siempre presentes) aceptan guiños de cocinas lejanas o cercanas.

Tallarín de trufa en Giogia.

Si es la primera vez que se viene a este pequeño local, decorado de una forma cálida y con mucho estilo, lo mejor es dejarse llevar por el chef y pedir el menú Otsukaresama. En japonés, quiere decir “gracias por tu gran esfuerzo, o tu trabajo”.

Y, desde luego, es normal sentirse reconfortados tras probar propuestas como trufa, hija de la niebla; la ostra perla del Mediterráneo; el spaghettino con tartar de gambas rojas; el capelletto dumpling y Oh, my Duck!

Cena y fiesta en el mismo local

Sorprende mucho este restaurante en una calle llena de locales de diversión nocturna. Pero también en esto es rompedor el barrio de Chueca. Aquí se puede venir a cenar de una forma original y también a divertirse, todo en uno y sin salir del mismo local.

Foto: La Torcida.

Eso es lo que piensan en uno de los recién llegados a la zona: La Torcida. Un restaurante con espectáculo de drags para la noche, pero también al mediodía, y con muchas propuestas culinarias para compartir: patatas bravas con espuma de pimentón, croquetas semilíquidas de jamón Joselito, cebiche de corvina y mariscos gallegos o las gyozas de rabo de toro con lámina de atún de aleta amarilla.

También platos “individuales” tan resultones como el pan bao de pollo crujiente, las tostas de sardinas ahumadas y el brioche de cerdo a baja temperatura. De postre, la torta como gusta en Chueca, con cuatro leches (tal cual).

Respecto a los espectáculos, poco invasivos y programados de tal forma que no interfieran con el servicio de los platos, tienen una particularidad: se escuchan a través de auriculares, lo cual se agradece en cuestión de sonido ambiente. Por supuesto, en las actuaciones siempre hay un punto de atrevimiento canalla, como corresponde al universo drag queen.

Foto: Piri Piri Frango.

Tacos y pollos al carbón

En Chueca hay otras opciones no menos originales pero bastante más económicas. Por ejemplo, hace unos meses abrió una delegación de Piri Piri Frango al Carbón, cadena de restaurantes especializados en una de las delicias de la cocina portuguesa: los pollo marinados y asados a la brasa.

En un local moderno, abierto, muy dado a encuentros inesperados y con un horno Josper en el que siempre están encendidos los carbones, no solo sirven esa carne, aderezada con la deliciosa y algo picante salsa piri piri. También arroces especiales, verduras a la brasa, salchichas, bolinhos de bacalao, croquetas de jamón, costillas, hamburguesas…

Foto: Taquería Mi Ciudad.

Y una última referencia, la Taquería Mi Ciudad, donde se puede degustar la más auténtica cocina mexicana de calle, aunque cómodamente sentados en las escasas mesas de un local decorado con numerosas referencias culturales de ese gran país. La carta de tacos puede parecer exigua, pero la realidad es que engloba algunos de los sabores mexicanos más reconocibles: de los moles a la cochinita pibil, del pastor a las carnitas y, por supuesto, el indispensable guacamole.

Está junto a la plaza de Pedro Zerolo, personalidad fundamental para el colectivo LGTBI+ y defensor de sus derechos. Este activista y político tiene desde hace unos días “compañía” en Chueca, pues otro referente de la libertad da ahora nombre a una de las plazas más concurridas del barrio. Está en la confluencias de las calles Fuencarral y Augusto Figueroa y el nombre de la plaza es Raffaella Carrá.

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